Parte 3 El enlistamiento

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Al día siguiente me presenté a la 6 de la mañana en la comisión para mi evaluación de antecedentes, claro sin la autorización de mi padre, que aunque no la necesitaba sabía que se opondría, para mi sorpresa él era parte de la comisión evaluadora.

- Voluntario, ¿por qué quieres pertenecer al escuadrón de cadetes?- me preguntó mi padre con una expresión de negación en su rostro.

- Quiero poder salir de aquí, señor, quiero conocer el mundo por mis ojos y no por anécdotas, quiero unirme a la causa que considero justa, señor- le respondí como si no tuviéramos ningún tipo de parentesco familiar.

- Si vuelve a llamarme "Señor" le daré negativa a su presentación, mi rango es de General, eso hasta el cadete con mayor deficiencia mental lo sabe, voluntario Velásquez- me responde con aire de superioridad.

- Si compartiera esa información con los jóvenes enclaustrados, yo lo sabría "Señor"- me dirijo a él con la misma expresión desafiante.

- La comisión evalúa en desacato al voluntario Velásquez y lo someterá a castigo físico durante 3 días, después de eso podrá unirse al escuadrón, si es que resiste, esto producto de la desobediencia y falta de respeto hacia el General Velásquez- dice el Capitán Rosas, consultando con la mirada a mi padre - El castigo será efectuado de manera inmediata por el mayor Ramírez- .

- Denegado, yo mismo implementaré mis tácticas de castigo físico al voluntario Velásquez- dice firmemente mi padre – Es una decisión absoluta-.

Nadie se opuso a dicha decisión, no olvidaré la dureza con la que sus ojos me juzgaban, pero tenía mis razones y estaba dispuesto a someterme a lo que sea con tal de poder llegar a mi destino, tenía una conexión tan grande con Mariana que no me importaba como lo haría, pero si estaba decidido a algo, no permitiría ser visto como inferior mi padre, no porque le odiara, no compartía tanto tiempo conmigo como para odiarle, si no por admiración. Esa mañana comenzamos con el castigo, pero mi padre me dijo que sería un tanto diferente, solo había un guardia vigilando que se hiciera lo que se debía, pero papá dijo que comenzaba mi entrenamiento físico con una pelea, me enseñaría combate cuerpo a cuerpo, pero que no tendría piedad por ser su hijo así que debía prepararme, dijo que daría una señal para que comencemos pero no me dijo cuál sería, tuve que deducirla solo, lo cual no fue difícil, era la provocación, el reconocía su carácter en mí, dio inicio quitándose el abrigo negro que llevaba puesto y empieza por provocarme haciendo referencia a mi forma de actuar, a mi silencioso modo de ser, decía que era débil al ocultar lo que sentía, el odio, la ira, la alegría, la tristeza y el sufrimiento por haber sido nada más que un estorbo para los demás. Estuvimos por horas peleando de par a par, en un comienzo pensé que estaba dejándome ganar, pero después de ver cuán cansado estaba tras pasaba el tiempo podía ver que estábamos casi a la par, si bien él era más rápido y más fuerte también era más torpe, y eso lo usé a mi favor, hasta que pude derribarlo. Al cabo de 3 días pude unirme al entrenamiento táctico y proseguimos con aprendizaje de uso de armas, al pasar casi el mes comienza el último paso para dirigirnos a las colonias costeras el análisis de amenazas y el reconocimiento de bestias. Durante el mes salían varios del programa de preparación de escuadrón, ingresamos 350 personas como voluntarios, al final de todo el curso éramos poco menos de 70 personas sin contar al grupo de avanzada, el cual era netamente de soldados de rango. Pasé todo el tiempo sin hablar con Mariana, pues comenzábamos a las 6 de la madrugada y nos dormíamos a las 4 de la madrugada. Aquél último día de instrucción nos aconsejaron volver con nuestros padres y disfrutar de un último día de descanso antes de irnos, pues no había tiempo para arrepentirse, nos liberaron ese día a las 4 de la tarde y al otro día debíamos estar en la puerta de salida al mediodía.

SanderWhere stories live. Discover now