Parte 8 El bar/pequeño conflicto/dos gotas de tempera

3 0 0
                                    

Mientras caminábamos hacia el bar, el cual estaba a unas cinco cuadras de la casa de Ismael, hablábamos entre Mena y yo, Zúñiga caminaba silenciosa delante de nosotros, con evidente molestia y prisa por llegar.

- Y bueno, Mena, cuéntame sobre ti, tengo curiosidad, considero que ustedes saben más de mí y mi familia que yo de ustedes y de la suya- pregunto muy interesadamente.

- Soy la menor de 5 hermanos, siempre me he llevado mal con mi familia, ellos creen que soy extraña por mi modo de ver la vida en megapíxeles, pero considero que ellos son más extraños al ver la vida de manera tan simple, no me enlisté por decisión propia, mi madre optó por hacerlo, decía que debía ver el mundo real, vivirlo, y aquí me tienes- dice Mena, totalmente resignada- mi familia es de recursos limitados en comparación con la de Rodríguez pero dejaré que él te cuente su situación.

- Entiendo- respondo observando a Zúñiga, quien caminaba en completo silencio, por la posición de sus hombros podía notar que iba seria y pensativa.

A lo lejos se avistaba una casona vieja, de color blanco, con cerco de fierro negro, barrotes en las ventanas y un letrero roñoso que decía Bar Huinca, al ingresar al bar Ismael esperaba en una mesa cerca de la barra con Rodríguez, habían unas botellas de cerveza, otras de whisky y variadas cosas saladas para comer, además de una botella de litro y medio de vino tinto, el lugar era apacible, tenía varias velas encendidas, mesas de madera barnizada, sillas evidentemente del mismo material, en cada mesa un mantel cuadrado verde que sobresalí de las mesas, un servilletero de lata y ceniceros de vidrio improvisados, un implemento de amplificación casero para los artistas que se presentaran, tenía un plató de madera con muchas tablas, habían muchos cuadros antiguos del cómo era la ciudad entre el 2005 y el 2015, además de fotografías más antiguas, era un amplio espacio con cortinales rojos.

- Se han tardado mucho- dice Ismael sin quitarle la mirada de encima a Zúñiga- debo decir que se ven resplandecientes las damas y tú, por otro lado, Velásquez, te ves bien, creo que la ropa no te hace milagros.

- Cállate Ismael- le respondo mientras veo que él no paraba de reír- y ¿esperamos a alguien más?

- ¿Por qué lo dices? Velásquez- pregunta Rodríguez.

- Han estado mucho tiempo y no han bebido, ni comido nada, además es propio de ti, Ismael, el invitar a los demás a servirse- respondo viendo a Rodríguez y luego a Ismael.

- No has cambiado nada en este tiempo- dice Ismael mientras sonríe- pues sí, espero a mi mujer, mi hermano y mi cuñada.

- Oh, así que conoceré más de ti- respondo.

- Oh, ya han llegado- dice Ismael mientras que al tiempo se levanta de su silla- Ellos son: mi hermano Daniel Sanhueza, su mujer, Alejandra Cisterna y por supuesto mi mujer, Regina Saavedra- finaliza su presentación abrazando a Regina mientras los demás saludaban.

A pesar de tanto tiempo juntos entre entrenamiento y misión, desconocíamos los nombres de cada uno, así que tuvimos que presentarnos de a uno, comenzamos por orden alfabético de nuestros apellidos.

- Yo soy Katherine Mena-

- Yo, Miguel Rodríguez-

- Mi nombre es Andrés Velásquez-

- Y el mío es Jeannette Zúñiga, es un placer conocerlos- decimos a coro.

- Ah bueno, no me he presentado como corresponde, mi nombre es Ismael Ferreira Sanhueza, se han de preguntar ¿cómo es que somos hermanos? si uno de nuestros apellidos difiere, solo es por problemas de reconocimiento paterno- dice riendo.

- Entendemos, tranquilo- dice Mena.

- Yo no entiendo- agrego.

- Velásquez, acompáñame a fumar un cigarrillo fuera- dice Zúñiga interrumpiendo la velada.

- Pero puedes fumar aquí dentro- le respondo inocentemente.

- Dije que me acompañes fuera, ¡ahora!- me dice mientras me empuja- disculpen, solo tardaremos un momento, comiencen sin nosotros- dice sonriendo nerviosamente- ahora muévete- me dice mientras me saca a empujones.

- Si, ya voy, no me empujes Zúñiga- le replico de mala gana.

Salimos al frontis del local y comienzo a reclamar por su actitud, sin embargo ella se voltea y me golpea directamente en el estómago con el puño cerrado.

- Eres un bestia lo sabes ¿verdad?- me dice enfadada- no se te puede ocurrir preguntarle algo tan personal, idiota.

- Zúñiga, cálmate- le digo abrazándola- mira, en ocasiones mi personalidad es extraña, soy alguien que no filtra sus conversaciones e incluso me cuesta pensar lo que digo o también el entender que cosas no debo hacer.

- Está bien, Velásquez- me dice calmada- coge uno de mis cigarrillos.

- Gracias Zúñiga, pero puedes llamarme Andrés o Andy como quieras, siento que no somos desconocidos, además con todo lo que ha pasado puedo decir que los considero buenos amigos- le digo sonriendo.

- Así que me ves como una amiga- dice acabando su cigarrillo.

- Si, bueno eres una gran amiga quizá- respondí encogiéndome de hombros.

Pasamos varios minutos fumando y contemplando la encendida noche, las luces de los astros sobre nuestras cabezas y el frío ambiente que creaba una atmosfera relajante y tranquila. Tras el paso breve paso de unos minutos acabé mi cigarrillo.

- Bueno, será mejor que entremos- dice Zúñiga apagando la colilla de su cigarrillo.

- Si, buena idea- agrego haciendo lo mismo.

SanderWhere stories live. Discover now