04. Reglas incumplidas y monja poseída.

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Gimena

Termino de secar mi cabello y me siento sobre la cama. El bolso rojo de terciopelo perteneciente a Brenda se encontraba a un lado de mí, algo brilloso llama mi atención así que no dudo y reviso.

— ¡Brenda! ¿¡Por qué llevas condones!?

—Una nunca sabe cuándo se encontrará un buen pito —se aclara la garganta—... digo tipo. Ya tú sabes.

—Lo dices por Alexander, ¿Verdad? —alzo una ceja con arrogancia para luego sonreír.

—El muchacho es guapo —acepta—. Pero amiga, la vida no sólo se trata de eso. Tenemos que ver nuestro futuro y...

—Mierda —la interrumpo—. Superaste tu nivel de boluda.

— ¿Cuánto duré? —vacila—. Dios, ¿Me imaginas siendo una chica madura?—sacude su cabeza—. No quiero imaginarlo.

—Definitivamente, no me la creí.

Me posiciono en frente del espejo y deslizo el labial matte en mis labios. Brenda mira atenta a mis movimientos, no evito reír.

— ¿Este top demuestra mucho? —interpelo mirando por el reflejo del espejo.

—Te hace ver como puta, está bien.

Sonrío gustosa.

—Gracias, quería lograr eso.

Acomodo el cierre de mi pequeña falda acampanada. Mi choker con un bonito dije de luna, se destaca perfectamente en mi cuello.

—Gimena, ya son las siete en punto —sonríe pícara.

Esto me huele a una buena follad... Ricos helados, perdón.

En esos mismos instantes la puerta de nuestra habitación es abierta por una de las monjas.

—Niñas, abajo hay dos jóvenes esperandolas. Se ven muy bonitas, pero usted señorita Gimena, no es de mi agrado su falda... En realidad nada de lo que lleva —hace una mueca de disgusto.

—Hermana Teresa, cuando llegue nuevamente —cruzo dos dedos detrás de mi espalda—, me la quitaré —sonrío.

—De igual manera, no quiero que salgan vestidas así. Más respeto, que es la casa del señor, hay curas aquí. Ahora ponganse algo más largo y decente, gracias.

No jodas, que monja hija de pu... Es una sierva del señor Gimena, así que más respeto.

Me doy una cachetada mental.

—Hermana Teresa —habla mi amiga—. Lamentamos haberle faltado el respeto. La señorita Gimena y yo nos cambiaremos, pero usted debería ir al cuarto de las chicas de arriba. Hemos oído cosas extrañas...

— ¿Cosas extrañas?, ¿Qué tipo de cosas? —pregunta preocupada.

—Cosas relacionadas con la lujuria... al parecer hay un muchacho en alguna de las habitaciones —miente.

La monja sale del cuarto echando humo. Brenda cometió un pecado, qué zorra.

— Te amo ¿Sabes? —sonrío.

Tomo de su mano para salir corriendo de ahí. Llegamos hacia los grandes portones de hierro y encontramos a los dos chicos sentados en el suelo, maldición qué vergüenza. Ambas salimos y al notar nuestra presencia se levantan.

—Lamentamos la demora, es que la monja no nos dejaba salir así vestidas.

— ¿Y qué hicieron para salir, eh?

—Pues bueno, Brenda es una gran actriz —miro a Brenda complice.

—Vaya, además de bonitas son ingeniosas.

¡Cuidado con el sapo!Where stories live. Discover now