Capítulo XI

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Ha comenzado la búsqueda del padre descarriado. Mi tía Virginia, a pesar de ser su medio hermana tampoco sabe nada de él. Lo único que sabe, como nosotras, es que se mudo aquí y ahora tiene un hotel. Ella tiene una amiga en el banco que puede entrar a la base del Registro Nacional. Parece fácil. Poner su nombre ALEJANDRO CABELLO, apretar una tecla y tarán... aparece su cara y sus datos, incluyendo la dirección. Luego hay que notificarlo. Parece que no tardaré en conocerlo o reconocerlo si él quiere hacer lo mismo conmigo.

Compré un vestido negro, sobre la rodilla y sin tirantes. Una chaqueta de jean que tiene aplicaciones con la misma tela del vestido y un par de botas. Las botas fueron el regalo de mi tía. Me recogí el cabello en un moño y me puse un poco de maquillaje. Me veía diferente. Me veía mayor. ¡Me veía linda!

El primero en llegar fue Austin. Media hora antes. Creo que hasta se afeitó, pero como no tiene barba se hizo uno que otro corte y se lo curó con pomada. Me regaló un reloj que parecía carísimo (pobre su padre) y tenía mi nombre grabado. No faltó ni un solo invitado, excepto Lauren, y creo que todo salió muy bien. Incluso la parte en la que tuve que soplar las velas. Hailee gritó: "Pide un deseo!". Cerré los ojos y pensé: Quiero conocer a Lauren. Luego tuve que hacer la tontería de morder el pastel, para felicidad de todos terminé embarrada hasta los brazos de pastel por culpa de Dinah que esperó hasta que estuviera lo suficientemente cerca. Mi madre estaba muy contenta. Me miraba de vez en cuando como diciéndome "¿Ves, amor? Todo está bien". Austin también fue el último en irse. Ya no sabíamos cómo hacer para que se diera cuenta de que era hora de largarse. Yo me duché. Mi madre recogía los platos. Mi tía los lavaba. Dinah le bostezaba en la cara. Faltó poco para que se ponga el pijama y sus pantuflas ahí mismo. Dinah se quedó a dormir. Antes de acostarnos, colgué todas las fotos que tomamos en mis redes mientras Dinah hacía un inventario de mis regalos. Revisé mis mensajes y tenía un mensaje: "FELIZ CUMPLEAÑOS, PRECIOSA". Brinqué hasta el techo y caí sobre Dinah.

―¡Au! ¡Tonta! Mira lo que hiciste con el disco de Ed Sheeran. Lo rompiste con tu trasero.

―¡Qué importa! ¡Lauren me mandó un mensaje!

―¿Qué dice?

―"Feliz cumpleaños preciosa"

―Se debe haber confundido.

―¿Por qué?

―Porque dice "preciosa".

―Ja, ja... qué payasa.

―Oye, Mila. ¿No te estás ilusionando mucho con ella?

―Sí. Pero ya no puedo hacer nada.

―Es que es muy raro ¿No será una monja o algo así?

―Sí, claro. Como las monjas chatean...

―¿Y si tú la buscas?

―¿Dónde?

―Mmm... No sé. En su casa o en su trabajo.

―No sé donde vive. No sé nada. Solo se que se llama Lauren y trabaja en una fábrica de papel.

―¿Cuál?

―Tampoco sé y no puedo preguntar, ¿no sabes eso?

―¡Tengo una idea!

―¡Qué miedo cuando dices eso! Siempre terminamos mal.

―¿Quieres escuchar?

―A ver...

―¿Por qué no la buscas igual que tu madre está buscando a tu papá? Por el Registro Nacional. ¿Ya es mayor de edad no?

―Sí... pero no sé sus apellidos.

―Pero eso sí puedes preguntarle.

―Y ella va a preguntar que para qué los quiero. ¡La chica es una ostra!

―Mmmm... ¡ya sé! Le dices que es para hacer un juego. De esos tontos que hacíamos para saber si los chicos eran "compatibles" con nosotras.

―¡Qué tontería! Se va a burlar.

―Bueno es lo único que se me ocurre...

―Mejor que no se te ocurra nada más. Me estás poniendo ansiosa...

***

Me quedé dormida pensando en la idea de Dinah. Imaginaba que todo daba resultado y que un día llegaba hasta la puerta de su casa y salía Lauren a abrir. ¿Qué iba a decirle? ¿Se alegraría de verme o se pondría furiosa? También se me ocurría que salía su madre con la cara triste y preguntaba: ¿Quién es?. Yo decía: "Soy Camila Cabello, señora", y cuando la llamaba, ella gritaba que me largue. No. No me atrevería. Solo de pensarlo me dolía el estomago.

M e s s a g e s; camren. (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora