Capítulo 7

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Una intensa luz blanca llenaba la habitación con su palidez. Las sábanas de la camilla se veían delgadas y la piel del pecoso era similar al ambiente.

Despertaba paulatinamente al tiempo que dejaba escapar pequeños gruñidos. Abrió los ojos por completo, encontrándose con una difusa silueta. No podía reconocer bien la cara del, que al parecer, era un chico. Minutos de silencio por parte de ambos se hizo presente a la vez que cruzaban miradas.

— Hola. — Hizo un ademán con la mano, sonriente. Los pequeños ojos negros y el flequillo del mismo color del joven que le hablaba le hacía recordar su último momento consciente.

— Changbin. — Reconoció al fin. — ¿Qué pasó?

— Tranquilo, aún no sé la razón por la que te desmayaste, pero estoy seguro de que no es nada grave. — Félix asimiló la situación. Estaba en una cama de hospital. Se desesperó, no quería estar ahí, necesitaba salir.

— ¡Sácame de aquí, por favor! — Abrió los ojos por completo mientras se movía por toda la camilla. Seguía insistiendo.

— Félix, cálmate. — Changbin intentaba apaciguar la situación tomándolo de los brazos, aunque era imposible retenerlo por mucho tiempo.

El pelinegro no hizo más que abrazarlo y apretarlo suavemente. Ambos corazones latían acelerados, y de un momento a otro la paz se apoderaba del lugar.

[...]

El doctor ingresó a la habitación con algunos papeles en la mano, ofreció una sonrisa a los presentes y habló.

— Buenos días. — Fue cordial. — ¿Usted es familiar del paciente? — Se dirigió a Seo.

— Un amigo. — Aclaró.

— Gracias por venir. — Ambos sonrieron. — Bueno, Félix, según algunos estudios que realizamos de tu sangre y demás pudimos concretar que sufres de una afección muy común en adolescentes, así que no tienes por qué preocuparte. Tienes anemia ferropénica, lo que significa que a tu cuerpo le hace falta algo de hierro.

— ¡¿Qué?! ¿Por qué?

— Tal vez has notado un cambio en tu ánimo, normalmente suele ser por una mala alimentación.

— Entiendo. — Bajó la cabeza.

— Pero debes estar tranquilo, hay que agradecer que no fue nada peor, la idea ahora es cuidarse. Te recetaré unas pastillas junto con alimentos que debes evitar y otros que debes aumentar su consumo.

El pecoso estaba arrepentido. Arrepentido de saltarse las comidas, de estudiar hasta tarde, de no cuidarse a sí mismo. Le deprimía el no tener a alguien que se preocupara por él, pero quién mejor que él mismo.

[...]

— ¿SuJin? ¿Qué haces aquí?

— Me dijiste que estabas aquí, vine a verte, Changbinnie.

— Me llamaste, te dije que estaba ocupado y que no podía hablarte ahora ¿No ves que esto es un hospital? Podrías haber esparado.

— La paciencia es una virtud que muy pocas personas tienen, y lo sabes muy bien. — Miraba sensualmente al chico, enredando  los brazos en su cuello.

— Ya, déjame. — Bufó apartándola. Recordó a Félix, e inevitablemente miró la puerta a sus espaldas.

— ¿Ahí está la persona que viniste a ver?

— ¿Qué? No no, sólo vine a hacerme unos chequeos. — Mintió.

— Claro, y por eso estás en este sector. — Rodó los ojos y bruscamente abrió la puerta.

— ¡SuJin! — Gritaba el chico con flequillo, pero ya era tarde. Félix estaba impactado, muchas preguntas se le venían a la mente.

— ¡¿Félix?! — Exclamó estupefacta la chica. — ¿Eres, o sea...? - Miraba a ambos chicos todavía atónita.

A pesar del inesperado momento, el que más estaba sorprendido era el pecoso ¿Qué hacía allí esa mujer que tanto daño le hizo? ¿Cómo conoce a Changbin? ¿Cómo supo que estaba en el hospital? No sabía cómo reaccionar o qué decir, sólo mantenía silencio.

— ¿Changbin, cómo lo conoces? - Preguntó la joven.

— No lo conozco, te dije que vine a hacerme unos exámenes. — Actuó indiferente. Dirigió sus ojos hacia otra parte, evitando la mirada del pecoso. — No es mi problema que ambos se conozcan. — Era otra persona totalmente diferente.

— ¡Váyanse los dos! — Gritó furioso Félix. — ¡Ahora! — Los presentes no hicieron más que irse.

Quedó totalmente solo, procesando todo lo que había pasado. Los recuerdos de esa trágica escena se le vinieron a la mente, pero ahora lo que más le dolía era que Changbin había negado conocerlo.

[...]

Era de noche, la luna llena iluminaba el ambiente junto a las estrellas. Félix había solicitado salir a un pequeño patio del hospital, necesitaba despejarse. Un viento leve corría a esa hora, perfecto para reflexionar. Se sentó en una de las bancas, acomodó su espalda y suspiró. La inesperada visita de alguien a su lado, el cual imitó su acción, lo sorprendió. Seo Changbin. Imediatamente el pecoso se levantó de su lugar y preguntó molesto.

— ¡¿Qué haces aquí?! ¡Te dije que te fueras!

— Félix, cálmate, te quiero explicar

— ¡No hay nada que explicar!

— ¡Claro que si! — Explotó.

— ¡Negaste conocerme!

— ¡Lo lamento, en serio lo lamento! — Decía mientras las lágrimas fluían por sus mejillas. Se veía tan deplorable, una parte que nunca había visto el menor.

— ¡¿Por qué me mentiste?! ¡Dijiste que no la conocías!

— ¡Lo hice para no arruinar el momento!

— ¿Acaso decirme que conocías a mi ex formaría un gran problema? — Silencio.

— Ese día, cuando llegaste a su apartamento, la viste con un chico ¿Verdad? — Comenzó.

— ¿¡Y eso que tiene que ver!?

— Era yo... — Susurró.

— ¿Tú eras qué...? Espera... ¡¿Tú fuíste el que estaba con SuJin?! — Ella nisiquiera estaba ahí, sólo ellos dos, mirándose fijamente a los ojos mientras la ira consumía a uno de ellos por dentro. Félix no resistió y lastimó el rostro del mayor, la sangre comenzó a escurrir por su nariz y labios.

En modo de defenza, y otro de ataque, ambos terminaron golpeándose. La culpa podía no ser de ninguno, pero la ira lograba consumir al pecoso un cien por ciento.

Con las respiraciones agitadas y ya agotados, dejaron caer sus cuerpos junto a un par de lágrimas atoradas en sus ojos. Y sin antes caer en la incosciencia, Félix terminó la pelea musitando:

— Te odio, Seo Changbin.

— Te odio, Seo Changbin

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Anexo || Changlix ✔Where stories live. Discover now