XIII

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Gabriel abrió los ojos lentamente, gracias a el sol que se colaba por la ventana, intentó moverse, cuando sintió unos brazos que se aferraban con fuerza a su cintura, sonrió al recordar que había pasado la primera noche con el pequeño, después de haberse besado y confesado mutuamente lo que sentían uno por el otro. Ahora se encontraba ahí, a su lado, en la misma cama, y le gustaba, le gustaba quererlo tanto, pero también tenía miedo, estaba asustado ¿Qué haría? ¿Cómo enfrentaría a su familia y amigos? — Buen día — dijo Tato, sacandolo de sus pensamientos, y ahí supo como, cuando vio al menor despertar entre sus brazos, con la carita de dormido, con esa sonrisa que marcaba perfectamente esos hoyuelos que desde un comienzo le hicieron perder la cordura, sabía que por ese ser precioso, que le había despertado hermosos sentimientos, enfrentaría al mundo entero, siempre y cuando él esté ahí, para tomarle la mano. — Buen día lindo — le contestó.
Tengo que ir a la facu — dijo con un puchero — Lo sé, y yo a trabajar ¿Desayunamos? — preguntó y el pequeño asintió.

Desayunaron entre medio de café, risas, música, besos y mimos, sin duda alguna podían acostumbrarse a sentirse tan perfectamente bien cuando estaban juntos.

(...)

Luego de dejar a Renato en la facultad, Gabriel se dirigió a su trabajo, y quedó atónito con lo que se encontró. Antonella estaba esperándolo en la puerta del consultorio, tenía muy mala cara.
¿Qué haces acá? — preguntó extrañado, no había visto a la chica hace meses, después de haber terminado la relación tan tóxica que llevaban — ¿Podemos pasar? Necesito hablar con vos — soltó la chica, y el rizado pudo ver la preocupación en su cara, entonces la dejó entrar.

—  Gabriel: ¿Qué necesitas?
— Antonella: Que me escuches, sólo eso. Mira Gabi sé que los últimos días entre nosotros se basaron en discusiones. Entiendo que ya no me quieras, ni nada de eso.
— Gabriel: Yo sí te quiero Anto, sólo que no como a vos te gustaría.
— Antonella: Bueno, sí, como sea, el tema es que estoy acá por un tema que nos compete a los dos, y es muy jodido, no quería enfrentarlo sola.
— Gabriel: Antonella ¿Qué pasa? Ya me estoy asustando.
— Antonella: Gabi, yo... yo estoy esperando un hijo tuyo.

Gabriel sintió como el mundo se le venía encima, las palabras de la chica resonaban en su cabeza una y otra vez, no podía creer lo que había escuchado, era imposible, justo en éste momento donde su vida estaba tomando un camino precioso, justo cuando estaba en su mejor momento con Renato. Se dejó caer en la silla, estupefacto debido a la noticia de la morocha, lentamente sus ojos se fueron cerrando, y a lo lejos sólo podía escuchar la voz de Antonella, gritando su nombre, de repente todo era oscuridad, se desmayó.

Polos opuestos {Terminada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora