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Quince días, quince días habían transcurrido desde que Gabriel dejó de mandarle mensajes a Renato, el menor de encontraba preocupado por esto, si bien nunca le había contestado ni uno, se sentía bien saber sobre él, saber como estaba, o si ya había nacido su hijo, pero de repente, de un día para el otro, no tenía manera de saber de él, y le dolía, y Julián se daba cuenta de eso.

El chico estaba muy enamorado del castaño, aunque estaba al tanto de la situación, sabía de los mensajes, un día por casualidad vio uno en su celular, y la curiosidad hizo que lo revisara, uno por cada día, 123 mensajes en total, Renato no había borrado ni uno sólo. Sin embargo seguía a su lado, anhelando que alguna vez lo ame, aunque sea una parte de lo que él lo amaba.
Durante éstos quince días Quattordio había estado distante, Cerati no aguantaba más la situación.
Tato, tenemos que hablar — le dijo en un tono serio, pero comprensivo, porque así era él, serio pero tierno, bueno, pero no boludo.

Renato: ¿Qué pasa?
— Julián: No sé, decime vos.
— Renato: Vos me dijiste para hablar. No entiendo.
— Julián: Éstos últimos días estuviste distante conmigo ¿Me queres contar el por qué?
— Renato: No es nada.

Mentía, el ojimiel lo sabía, y odiaba las mentiras, era una de las razones por las que comenzó a salir con Renato, porque el también las detestaba, por lo menos hasta ahora. — ¿Te sigue mandando mensajes? — preguntó, y el mayor lo miró, tenía una expresión de confundido, pero a la vez sorprendido
¿Cómo-cómo sabes de los men-mensajes? — dijo tartamudeando debido a los nervios — Una vez los vi en tu celular, no quería revisarlo, pero me ganó la curiosidad, y te pido perdón por eso — increíble, el que estaba mintiendo era el, y aun así Julián seguía disculpandose — No, no me manda más mensajes — respondió encogiendose de hombros — ¿hace cuánto dejo de hacerlo? — interrogó una vez más — Quince días — contestó confundido por la pregunta ¿Por qué le interesaría saber hace cuánto? En cuanto Cerati escuchó esa respuesta entendió todo, por eso Renato estaba tan raro y distante, seguía enamorado de Gabriel, al punto de que unos simples mensajes lo hacían cambiar de ánimo, ahí fue cuando comprendió que no tenía nada más que hacer ahí — Tato, te amo, pero vos a mi no me amas — dijo, el chico intentó interrumpirlo — No hables, ésta vez escuchame a mi. Yo te amo, vos a mi no, y si bien para mi es suficiente con tenerte a mi lado, no puedo competir con él, porque a él sí lo amas, estás enamorado, y entiendo que uno no elige de quien enamorarse, sino yo hoy no estaría acá sufriendo por vos. Por eso hoy deciso abrirme, y te pido un sólo favor — habló mientras la lágrimas comenzaba a caer por su rostro, como si un diluvio se tratase, Renato asintió — Quiero que seas feliz, así que no pierdas ésta oportunidad, Gabriel te ama, no por nada decidió mandarte 123 mensajes estos cuatro meses, no seas necio y anda a buscarlo. — finalizó saliendo de la casa. «Tiene razón» pensó el castaño, tomando las llaves de su auto, y ahora él era el que salía por la puerta.

Polos opuestos {Terminada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora