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POV's JACKSON

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POV's JACKSON

Mis brazos estaban alrededor del cuerpo de Julieta abrazándola mientras veíamos el bello paisaje que se alzaba en el lago trasero de la cabaña, mis manos alrededor de su cintura y sus manos sobre ella jugando con mi sortija mientras el silencio – cómodo – nos inundaba.  Y era cómodo estar a su lado en aquel lugar los dos solos, era domingo y el reloj marcaba las 14:56p.m.

— Te digo lo mejor de este momento a tu lado.

Asiente. — Si.

— Tenerte acá entre mis brazos es lo mejor que me a podido pasar.

Se ríe. — ¿Por qué?

— Sin una preocupación en el mundo, mis brazos alrededor de tu cuerpo para protegerte del frío. Dos almas calentándose por la compañía del otro. — bese su cuello levemente haciendo que se estremeciera en mis brazos y suelta otra risita — Dos corazones bailando bajo la lluvia fría.

— Recordé lo de la azotea. — murmura y mueve un poco su cabeza para depositar un beso en mi mejilla — Después el beso que me diste, pese a que estaba enferma y tú ¡Maldito no te enfermas con nada!

Carcajeo. — Mis defensas son más altas que las tuyas, o dime. — aclaré mi garganta — ¿No tienes gripa después del baño de anoche? — susurré en su oído. Tembló y se alejó mirándome mal.

— A veces pienso que te volverás sexopata.

— ¡Julieta! — exclamé fingiendo sorpresa — ¿Con esa boca besas a tu madre?

— ¡Estúpido! — golpea levemente mi pecho — Con está boca... — su dedo índice golpeta sus labios — Te beso a ti. — rueda los ojos.

— Ven, no te alejes de mi. — la tomé de la cintura haciendo que ella me rodeará con sus brazos fuertemente y su rostro quedará pegado a mi pecho — ¿Tomaste la pastilla?

No era que no quisiera tener un hijo, ¡Claro que quería tenelo y más con ella! Pero, ahora no estamos listos para ello.

— Mjm. — acerca su oído a mi corazón que late desenfrenado y se ríe — Te dará un paro cardíaco.

— Moriré por tu culpa. — gruñó molestandola.

— ¡No! — exclama — No mueras, no aún.

Bese su cabeza y las manos de ella se colaron por el interior de mi camiseta. Frías y delgadas, traza líneas en mi espalda.

— Estás muy fría. — murmuré — Ven, entremos.

— No, está temprano, es el resfriado que pesqué por tu culpa.

— Amor, anoche no decías nada después de la...

— Cállate.

— Callame.

Maravillosa TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora