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Esto tiene que ser una especie de cámara escondida de algún tipo, por favor, esto no sucede en la vida real.... Y si sucede no es a mí.

Fruncí el ceño y lo mire a los ojos, podía ver el miedo. Una persona sensata debería haber dudado aunque sea un poco más, pero como mi bondad raya en la estupidez ni siquiera lo pensé.

-¿Qué necesitas?, ¿Qué sucede? –pregunté.

-Me están siguiendo. –respondió con urgencia volviendo a mirar hacia afuera.

-¿Quién?, ¡¿Por qué?! -Empecé a dar la vuelta al mostrador para pararme a su lado.

Suga hyung me tomó de los hombros, agachándose ligeramente para mirarme directo a los ojos, tomé en cuenta que en realidad mediamos casi lo mismo.

-Cuando salí de aquí me dirigía a casa de un amigo que vive a unas calles, pero llegando allí unos tipos salieron de la nada e intentaron robarme, les dije que no tenía nada y quisieron llevarme con ellos, así que salí corriendo, pero creo que me están siguiendo. –las palabras salieron atropelladas en su explicación.

El miedo subió por mi espalda nuevamente, mientras el rubio volvía a mirar hacia afuera.

-¡Llamemos a la p-policía! –esa era la respuesta lógica que azotaba las paredes de mi cerebro.

-No llegaran a tiempo, me estaban pisando los talones. Me sorprende que no estén aquí ya.

-¿Qué hacemos?, ¿Qué hago? ¡¿Y si tienen armas?! -el pánico empezaba a entrar a mi sistema, haciéndome gritar las preguntas una detrás de otra.

-Hey, hey, hey, Jiminnie. -Suga me zarandeo ligeramente para que le prestara atención. -¡Tú vas a estar bien! Me están buscando a mí, no creo que te hagan nada, hay cámaras aquí dentro.

-¡No sirven! ¡Son de mentira! –chille al borde de la histeria.

-¡¡P-pero ellos no los saben!! Escóndeme y si entran buscándome solo diles que no ha pasado nadie por aquí. –sus palabras con intención de calmarme no estaban haciendo efecto.

Esta vez fui yo quien miró hacia afuera con desesperación y luego sentí algo cálido en mi mejilla, la mano del rubio hizo que girara mi rostro para mirarlo a los ojos nuevamente, una pregunta silenciosa se pronunciaba en ellos con ansiedad.

Junta coraje, ¡Jiminnie! ¡Es tu oportunidad!

-Ok... ¡OK! ¡OK! ¡Un escondite!

Dejé mis ojos vagar por el negocio, no había muchas opciones, podría escapar por la puerta de emergencias pero la alarma sonaría, era la única maldita cosa en ese negocio que funcionaba.

Podría esconderlo en el baño pero era la única otra puerta y por lo tanto la única otra opción, había una ventana pequeña encima del inodoro pero aunque Suga hyung era lo suficientemente delgado para caber por ahí, tardaría unos minutos para salir sin romperse la cabeza al caer.

Di una ojeada la caja registradora y recordé una noche en la que el aburrimiento me pudo, y lo que descubrí en ese aburrimiento.

Mi mente destello y miré de arriba abajo el cuerpo del peli rubio quien bajó su vista mirándose confundido.

Era bastante más delgado que yo, tal vez un poco más ancho de hombros y pecho, pero teníamos casi  las mismas medidas.

-Venga. ¡Rápido, hyung! –señalé.

Fui detrás del mostrador otra vez y me arrodillé frente al mueble de dos puertas de melamina blanca, lo abrí con la llave, saqué mi mochila y la caja de rollos de papel para la máquina registradora, al final también saque la madera que estaba en medio del mueble dividiéndolo en dos.

-¿Estás seguro que entro ahí? –preguntó el rubio nervioso.

Me paré llevando la madera hacia el baño, acomodándola entre el lavabo y la pared, puse las escobas contra ella y cerré la puerta.

-Yo entro, usted no es mucho más grande que yo. –expliqué ante su escepticismo. –Vamos. ¡No hay tiempo que perder!

Suga se metió y llevo sus piernas al pecho, sentándose de costado puso su cabeza contra sus rodillas. Entraba perfecto.

-Voy a cerrar la puerta...-anuncié.

Pero al intentar cerrar, quedaba una pequeña abertura no superior a 10 cm.

MIERDA!

-¡No sirve Jimin! ¡Mi hombro no te dejará!

Miré hacia afuera de nuevo, mientras forcejeaba contra la pequeña puerta, y entonces los vi.

Eran dos tipos enormes, con ropa un tanto llamativa, el más bajo debía medir un metro ochenta, con chaqueta de un rojo brillante, camisa con estampado de cebra, pantalones negros ajustados y ni un cabello en su cabeza.

El otro media centímetros más que el primero y vestía un poco menos colorido, con un saco negro y una camisa bordo, una cicatriz comenzaba en su ceja y terminaba en el nacimiento de su cabello negro.

Ambos se dirigían a través del estacionamiento hacia el negocio, uno iba hablando por celular mientras que el otro encendía un cigarrillo.

-C-creo que ahí vienen, hyung.

No había escapatoria, a menos que...

-Hyung, tranquilo, pero voy a tener que cerrarlo con llave. –mi voz temblaba un poco, adrenalina corría por mis venas.

-¡¿QUÉ?! ¡Jimin! –no le di tiempo a protestar.

Empujé la puerta del mueble con todo mi peso sobre la cadera y cuando se acercó lo suficiente metí la llave, después de medio segundo de forcejeó lo logré.

CLICK.

El sonido de la traba se alzó en el silencio.

-Sé que es incómodo, hyung pero haga silencio... -susurré contra las puertas del mueble.

Tomé rápidamente una paleta de mi mochila y sacándole el papel la metí en mi boca, acomodé el banquillo color blanco en donde estaba anteriormente y me senté volviendo a tomar el libro que dejé abandonado minutos antes.

Tomando mi mejor posición de "casualmente aburrido" suspiré justo cuando la puerta de la tienda se abría con su característico sonido de campanitas.

Strangers in the NightWhere stories live. Discover now