Seven Lovely Moments [BNHAweek2018]

Día 4: Fantasía /Tritones

La noche fría y oscura caía sobre la tierra y la tormenta inclemente azotaba los mares, los relámpagos iluminaban brevemente el cielo nocturno y las olas embravecidas se mecían de un lado a otro violentamente.

No era el clima perfecto para volar, sin embargo cierto chico rubio de amable apariencia había salido de la seguridad y calma de su hogar, a la azarosa interperie solo por un pequeño capricho que había tenido. Pero quién lo culpa, le encantaban las alitas que vendían en la bahía, con su salsa, calientitas, con limón y sal, en fin a él le encantaban pero por distraído perdió el rumbo y para colmo de sus males, una horrible tormenta salida de la nada, estaba presente justo por donde él pasaba.

Llevaba su traje de aviador, una chaqueta beige al igual que sus pantalones, unas botas negras y unos guantes además de su visor protector para ojos. Volar necesitaba de varias precauciones y las tomaba, incluso cuidaba todas las plumas de sus enormes alas rojas.

Ahora, en cambio se dirigía a ningún lugar, mojado y cansado, con frío y lo peor de todo, sin sus alitas de pollo.

-Maldición ¿Porqué a mi? - se quejaba mientras trataba de encontrar algún lugar donde descansar y refugiarse. La lluvia era intensa y muy fría, no ayudaba el hecho de que el mar también salpicara. A esas horas de la noche un ángel como él no debería estar rondando pues los monstruos marinos podrían matarlo y devorarlo.

Hawks nunca había visto a un monstruo marino en persona pero le habían enseñado sobre eso en la escuela, además él era el mejor de su clase, volaba mejor que todos ahí por eso era algo confiado y esperaba poder esquivar las criaturas que salieran de las profundidades para deglutirlo.

En ese momento divisó a lo lejos la silueta de un risco, probablemente era la costa y ya no debía estar tan lejos, con las pocas energías que le quedaban batió más fuerte sus alas esperando llegar más pronto, pero el malestar no se hizo esperar. Al sobre esforzar su cuerpo en un clima en extremo frío, sus músculos se tensaron hasta llegar a un calambre. Le dolió la espalda como jamás le había dolido y sus grandes alas rojas dejaron de responder.

Mientras caía hacia una muerte segura, pensaba en todas las posibilidades de morir heroicamente y después pensaba en su suerte y en lo mala que era a tal grado que sinceramente no le sorprendía tener que acabar así, simplemente se resignó y esperó su último momento.

No pasaron muchos segundos hasta que su espalda y sus alas entraron en contacto con el agua gélida del mar. El golpe de tan elevada altura le dolió, pero no fue suficiente para matarlo.

Genial. Pensó mientras el resto de su cuerpo entraba en el agua. Sabía nadar pero con toda su pesada ropa puesta era difícil y ahora si estaba cien por ciento seguro de que algo iba a atacarlo y comerlo.

Le parecía irónica la idea de morir devorado cuando el plan inicial era que él se devorara una buena orden de alitas, tal vez un refresco y unas papas. Intentó reír ante el pensamiento pero el agua se lo impidió.

Sacó su cabeza a flote mientras movía sus brazos y piernas en un intento por nadar hasta aquel lejano risco que había visto. El agua era oscura en un tono alarmante y sus extremidades sufrían un poco al tener que cursar una superficie tan helada.

Sus lentes protectores estaban empañados por su respiración y mojados por las gotas de la lluvia lo que le dificultaba en gran medida la visión.

Sabía que su fin sería lento y doloroso, podría incluso ahogarse o morir de hipotermia. En ese momento no le importaba la forma de muerte simplemente quería morirse ya para dejar de sufrir tanto.

Pasó lo que para él se sintieron como 20 largos y agonizantes minutos cuando la visión comenzó a borrarsele de verdad, le dolía mucho la cabeza y no podía seguir nadando, estaba exhausto. Lentamente cerró los ojos abatido por el cansancio. Estaba perdiendo la conciencia, su vista se oscureció y sus músculos se relajaron, todo su cuerpo comenzó a hundirse en la negra masa de agua hasta que no supo más de sí.