9: Kiri, una mente maestra.

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   Voy al kiosko a relevar a mi tío. Se va y me deja allí, entre los periódicos que acaban de llegar recién salidos de la imprenta. Cambio de sitio los ejemplares que acaban de traer por los viejos.
  
    - Buenos días, Katsuki.
  
   Es la mujer del dueño de la agencia donde trabajo por las tardes la que entra, con su elegancia y su perfume. Así es, el perfume de las mujeres es importante. Un perfume desvela quiénes son, el carácter que tienen. Si una mujer lleva un perfume dulce, para mí es de las que se conforman, si en cambio lleva uno especial o difícil, si es un perfume que al cabo de un rato te gustaría volver a oler, entonces diría que es una mujer interesante. Justo como me parece recordar que es el perfume de esta señora.
  
   - ¿Le doy lo de siempre?
 
  - Sí, gracias.

   Meto los periódicos y una revista en una bolsa. Me acerco a la señora. Ahí está, es el mismo, no ha cambiado de perfume. Shoto también llevaba un perfume particular. Un perfume muy difícil. Izuku, en cambio, no lleva perfume, huele a ella, a recién salida de la ducha, a desodorante o quizá a la crema que se ha puesto por todo el cuerpo, delicada y envolvente, suave y ...
  
   - ¿En qué estás pensando? Veo que sonríes.
  
   - Oh, en nada. Estaba pensando en que anoche salí con mis amigos...
  
   - ¿Había alguna chica?
 
  Decido ser sincero.
  
   - Sí, había dos.
  
   La señora me da veinte euros.
  
   - ¿Y una de las dos era bonita?
  
   - Sí, una chica preciosa. Tome la vuelta.
  
   - Bien, me alegro de verte así ¡seguro que te toco ésa!
  
   - Sí... creo que fui yo quien le tocó a ella.
  
   La señora me sonríe. Y se va dejándome así, con parte de la vuelta en la mano y una sonrisa embobada.
  

   - ¡Ya estoy aquí!- Kiri entra como un huracán- ¡Tachán! Cruasanes y capuccino ¡para brindar por la cita! Ah, ¡Yo le clavé el arpón!
  
   Pone la bolsa con los cruasanes en el mostrador. Abro la bolsa y cojo un trozo de cruasán, todavía está caliente y fragante. Kiri me pasa el vaso. Lo cojo y me lo bebo, no está demasiado dulce ni demasiado caliente, perfecto. Continuamos desayunando en esta hermosa mañana de domingo con el sol todavía templado, poco tráfico y aire fresco.
  
   - ¿Y qué? No me has dicho nada.
  
   - ¿De qué?
 
  Me guiña el ojo.
 
   - ¿Bien?
  
   - Bien ¿el qué?
  
   - ¿Cómo fue?
  
   Me como otro pedazo de cruasán.
  
   - ¿Qué quieres? ¿saber los detalles?
 
  - Pues sí, qué tiene de malo. Yo cuando la desnudé...
  
   Deja el vaso sobre las revistas.
  
   - ¡Cuidado, que no se te caiga!
 
  - Sí, sí, qué pelmazo- pone las manos abiertas hacía el vacío- ¡Tiene dos tetas así!... Subí a su habitación, en el hotel... ¡Y oye, al cabo de un rato, abajo pensaban que había un terremoto!
  
   - ¡Me lo creo, con lo que pesas!

   Nos pasamos toda la mañana riendo y bromeando.
  
   - Te he preparado una sorpresa, mira...
 
    Me asomo desde el kiosco y la veo llegar. Izuku.
  
   - Pero bueno, ¿Tú eres idiota?
  
   - ¿Por qué? Está felíz de verte, te hace compañía y, en mi opinión ¡con ella aquí todavía venderás más!
  
   Kiri la saluda y se aleja mientras ella entra divertida. Está preciosa y sonriente, sin una gota de maquillaje.
  
   - Ciao ¿no estás felíz de verme? Eijiro me dio las indicaciones.
  
   Me enseña una hoja de Google Maps impresa con instrucciones precisas del camino a seguir. Reconozco perfectamente la letra de Kiri.
   
   - Y también me ha dicho que te diera esto ¡Fui y compré en una tienda cerca de aquí!

   Abro la bolsa. Hay dos bandejas perfectamente tapadas con papel aluminio y unos sobrecitos de papel, y también una nota. La abro.

   "Querido Blasty: ¡Después no digas que no pienso en ti! ¿Qué más se puede pedir? ¡Un sueño como Izuku, que incluso te trae algo de comer! ¡Y todo pagado! Pues, te he hecho el programa del día: trabajas hasta cuando quieras con tu ayudante. Después, a las ocho y media he cogido entradas para Denki e Izuku. Irán a ver Butterfly al Teatro de la Ópera. Se emocionarán y después de la ópera estarán coladitas. Nosotros jugaremos al póquer en casa de Hanta, última mano a las once y media, porque después tenemos un compromiso... una mujer nunca tiene que estropear las costumbres con los amigos."

HappinessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora