Capítulo 17

4.8K 312 21
                                    

  
  

Me llevó toda la tarde conversar con Patrick. Ya eran las nueve de la noche y estaba volviendo a casa. Recién me di cuenta que mi celular lo había olvidado en casa de Theo y no tenía como comunicarme.

Cuando llego veo los autos de los chicos estacionados. Suspiro, no tengo ganas de ver a nadie. Me duele muchísimo la cabeza y repentinamente mi humor decayó por lo cual espero que nadie intente conversar conmigo porque mataré a alguien sino.

Desciendo y los guardias me saludan con un asentimiento de la cabeza, abriéndome las puertas de la casa. Apenas los guardias me vieron, se comunicaron con alguien. Seguro avisaron que he llegado a la casa. Apenas pongo un pie en la casa, Theo aparece con cara de pocos amigos y me toma del brazo para arrastrarme a la sala donde están todos. Me suelto bruscamente de su agarre y lo miro mal.

—¿Dónde diablos estabas Amaia?—suelta con enojo.

—Vuelve a sujetarme de ese modo y a arrastrarme y te corto los dedos, imbécil.

—No me amenaces. Responde mi pregunta.

—No te importa, no fastidies.

Intento irme a la habitación pero Theo vuelve a tomarme del brazo. Me suelto y por impulso, golpeo su mandíbula. Escucho exclamaciones de sorpresa de parte de varios en la sala e incluso de guardias que están vigilando ahí. Theo me mira con cara de pocos amigos y antes de que haga algo, Alex se pone delante mio, cubriendome con su cuerpo.

—Ni se te ocurra ponerle una mano encima—el tono de voz de Alex suena aterrador para cualquier persona. Me mantengo con la misma expresión de furia hacia Theo. Tomo el brazo de Alex y lo aparto con lentitud indicándole con una seña de que estoy bien. Se queda a mi lado.

—¿Dónde estabas Mai? Estábamos preocupados por ti—dice Nate, para aligerar la tensión del ambiente. La mirada de Theo sigue sobre mi y yo se la devuelvo, desafiante. Al escuchar a Nate me río sin gracia, todavía sin correr la vista de los ojos de Theo.

—Claro, preocupados por mi—digo sarcástica. Theo me hace señas para que no siga fastidiandolos y hable—No les importa donde estuve, no es de su incumbencia. Estaba encargándome de asuntos importantes mientras tu estabas muy ocupado esta mañana, lamento no interrumpirte para avisarte—digo con ironía mirando a Theo. Entrecierra los ojos y hace un gesto que no entiendo. ¿Se arrepintió? ¿Está satisfecho? No te entiendo Theo, juro que no lo hago. Él no dice nada, ya no está enojado y me mira con su típica indiferencia en los ojos. No dice nada y eso hace que me sienta mal conmigo. Cassandra se me acerca con su rostro teñido por la preocupación y el miedo.

—No respondiste las llamadas ni mensajes, creímos que te había pasado algo.

—Estoy bien, olvidé mi celular en la habitación y me di cuenta tarde.

—Avísame la próxima, quiero acompañarte Amaia.

Por alguna razón, siento furia en mi. Nunca nadie se preocupó por mi y no quiero que lo hagan. Es una pérdida de tiempo.

—No necesito guardias ni compañías. Sé cuidarme sola, no necesito de nadie. Ojalá me hubiera pasado algo, así no tendría que verlos nuevamente. No me molesten, y no me esperen para cenar. No tengo hambre.

Suelto sin medir ni pensar mis palabras. No tengo tiempo para arrepentimientos ni para sentirme mal. Me giro para dirigirme a mi habitación y gracias a dios ninguno me sigue ni me dice nada. Cierro la puerta con seguro y me tiro a la cama a pensar en lo que sucedió hoy.

Siento punzadas fuertes en mi pecho y no se por que razón. No se si es por Theo, por Patrick, por mi o por cosas de las que me enteré hoy y no tenía ni la más mínima idea. Nunca tuve esta sensación de estar perdida sin encontrar un camino por tomar. Es como si tuviera la sensación de que todo lo que yo haga, va a terminar mal y odio perder el rumbo de las cosas.

Soy una persona a la cual le gusta tener todo organizado y bajo control. Me gusta tener poder por sobre todo y que las cosas sean como quiero. ¿Por qué todo siempre se tiene que ir a la mierda en el momento menos esperado?
  
 
***
  
  
Despierto con la sensación de ser observada. Maldigo internamente al no tener mi navaja debajo de la almohada, pero tengo mi arma en la mesa de luz. Antes de tomarla, recuerdo que no estoy en mi casa y que la casa de Theo tiene demasiada seguridad como para que alguien entrara con mala intención. Abro los ojos al sentir una mano acariciar mi rostro.

Theo está mirándome mientras me acaricia y sonríe con ternura. ¿Y a este que le pasa ahora?

—Supuse que me habías escuchado. Lo siento. Creí que te habías ido por mi culpa y no supe que hacer. Creí que estabas con Alexander—suelta su nombre con desprecio—y hasta hubiera preferido que estuvieras con él antes que con cualquier otro hombre. En serio lo siento, nunca quise que pasara.

Frunzo el ceño. Deja de confundirme Theo. No le respondo y parece que eso lo inquieta.

—Sé que no estuve bien, pero estaba enojado—empieza a hablar con desesperación, como si temiera que yo me fuera en cualquier momento— Entendí tarde que reaccionaste así porque es difícil para ti, porque no fue algo lindo lo que pasaste. Lo siento, Amaia. No quería hacerte sentir...—lo interrumpo mientras me siento en la cama y lo enfrento.

—¡Ya deja de confundirme Theo! Siempre que estas conmigo me dices cosas lindas y pasamos un buen momento pero luego te vas y buscas a otra mujer. No te entiendo, quiero hacerlo en verdad, pero no puedo. Yo no...—toma mi mano y la aprieta con las suyas.

—Sé que soy un imbécil, pero es que no puedo pararlo. Estoy acostumbrado a hacer este tipo de cosas y no se que hacer. Estoy sintiendo cosas que me dan miedo y no quiero perderte.

—Basta.

—Es en serio, no quiero perderte pero tampoco se como hacer para tenerte conmigo.

—Basta, Theo. Sé lo que quieres y no vas a lograrlo. No estaré detrás tuyo como todas esas mujeres a las que acostumbras, tampoco seremos como Cassandra y Christian.

—¡Yo no quiero eso!

—¡Entonces no se que es lo que quieres! Explícame, porque no lo entien...

Toma mi rostro y me acerca a él uniendo sus labios con los míos. Suspiro con frustración y le sigo el beso. Me besa con desesperación e intensidad a la vez y yo trato de seguirlo. Cuando se separa, une nuestras frentes.

—Sé que soy complicado, no soy para nada fácil de entender. Pero déjame intentarlo, déjame demostrarte que es lo que quiero.

Suspiro nuevamente y asiento. Es momento de dejar que las cosas fluyan, si es como debe ser entonces que así sea.
 
  

  
  
  
  




Amaia©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora