Capítulo 4

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Los planes para hoy eran estar todo el día en la playa. Sin mentir, no sé qué quieran hacer los demás, pero yo quiero relajarme y nadar. Soy la primera que se levanta. Me pongo mi traje de baño y bajo para desayunar. Le pido a Elena unas tostadas y jugo de naranja. Ella me mira de manera extraña ante mi prisa por irme pero es que quiero irme antes de que los demás despierten. Desayuno lo más rápido que puedo y luego me voy.

La playa queda detrás de la casa. Hay un puente de madera que te lleva hasta ella. Cuando llego coloco todo lo que traje en la arena. Mi toalla y el bulto con mis cosas. Me pongo bloqueador solar y espero unos minutos. Camino hasta la playa me detengo en la orilla y estiro mi pie para tocar el agua. No es fría pero tampoco caliente, se siente perfecta. Mientras me voy adentrando el agua refresca mi cuerpo y mi mente. Me relaja, justo lo que buscaba. Nado sin parar hasta que me canso. Luego me dejó flotar, dejó que la corriente me lleve. No lucho contra ella, sólo dejó que fluya.

Una eternidad después, o así me pareció, escucho risas en la orilla y música. Suspiro porque sé que mi paz terminó. Mi tiempo de relajación se va a convertir en miradas incómodas entre Doutzen y yo.

Después de nuestra pequeña conversación de anoche. Donde no conteste a su pregunta y sólo me fui. No sé cómo actuar. Hay cosas que él no sabe, aunque la historia sea de ambos. Muchas cosas pasaron y él nunca se enteró.

—Luna— gritan

Colocó los pies en la arena y miro hacia la orilla. Allí están todos. Con sus trajes de baño, y los chicos sin camisa. Lo que me faltaba, la tentación.

Alzó mis manos en forma de saludo y ellos se van metiendo al agua. Izan es el primero en llegar hasta mi.

Me sorprende con un abrazo.

—No sé que hiciste pero Aledis no se enojo conmigo.— dice agradecido

—Ella te importa, ¿verdad?— aseguro, él sólo asiente.

—¿De qué hablan?— pregunta Lía

—De nada.— digo sonriendo, ella alza una ceja. Me mira de manera extraña y sólo puedo pensar que sospecha algo.

Cuando todos llegan hasta nosotros Jerald empieza a chapotear agua.

—Guerra— grita Jezabel

Todos nos reímos, pero luego empezamos a tirarnos agua. Todos contra todos.

Lionel coge a Lía por las piernas y la sube a sus hombros.

—¿Quién va a pelear contra nosotros?— pregunta Lionel

—Nosotros— grita Izan, rápidamente coge a Aledis y la sube a sus hombros.

Comienzan una pelea. Ambos equipos duran más de tres minutos en una lucha que parece no terminar próximamente. No me quedó para el final y salgo del agua.

En la arena se encuentran Doutzen, Haziel y Jezabel. Camino hacia mi toalla y me acuesto boca a abajo. Broncearme me vendría bien.

—¿Quieres bloqueador?— pregunta Doutzen, lo reconozco por la voz.

—Quiero broncearme, el bloqueador impedirá eso.

—Tú piel es perfecta así, no necesitas broncearte.— se recuesta a mi lado. Alzó mi cabeza para verlo, tiene sus brazos debajo de su cabeza. Vuelvo y escondo mi cabeza. Y yo que pensaba que habrían miradas incómodas entre nosotros. Él sólo me está hablando como si nada.

—Gracias, pero quiero broncearme.— escucho que se mueve. Siento que se pega más a mi y luego siento su mano en mi espalda. Desata la parte de atrás de mi traje de baño, tan lentamente, como si quisiera torturarme. Mi cuerpo tiembla y me remuevo.

Una Noche Où les histoires vivent. Découvrez maintenant