✖ Amenazar ✖

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Los regaños se presentaron en todo el camino. Popee aún tenía lagrimas petrificadas en sus pómulos, haciendo caso omiso a todas las palabras de su pareja, el cual se encontraba másque enojado por la escena que el mismo había montado frente a sus amigas. La tarde fue un silencio mutuo, ninguno se dirigía la palabra, tan solo miradas que hacían una tensión aún mayor, casi tanto que podría cortarse con un par de tijeras, las cuales el joven de rubias hebras deseaba para poder cortar su propia garganta e irse al carajo en ése preciso momento.
Estaba descansando en aquella pequeña habitación dirigida principalmente a sus trucos cuando su celular empezó a sonar. Eepop le estaba llamando.

-¿Qué ocurre?-
Tomó el aparato, encontrándose con la alarmada voz de la mujer, obviamente estaba así desde la salida con él y su novio. A ese punto pensaba que la actitud de la chica era exagerada, pues normalmente aguantaba cosas peores, mas claramente ella no lo sabia o seguramente haría un gran escándalo.

-¿¡Como me preguntas eso, Popee!? ¡Dime que demonios fue eso que acaba de pasar con Kedamono! ¿¡Acaso enloqueció!?-
Él solo se quedo en silencio, haciendo que la preocupación de la contraria solo aumentara a pasos agigantados.
-¿Acaso te ha estado tratando así todo este tiempo? ¡Pensé que solo eran simples peleas ocasionales!-
En verdad estaba asustada por el estado del contrario, sabía que no era estable, no desde la muerte de su preciada hermana menor.

-No, solo fue algo tonto.-
Mintió, intentando camuflar su voz quebrada después de todas esas horas llorando.

-Popee, no puedes seguir con esto.-
Le advirtió en vano, recibiendo un chasquido de parte de la lengua ajena y una risa fingida que se notaba a leguas lo falsa que era.

-¿Lo dices por estar preocupada por mi o por lo de la otra noche?-
Se refirió al beso, logrando que la chica guardara silencio unos instantes. No era algo que le pudiera enorgullecerse, sin embargo eso estaba mucho más alejado de la actual preocupación de la rubia de lo que parecía. Realmente le asustaba ese estado en el que continuaba.

-¡No es eso! Simplemente no puedes seguir en esto sin destruirte.-
El muchacho miró a otro lado y empezó a pasearse por la habitación a paso lento, pues era una forma de al menor canalizar toda la angustia que le recorria a viva flor de piel.
-Debes terminar con el.-
Respondió finalmente con voz seca, sencillamente la respuesta del contrario no sería la mejor.

-No. Eso fue una tontería y no ira peor.-
Se engañaba así mismo, pues no era tonto y al menos una parte muy profunda en el entendía lo que estaba pasando y lo mal que podría ser, mas el amor le cegaba, no podía admitirlo.
-Si eso es todo, adios.-
Cortó la llamada con la respiración agitada, sosteniendo su cabeza con un agudo dolor invadiendola. Salió de la habitación encontrado de frente al mayor, a lo cual tragó saliva con nervios por todo su cuerpo.

-¿Quién era?-
Elevó una ceja, siendo posible para el ajeno notar su enojo con claridad, pues dentro de casa no solía llevar mascara.

-Solo era Eepop.-
No diría el motivo y esperaba que él no le hubiera escuchado, el día fue lo suficientemente malo ya en ese punto, lo que menos deseaba era un problema con su novio. ¡Dios, lo único que deseaba era abrazarlo con confianza y sentir amor de su parte!

—¿De que hablaban? Ella nunca me ha querido mucho.—
Hizo una pausa y fijó la mirada en su ajeno, tomando su muñeca con una fuerza que llegaba incluso a dañarlo.
—Ella siempre te ha visto con otros ojos.—
Se quejó notando el nerviosismo del menor, claramente ese comentario le alteró.

—Nada en especial.—
Suspiró intentando evitar aquella mirada que le envenaba de a poco.
—No lo creo, amor. Igualmente no importa.—
Negó con su cabeza. Kedamono claramente aprovecharía esa oportunidad para seguir dominando de forma lenta a su tan querido chico.

—¿No pensaras dejarme por ella? Porque si lo hicieras, juro que me mataría.—
Susurró al oído del adverso, dejándolo helado al contacto de su aliento en la piel de su oreja.

—¡Claro que no! No sera necesario siquiera que lo pienses. Siempre estare contigo!—
Le abrazó con sus ojos llenos de lagrimas ante aquella imagen mental que le hizo tener. El mayor solo sonrió victorioso.

Tal vez los daños hacía si mismo no eran tan terribles para Popee, no obstante la idea de que Kedamono fuera herido por su culpa le llenaba de miedo. Simplemente no quería perder a lo que más amaba solo por ser alguien totalmente débil.

Violentómetro [Popee the performer] [Popkeda]Where stories live. Discover now