Capítulo 1

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   La sombría ruta dejaba ver el oscuro horizonte. Sin estadías alrededor, ni siquiera carteles, parecía muerta.
   A Isabela no le importaba.  Tarareaba a tono una canción y pensaba que iba a hacer al llegar a su destino, cuánto se quedaría y cómo reaccionaria su madre.
   Todo cambió cuando el auto frenó, solo y de golpe. El motor se apaga. La chica trató de encenderlo pero el ruido del motor no aparecía. Salió del coche, tenía una rueda pinchada y , a pesar de la lluvia, se divisaba humo del capo.
-Mierda...- dijo
   Trató de llamar a alguien pero le fue imposible; no había cobertura. Caminó unos metros y encontró un pueblo dentro de rejas. Veía algunas casas y alguna que otra tenue luz encendida.
   A Isabela le recorrió un escalofrío, no le daba buen ambiente pero era su única salvación. O eso creía.
   El portón chirría al pasar. Isabela camino bajo la lluvia hasta la primer casa.
   Era una casa vieja, de un verde opaco y desgastado, con ventanas altas cubiertas por rejas negras. Diría que estaba abandonada de no ser por la luz prendida de afuera.
   Tocó la puerta, pero nadie contestó. Intentó otra vez pero nada. Se sobresaltó al ver como se cerraba una cortina. - Es mi imaginación- pensó.
   Siguió hasta la siguiente. La casa era parecida a la primera solo que más pequeña y sin color. El tejido de la puerta estaba abierto.  La muchacha se asomó y alcanzó a ver una figura en el piso, recostada contra la pared.
-Permiso- se atrevió a decir.
   Los ojos de Isabela quedaron como platos, mientras ahogaba un grito y ponía su mano sobre la boca.
   El cadáver de un hombre de unos 30 años yacía sobre el suelo. Alrededor había pedazos de vidrio y todo tipo de insectos lo rodeaban. El olor la inundó.
   Ella salió corriendo hacia la primera casa y empezó a gritar:
-¡Por favor! ¡Ayuda! Sé que hay gente- gritaba desesperada mientras golpeaba la puerta.
   De pronto la puerta se entre abrió, una señora mayor de pelo blanquecino se asomó poco.
-¿Qué quieres? - le dijo de mal modo, mientras la miraba de arriba a abajo.
-Hola- empezó a hablar, sin poder respirar- escuche, se me quedó el auto y quiero saber si alguien me puede ayudar.  Pero  además ¡hay un hombre muerto ahí!
   Ella señaló la casa y la mujer la miró con descuido.
-Mira nena si lo que quieres es arreglar el auto, anda hasta la casa del mecánico. La que está frente a la plaza.
-Pero...¿y el hombre?
-Ya te dije lo que necesitas saber.- le cortó la mujer- Y vos no andes revolviendo los secretos del pueblo... Te va a ir mal- le dijo mientras la señalaba con el índice.
   La anciana le cerró la puerta en la cara.
   Si quería irse de ahí, tenía que llegar a la casa del mecánico. Y se  quería ir ya.

ISABELAWhere stories live. Discover now