Efímero

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Ella tosió incontrolablemente cubriéndose la boca y girando el rostro hacia otro lado. Podía sentir el ronquido de su pecho cada vez que ansiaba respirar. Soltaba un golpe profundo a mi corazón al oírlo.

Yo no podía preguntarle lo que ocurría, ella no iba a entenderme. No pude evitar ladrar de manera incansable mientras la olisqueaba. Daba igual, ella jamás sería capaz de entender mis lastimeros ladridos.

Fue entonces que observé a la monarca del Averno. Sus ojos mostraban cierta pena y dolor. Apenas pudo sonreírme al bajar de la roca donde se encontraba. Caminó hasta el claro límite de la vida y la muerte, donde el verdor del suelo cambiaba por el color mustio de la muerte, agarró un puñado de esa tierra negra y ésta entre sus dedos se impregnó de un color oro y negruzco el cual sopló al viento.

Ese encantamiento me regresó a mi forma humana por unos instantes. Estaba consciente de que Perséfone no iba a poder mantenerme así por mucho tiempo si yo no pisaba suelo de donde había nacido, tenía que aprovechar el tiempo antes de que Cronos me lo arrebate.

—Esther... Por favor, dime lo que te sucede —imploré ahora yo envolviéndola entre mis brazos.

—Cerbero... Lo siento mucho. Jamás debí haber salido del Inframundo.

Mis pensamientos se trasladaron de vuelta a la playa. Que en ese momento me dí cuenta. ¿Cómo era posible? Yo la había visto con otro joven hace apenas unos minutos y ahora estaba allí junto a mí llorando y tosiendo como una enferma.

Perséfone se irguió al leer mis pensamientos y arrugó la nariz como si le provocaba asco lo que iba a decir.
—Fue una ilusión lo que presenciaste. Una ilusión que Atenea quiso que veas.

Mi cuerpo se paralizó ante aquello.
—¡¿Qué?!

—Ella dijo que te castigaría por desobedecer tu deber, ¿no es así? —continuó Perséfone acercándose a nosotros con la mirada cansina; parecía estar bastante débil —. Ella no es tan misericordiosa cuando incumplen las reglas. Iba tras Esther. Cuando se enteró que tu la buscabas, planeó esa ilusión para continuar con su plan.

—¿Atenea planeaba hacerle algo a Esther?

—Quiere matarme para que pagues el castigo por desobedecer. Obviamente, Perséfone me defendió y me trajo aquí, donde la luz apenas toca.

—¿Y como podemos evitar que Atenea te asesine? No pienso permitirlo. Lucharé contra ella y la acabaré si es necesario. No permitiré que te ponga un dedo encima.

—Si ni siquiera Perséfone pudo con ella. Ni Hades mismo se atrevería a enfrentarla. Es bastante poderosa.

Mi corazón se deshacía ante la declaración de mi estrella.
—Entonces, ¿que piensas hacer?

—De eso hablaba con Perséfone...

Miré a la monarca con angustia. Ella estaba intranquila.
—Ya no quiero perder a nadie más...

2. Suspiros del Averno [BG #2]Where stories live. Discover now