siete

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La alarma de seguridad sonando.

Los candados rotos.

Las cajas abiertas en diferentes sitios.

Un ventanal hecho trizas.

Dinero esparcido por el suelo.

Era lo que se encontraron en la que, alguna vez, fue una maravillosa tienda.

—¿Puedes apagar esa cosa? —pidió Jungkook intentando esquivar los vidrios quebrados.

Luego de salir del hospital, prácticamente le habían rogado a la madre de Jungkook que los dejara a las afueras de la tienda, esta al principio no estaba muy convencida por el estado en el que se encontraban pero después de que le explicaran lo sucedido no dudó en dirigirse allí.

El teléfono del ojimarrón comenzó a sonar desesperadamente y atendió de inmediato al leer el nombre de su tía en la pantalla, tuvo que alejar el aparato de su oído debido a los fuertes gritos que se escuchaban a través de la línea.

—¿Sabes? cometí un error al dejarte a cargo de la tienda —suspiró pesadamente, como si intentara calmar sus nervios. —Hablé con tu madre y piensa lo mismo, así que desde ahora tú y ese chico no trabajarán más en mi tienda.

—¿Qué? pero si yo tuve la culpa, no él —se excusó el rubio.

—Si hubiera estado en la tienda... —dijo.

—¿Y crees que estando aquí evitaría el robo? —preguntó Taehyung rodando los ojos.

—No digo eso, pero.... —hizo una pausa luciendo exasperada. —Mi tienda —lloriqueó.

—De verdad lo siento, pero no puedes despedir a Jungkook —dicho esto cortó la llamada.

Apretó el celular con fuerza y observó con cansancio el caos que debía de arreglar, con o sin ayuda del pelinegro.

—¿Por qué hiciste eso? —reprendió con el ceño fruncido.

—Sólo dije la verdad, tú necesitas el trabajo más que yo —respondió el rubio guardando su teléfono.

—No es cierto, lo hago por comprar bolsas de nuggets. Es algo inútil —se encogió de hombros haciéndolo entender.

—Haremos algo —propuso él. —Trabajarás aquí todo el tiempo que quieras, a cambio yo recibiré el secreto para no subir de peso comiendo porquerías.

El azabache lo fulminó con la mirada, no era justo que le cediera el puesto de trabajar allí, siendo que él era el sobrino de la dueña y sólo por invitarlo a comer se arruinó todo. Pero Taehyung era tan cabeza dura que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para salvarle el pellejo a Jungkook, y él comenzaba a dudar de que si se trataba sólo de la receta para no engordar comiendo nuggets o de algo más.

—Si continúas así, tal vez y sólo tal vez puedas conseguirla —le guiñó un ojo y se alejó de él para tomar una escoba y comenzar a limpiar ese desorden.

Desde ahora, Taehyung debía de esforzarse por no destrozar los nervios del pequeño azabache y así obtendría lo que deseaba desde hace mucho, ¿no?

NuggetsWhere stories live. Discover now