C3: Prueba superada

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—¿Brahayan?— Mi voz de estar adormilada cambió rotundamente a una que estaba sorprendida de verlo.

No creí volver a hablar con él luego de romper su corazón diciéndole que no era mi amigo, cuando fue el primero y único que tuve al llegar a Brookfield (el colegio donde estudiaba la preparatoria)
Luego de mi fiesta las cosas se tornaron incómodas cada vez que intentaba acercarme a él, perdimos comunicación total al concluir el bachiller. Ni siquiera fui digna de saber sus planes a la Universidad.

—Si que te ha crecido el cabello, Betty– Fueron las palabras que soltó para romper el hielo de aquel encuentro —Pero sigues igual de chaparra.

—¿Qué haces aquí? Por si no te has dado cuenta acabas de arruinar mi sueño y mis horas de descanso.

—No creía verte con el cabello más largo pero si con un cambio de actitud, vaya decepción.

—¿Acaso quieres que te cierre la puerta en la cara? —Lo que menos quería era que se fuera, estaba pasando por un mal momento y tan solo quería olvidar la clase de persona que había sido al estar pisoteando a Sarah.

—Mejor déjame pasar y la cierras por dentro, si quieres golpearme o insultarme prefiero que lo hagas en privado y no a medio pasillo–Levanté una ceja y le miré como si no estuviera de acuerdo con lo que había dicho pero cuando cerré los ojos y me hice a un lado para que pasara. Se dio cuenta que fue porque no tenía otra opción —Sigue siendo muy pequeño como lo recordaba.

—¿Qué esperabas? Sigo sola, apenas y puedo con la renta— Mirando hacia todos lados Brahayan llegó al sillón y se sentó, pero yo estaba molesta porque me había despertado y lo único que me interesaba saber era que hacía en mi apartamento a la 1:05 de la mañana —¿Has venido a criticar mi estilo de vida ahora? Ya ni mis padres se interesan tanto.

—No, Betty me he enterado de lo de Sarah. Ella y su familia están en juicio y me han dicho que has sido tú.

No estaba segura si quería hablar del tema con alguna persona, bastante tenía conmigo misma y la culpa que me consumía. Porque es cierto; Acabé con una vida.

—¿Tienes algún problema con mis desiciones? ¿O con lo que hago?— Al darse cuenta de que no negué nada en absoluto agachó la mirada y se quedó callado por unos segundos mientras me sentaba en el único sillón que tenía, mismo sillón en el que él estaba sentado.

—¿No era tu amiga?

—¿No fuiste tú quien me dijo en la fiesta que ese tipo de personas no eran amigos?

—Entonces fue una venganza lo que acabas de hacer— Llevó su vista hacia mi y cuando ya me miraba a los ojos yo ya tenía una sonrisa en el rostro.

—Si tuviera una copa ahora mismo solo diría: Salud por ello— Simulé que tenía una copa en mis manos y solté esas palabras en un tono burlón.

—Esto no es un juego, Betty, le arruinaste la vida a ella y a su familia. Puede que sí fueran una estafa todos ellos pero ¿por qué hacerlo? ¿estás segura que eso te hace sentir bien a ti? ¿poderosa? ¿Algo?

La verdad es que lo único que sentía era amargura total. Yo era un alma en pena no por mi dolor sino por mis pecados.

Y Brahayan se dio cuenta al ver mi cara luego de haber dicho sus últimas palabras.

—No he venido desde Lisboa hasta aquí para reclamarte— ¿Qué? ¿Lisboa? Esa ciudad estaba a 7 horas —Sabía que estarías sola y que probablemente la culpa te invadiría hasta los huesos.
He venido a decirte algunas palabras de aliento, teniendo en cuenta que es lo que menos has recibido estos días, y antes de que te atrevas a rechazarlas déjame decirte que no me iré.

Lo que había dicho Brahayan era cierto; las personas que adoraban a Sarah me habían dejado mensajes horribles en Facebook, razón por la cual tuve que cerrar mi cuenta. El sentimiento de culpa me invadía hasta las pestañas con las que me disponía a llorar las últimas noches, las esperanzas de tener una buena vida no me alcanzaban a tocar siquiera los tobillos.

No dije nada, y entonces interpretó mi silencio como un: De acuerdo, te escucho.

—La chica de 17 años que conocí en segundo grado de bachiller había llegado a Brookfield con ganas de vivir la vida y de ganas nuevas experiencias, con ganas de superarse y ser una mejor versión luego de abandonar a sus padres. Si te hubiera dicho que dos años más tarde habrías planeado la venganza perfecta para la que era tu mejor amiga. Simplemente hubieras soltado un rotundo NO.
Pero eres guapa y la popularidad te estaba tocando la puerta con Sarah Breton de la mano, ella había puesto sus ojos en tu belleza y la popularidad que le ibas a generar siendo la nueva. Aceptaste y no te diste cuenta que dijiste si a la mayor farsa de tu vida, bueno, es que ni siquiera te habías dado cuenta hasta esa fiesta donde todo tu papel de ensueño se rompió por ella.
Y ahí, justo en tu cumpleaños número 18 la vanidad y la crueldad que Sarah te enseñó llegó a probarte y ver que tanto habías aprendido y cuanto serías capaz de dar para hacerla sufrir.
Luego estás aquí con la prueba superada y con los ojos abiertos, porque lo sabes ¿no? Sabes que esas dos cosas que mencioné: La vanidad y la crueldad solo te usaron, que en realidad no eres esa chica que hundió a su mejor amiga, que eres mucho más que eso.

Sí sí y sí, Brahayan dio justo en el blanco y resumió 4 noches de desvelo donde mi cabeza lo único que hacía era recordar, pensar y planear mis siguientes pasos.
Tal vez si era una prueba, una prueba de vida y supongo que fue un éxito porque las escuchaba decirme al odio: Prueba superada.

Terminó, cuando calló y no dijo nada más una lágrima salió de mi ojo derecho y otra empezaba a salir del izquierdo. Pero no, no  iba a continuar mis lagrimas. No me lo permitía. Y sequé mis ojos lo más rápido que pude para luego decir:

—He decidido regresar a casa.

—¿Te sientes lista para volver? ¿Cuándo piensas hacerlo?

—Lista o no es mi única opción para empezar de cero y sacar a la Betty buena que aún vive en mi.
Pienso irme este fin de semana, la siguiente se vence el alquiler y tengo el dinero que iba a usar para pagar.

—¿Y si no los encuentras? Llevas años sin saber de ellos, ¿o ya los contactaste?

—No, seguramente han de creer que estoy muerta. La tía Alis falleció hace 7 meses en un accidente automovilístico, supuestamente yo vivía con ella y si no hay rastro de ella, tampoco hay rastro de mi.

—Lo siento, nena. Sabía que la querías mucho.

—Que haya muerto no significa que la haya dejado de querer.

—Bueno, no quiero mover esos sentimientos. Pero dime ¿Qué harás si no los encuentras?

—Te llamaré y me ayudarás a pensar en que hacer, pero hasta ese momento pensamos en eso. Ahora quiero volver.

...

A veces hay que irse dando un portazo y no mirar atrás mientras la casa se derrumba. No, no era mi casa, era mi vida.

ESPEJO Y SOMBRA Where stories live. Discover now