31. Soy la peor.

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Capítulo 31.

—No podemos irnos tan fácil, tu todavía estas en riesgo.— agarró mi bolso para no llenarlo de la poca ropa que había traído.

—No me quedaré aquí contigo, donde todo lo que sale por tu boca son mentiras.— le saqué mi bolso de sus manos con una fuerza más grande que la suya y coloqué la ropa que había traído.

—Sky, por favor. Debes entender que no puedo decírtelo ahora pero es por tu bien. Quédate.—

—No. Vete.— el hecho de que me no me dijera que en su propia casa estaba el diario de mi madre, me hacia entender que él sabia todo de un principio.

—Tengo que protegerte.—

—Ya no quiero que me protejas.— me giré al verlo y en sus lindos ojos pude ver dolor.

—Pero... entiende que...—

—No puedo entenderlo. Quiero saberlo y sí no puedes hacer eso, te pido que te apartes hasta el día de mi cumpleaños que no queda mucho.— hablé con la voz ya cortada.

¿Por qué me deje enamorar?

—Yo... por favor...— susurró a mis espaldas.

—No.— puse mi bolso en mi hombro y me dirigí a la puerta.

—¿Y cómo te irás? ¿Tienes pasaje? ¿Dinero? ¿Algo para el exterior?— frené seco antes de salir.
Mierda, estaba en otro país.

—Necesito irme, quieras o no porque para completar ¿Te tengo que recordar lo que decía el diario de mi madre?— giré mis ojos hacia él que yacía sorprendido.

—¿Cómo llegaste a la biblioteca?— subí mis hombros.

—No tiene importancia. Cindy era mi familia y no lo sabía. Ellen no me cuidó desde que era pequeña así que todas las visiones que tuve son reales pero no sé quién me cuidó de pequeña. Y tú con tu drama de que no puedo decir tu nombre, me tiene la cabeza llena. Necesito irme para seguir averiguando sobre Cindy y necesito irme ahora.— hable decidida.

Estuvo la duda presente en sus ojos y luego la decisión. Ya estaba cansada de todo esto y necesito averiguar que mierda esta pasando con mi vida. Comenzaba a convencerme que Ellen tampoco sabe de esto, alguien mas la hechizo para que me conociera.

—Esta bien. Te llevaré, pero con una condición.—

—No estás en la mejor situación para poner condiciones porque sabes muy bien que no las escucharé. Agarra las llaves del maldito auto y llévame al aeropuerto.—

—No te irás de aquí, sin mi.— reí sarcástica.

—¿Piensas que no lo sabía? Tú mismo lo dijiste. Cuando las almas de alejan, les queda un dolor horrible en su pecho que no pueden soportarlo y mueren. Sé perfecto que no quieres morir. Te necesitan en el consejo.— arrastre las palabras y salí de allí echando humo por las orejas.

Caminé hacia la salida despidiéndome de la servidumbre y algunos guardias. Llegué hasta el auto rentado y lo esperé. Venía con el ceño fruncido y la vista baja. ¿Piensa que debería estar feliz porque quiere protegerme? En vez de protegerme, me confunde más de lo que ya estoy. Abrió el auto y me subí. Al rato comenzó a manejar para el aeropuerto con un silencio mortal.

—Hago esto porque debo protegerte. Eres mi otra alma y no quiero que te ocurra nada.—

—No estaría funcionando. Me han secuestrado, casi me asesinan y cuando estoy fuera de esa ciudad me entero de secretos que tenías ocultos y no pensabas decírmelos hasta mi cumpleaños.—

Híbrida.Where stories live. Discover now