Capítulo 7

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Las nauseas me invaden poco a poco y el ambiente en el que me encuentro no ayuda, huele a pizza por todas partes y puedo oír a la gente masticando con la boca abierta a mi alrededor.

—Billie, por favor...— mi voz es débil, aunque estoy sobreactuando bastante.

—Vale, nos vamos— no suena enfadado. Me vuelve a tomar de la mano, pero no tengo ni ganas de quejarme. Abandonamos la pizzería y el mareo crece. Billie parece notarlo, debo de estar trastabillando como una bebé aprendiendo a andar— Tomaremos un taxi...

—No, no tengo dinero para un taxi— murmuro. Hace frío y debo admitir que tener el cuerpo de Billie tan cerca y su mano aferrando la mía ayuda bastante.

—Sh...— se lleva un dedo a los labios— yo pago.

El taxi no tarda en llegar, y me desplomo en el asiento trasero, dejando muy poco espacio para Billie, quien viaja incómodamente. Le da la dirección de mi casa al taxista, un hombre negro de mediana edad que escucha música disco en el estéreo a un alto volumen.

Al no estar hablando, comienzo a analizar la situación y especialmente a Billie. No puedo evitar estar nerviosa junto a él. Su mera presencia me estremece y sus ojos verdes me hacen sentir pequeña. Continúo preguntándome el por qué de toda esta atención que me está brindando, siendo yo alguien tan insignificante. El taxi se detiene bruscamente y puedo ver mi casa por la sucia ventanilla del automóvil. Paga y me ayuda a bajar. El taxi se aleja lentamente.

—Bueno...fue una velada inoportuna— dice mirándome directamente a los ojos. Debo de tener fiebre y estar delirando, porque me resulta irresistible.

—Eh...sí...uhm...lo...siento— Odio a las personas que titubean y ahora soy una de ellas. Me siento avergonzada y estúpida, deseo entrar a mi casa de una maldita vez.

—No te disculpes...— sonríe pícaramente— ¿Estás sonrojada?

Agacho la cabeza y bajo la mirada, quiero que la tierra me trague —No...

Se crea un silencio y no estoy muy segura de lo que está sucediendo. Tengo los ojos cerrados y la esperanza que cuando los abra el se haya ido. Luego de unos segundos, me atrevo a abrirlos y me encuentro con el rostro de Billie acercándose al mío, cada vez más cerca...¿está intentando besarme? Algo se revuelve en mi estómago, y entonces, vomito.

Sus zapatos están arruinados y son lo único que puedo ver. Siento como lágrimas de verguenza comienzan a nacer en mi ojos y sin mirarlo a la cara, cojo mis llaves y abro la puerta de mi casa.

Lloro como una cría y subo las escaleras hipando. Mike se despierta con los horribles sonidos que emanan de mi boca y puede ver las lágrimas y el vómito  que hay en mi rostro.

—¡Eileen!— exclama y se apresura a mi lado. Me toma entre sus brazos y me deja en mi cama. Soy una bebé. 

—Estoy enferma...— es lo único que digo antes de sumirme en un sueño inestable.

Paso alrededor de una semana en cama, durmiendo y resolviendo crucigramas. Jessica me visita todos los días, me cuenta como va todo, me trae la tarea (que de ninguna forma voy a hacer) e insiste en que le cuente qué  sucedió aquella noche con Billie, pero es en vano.

Mike se comprometió a mantenerse sobrio mientras esté enferma y se mantiene todo el tiempo a mi lado, incluso me prepara sopa, que sabe algo mal, pero la bebo para complacerlo. Está en modo hermano sobreprotector, y no voy a mentir, me agrada.

No tuve oportunidad de hablar con Tré y lo he dejado dos semanas plantado. Debe creer que estoy enojada o algo, y la idea me inquieta.

El día que me reincorporo a la escuela, Jessica está eufórica y no para de beber café. Habla de una fiesta de Halloween que algún muchacho de último año dará y a la cual atenderá con Christian, su algo sospechoso novio.

—Tienes que ir...— sus palabras son una gárgara de cafeína y azúcar.

—Lo pensaré...¿sí?— Sinceramente, no tengo ganas de ir, y menos de encontrarme con Billie allí. Creo que vomitarle los zapatos a alguien que está intentando besarte es un mensaje muy claro. He arruinado todas mis oportunidades con él y, probablemente, mi vida social.

En la hora del almuerzo, evito la cafetería, y decido comer en el pasillo, junto a mi casillero, sola. Jessica ha corrido a los brazos de Christian apenas oyó el timbre. Estoy tranquila, pero evito pensar. Mordisqueo un sandwich que Mike me preparó esta mañana, actúa como una madre, últimamente. Entonces oigo su voz.

—¿Dónde te has estado escondiendo?— Billie se sienta a mi lado, con esa gran sonrisa que me hace querer suicidarme.

—Eh...yo... lo siento— me pongo de pie y escondo mi cara entre mis cabellos, dándole la espalda.

—No lo hagas... estabas enferma y debo admitir que soy bastante repulsivo— hace una mueca y tras pararse, se acerca a mi lado.

—Cállate— le sonrío, no puedo ni mirarlo a los ojos.

—¿Irás a la fiesta este fin de semana?

—No lo creo...

—Vale... te recojo a las 9...

—Pero...yo...— es inútil, se ha metido en el baño de hombres.

Una mezcla de alegría y preocupación me invaden. Debo preparar un disfraz para usar el sábado... y debo ir con Billie. Jessica morirá.

Cuando termina el recreo, en plena clase de geometría, le cuento las noticias. Decir que está excitada es poco, su sonrisa es lo más amplia que su cara le permite y luce como una psicópata. Insiste en que la acompañe al centro esta tarde a  comprar  ropa.  

Nos encontramos a las 5 de la tarde fuera de la tienda de disfraces, que parece ser un paraíso para mi mejor amiga. Yo, en cambio, no me siento tan cómoda. Termino eligiendo un disfraz de esqueleto bastante maltrecho y barato, pero no me importa, me recuerda al que llevaba puesto cuando conocí a Tré.

Jessica me acompaña a casa y antes de despedirnos murmura algo, emocionada:

—Francamente me hubiera gustado que eligieras algo más... sexy para tu cita, después de todo, es Billie— levanta las cejas. Asiento y sonrío, abriendo la puerta, tras la cual  encuentro a mi hermano, que parecía estra saliendo. Luce atónito y la llave que estaba a punto de introducir en la cerradura se cae.

—Billie...¿es tu cita?

Give me Novacaine (Green Day Fanfic)Where stories live. Discover now