Capítulo 9

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Se escuchaban los grafitos moviéndose, era fascinante al principio, Kyle simplemente no podía levantar la vista porque parecería que estaba copiando (aunque con esa charla con el profesor, dejó de temerle a esa clase de juicios) pero podía escucharlos a todos. Era como si tuviera esquizofrenia, cada vez más fuerte, más rudo, los trazos, los rebotes de lápiz, el borrador tallando la hoja, líneas, curvas, letras, números, suspiros, carraspeos, murmullos, resoplidos... se apretó las orejas y cerró los ojos.

-¿Kyle? –Y el profesor lo notó. -¡¿Kyle?!

-¡¿Qué?! –abrió los ojos y miró hacia el frente.

-¿Quieres un momento?

-¡Sí! –no necesitó más insistencia, salió casi corriendo del salón rumbo a los sanitarios. Sus tenis rechinaban y giró con torpeza por los pasillos, llegando, se mojó la cara con el agua helada del grifo y resopló. Respiró después, mientras goteaba agua de su nariz, así, agachado en el lavamanos. Escuchaba el agua caer y su aliento chocando contra la porcelana pero ya no era tan frustrante como aquel sonido anterior.

-¿Un ataque de ansiedad? ¿Por qué? –se auto diagnosticó mientras se deslizaba por la pared helada tras cerrar la llave del agua. Se quitó el gorro y enredó sus dedos en los rizos pelirrojos. Estaban haciendo un repaso para el examen de ingreso a secundaria, en realidad estas cosas no le generan problemas. No recuerda estar mal. Ni siquiera estaba sintiendo nervios o pensando en sus problemas, solo estaba resolviendo el problema matemático cuando sucedió... -¡Te estás volviendo loco! –se regañó para proseguir con un tallón de sus manos contra su rostro, para secar un poco el agua. –Bien... hoy comeré pay... -se dijo mientras se obligaba a ponerse de pie.

La puerta se abrió.

-¿Kyle? –era Kenny. -¿Estás bien?

-... Sí. ¡No! Digo... sí. –no podía mentirse a él mismo, estaba emocionado. -¿Vienes al baño? –quiso ganar tiempo fingiendo tomar una toalla de papel y secar por completo la humedad de su rostro.

-Me mando el maestro a verte. –le dijo honesto mientras se recargaba en los lavamanos y miraba su nariz. –Tengo puntos negros.

-Lávate la cara. –le dijo calmado, sin verle, pero por dentro estaba sonriendo. Hoy era un buen día. Kenny no tardó en obedecerle.

-Como sea... -se sacudió mojando su cabello con el chorro de agua. –Me dijo el maestro que si te sentías mal que te acompañara a la enfermería.

-No, estoy bien, gracias. –quiso de verdad traspasar ese sentimiento de gratitud, se mordió el labio después y le miró. Kenny asintió moviendo la boca un poco, negando esa mirada.

-Bueno... esperaba que... en verdad quisieras NO regresar.

-¿Qué? –tardó en entender.

-¿Sí? –le invitó mientras escondía sus manos en su chamarra. Abrió la puerta.

-De acuerdo. –estaba desesperado, no iba simplemente a negar una invitación a lo que sea que fuera. Le siguió por los pasillos, fingiendo calma, escondiendo sus manos en su espalda para que no le viera temblar ansioso.

El caminar a su lado le recordó a esa caminata agónica que realizó con Cartman el fin de semana. Hoy ya era martes y no se habían hablado mucho, como si hubiera sido un sueño, pero Cartman tampoco se veía interesado. O quizá esperaba que él mismo le buscara cuando lo necesitara... la verdad es que aún sigue sorprendido por la calma y amistosa forma de llevar a cabo ese problema. Cartman no es así... o no era así... ¿siempre fue así?

Como cuando vas creciendo y el "yo nunca" se convierte en un "¡Joder!"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora