Día 5: Fantasía / AU criaturas

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En el bosque encantado de Shinjuku vivía una doncella, que de hecho no era doncella, mas mantenía ese título que realmente significaba: "guardián y protector del bosque"; su nombre era Yuuichirou, un joven de cabellos tan negros como la noche y de ojos de un verde tan brillante como las esmeraldas, el cual portaba el vestido más precioso que se pudieran imaginar que estaba hecho de luz y había sido un regalo de las hadas.

El hecho de ser un chico y usar vestido no era un problema, porque realmente a Yuu no le importaba, y era cómodo, aparte, era un regalo y no lo iba a desperdiciar; como decía, él era la doncella del bosque, encargada de cuidar y proteger a los seres mágicos que ahí habitaban.

Día a día recorría el bosque sanando a las criaturas y los árboles, pues sus poderes le permitían hacerlo y también era su deber; pero entonces, esa tarde fue diferente.

El azabache iba caminando por el sendero encantado camino al lago del espejismo oculto cuando escuchó unos quejidos lastimeros; alarmado y caminando rápidamente se dirigió hasta allí.

Grande fue sorpresa al toparse con las aguas teñidas de un color carmesí y se sorprendió aún más al ver a una sirena intentando sacar un arpón de su cola; quizá el río cercano lo había arrastrado hasta desembocarlo ahí.

—¿Te encuentras bien? —inquirió el moreno acercándose totalmente preocupado.

La sirena se giró a verlo y entonces Yuu se dio cuenta de que no era una sirena sino un tritón, uno extremadamente apuesto, con el cabello rubio como los rayos del sol y unos ojos tan azules como un par de zafiros; era, sin duda alguna, guapísimo.

—¿Quién eres tú? —inquirió el mitad pez mientras fruncía su ceño.

—D-Déjame ayudarte, estás herido —dijo el ojiesmeralda acercándose más.

—¡Aléjate! ¡¿eres un humano?! —gruñó.

—N-No, no... —suspiró nervioso—. Mírame, no soy un humano, soy una doncella —aseguró señalando su vestido y su corona de flores.

—Tu nombre —jadeó sosteniéndose la aleta con fuerza.

—Soy Yuuichirou —se apresuró a hablar al ver la expresión de dolor que mostraba el otro—. Déjame ayudarte, estarás bien, lo prometo.

El rubio no dijo nada, tan solo miró con pesar su preciosa aleta color azul y suspiró dolorido; el azabache se acercó totalmente y se sentó junto a la criatura herida, luego cerró sus ojos para después tomar una de las flores que había en su corona y tritularla suavemente en sus manos.

—Necesito que saques el arpón —avisó el moreno.

—¡¿Qué?!

—Solo hazlo, estarás bien, lo prometo —aseguró sonriéndole.

El ojizafiro le miró asustado, pero la sonrisa dulce y amable que ese chico le brindaba le dio confianza; tomando aire y rezándole a todos los dioses existentes, agarró con sus manos el arpón y lo sacó de golpe.

Un grito resonó por todo el bosque a la misma vez que la punta del objeto filoso salía de la cola ajena; entonces Yuu esparció suavemente la flor triturada en el área herida del tritón.

Helianthus annuus —susurró el más bajo con los ojos cerrados y puso sus manos en la cola contraria.

De inmediato, aquella aleta empezó a brillar y tras algunos segundos dejó de hacerlo; el rubio miró su cola asombrado, pues ya no estaba herida, ¡ni siquiera dolía!

—¿Q-Qué fue lo que hiciste? —preguntó el tritón con sorpresa.

—Te lo dije, soy una doncella —rió el azabache—. Dime, ¿cuál es tu nombre?

MikaYuu Week 2018Where stories live. Discover now