10: el pasado

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Sus chillidos, sollozos e hipos se escuchaban en toda la habitación del orfanato.

Su madre lo había abandonado en ese lugar por la extrema pobreza en que vivían.

Lloraba fuertemente en posición fetal, evitando que el pobre de su compañero de cuarto pudiera descansar.

─ ¡Dios mio, cállate de una maldita vez!─ exigió el otro chino, acercándose al irritante niño.

Trató de calmarse, pero las acciones del contrario le asustaban más.

─ Mira pequeño insecto, ¿Cuantos años tienes? ¿Cinco? NO, tienes ocho amigo, O-CHO.─ gritó alterado dando vueltas en la amplia habitación.─ Tu a penas llevas un día y yo un año ¿Y sabes qué? En el orfanato no hay tiempo para llorar por tus padres muertos, drogadictos o lo que sea que sean ellos. Debes de dejar de llorar y volverte fuerte, ¡defenderte de todas las bestias que hay allí afuera!─ apuntó a la puerta con su mano.─ tienes suerte de compartir habitación solo conmigo, de verdad no te gustaría compartirla con cinco muachachos de trece años, eres carne fresca, te destrozarian en segundos. A lo que quiero llegar es, ¡DEJA DE LLORAR DE UNA MALDITA VEZ!

Las palabras de Yukhei eran muy maduras y sinceras para apenas tener nueve años. Su comportamiento agresivo venía de vivir en un hogar disfuncional con padres drogadictos a los cuales no les importaba un comino su único hijo.

─ P-pero extraño mucho a mi mamá.─ balbuceo limpiando sus lágrimas.

─ Yo también extrañaba a mi mamá, todos extrañan a sus padres. Pero al darme cuenta que ella no me extrañaba a mi dejé de extrañarla, quererla, verle como la mujer maravilla. Seguro tu madre no te extraña ni un poquito.

─ ¡ELLA SI ME EXTRAÑA! ¡ELLA QUERÍA LO MEJOR PARA MI Y POR ESO ESTOY AQUÍ!─ gritó enojado, le molestaba bastante que dijera que su madre no le extrañaba.

─ Dime, ¿Por qué tu mamá te envió a aquí?─ se sentó en el borde de la cama viendo al más pequeño.

─ Mi mamá y yo somos muy pobres, ella y yo siempre pedíamos limosna y dormíamos en las calles. Nunca fuí a la escuela, todo lo que se me lo enseñó ella.

─ Si tu mamá de verdad quisiera estar contigo hubiera buscado trabajo, una manera de salir adelante contigo. Pero al parecer decidió seguir siendo una indigente con su hijo.

─ ¡MI MAMÁ Y YO NO SOMOS INDIGENTES!─ se le lanzó encima y torpemente le golpeó el pecho con sus débiles manos.

─ ¡Eras una carga para ella, por eso se deshizo de ti!─ colocó sus brazos encima de el como una armadura. Chenle paró de golpearle.

─ P-pues de cierta manera, siempre fuí una carga.─ se arrinconó en la cama.

─ Chenle, para de llorar.─ le miró preocupado e intento quitar sus manos de sus llorosos ojos, fué muy fuerte con él diciendole todo eso.

inocencia; nominUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum