X.

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Museo Metropolitano de Arte;
Convención de beneficencia de Industrias Stark, 8:00pm.

Tras varios años de no haber asistido a una de estas galas pensó que de repente, le resultaría algo emocionante de ver y de disfrutar, pero, no fue así. Resulto ser que se sentía aburrido y hasta un poco hostigado de tanta gente falsa y pedante. Otro de los factores de su malestar era que, su esposa no lo había podido acompañar, le tocaba quedarse con Peter y Wade a modo de chaperona, ya que ambos se quedarían en su casa a ver una película.

Pepper, como la oportunista por excelencia que es, aprovechó este hecho para arrastrarlo a esta dichosa fiesta. Si bien es cierto, ella es la cara de su empresa desde hacía muchos años, pero, él seguía siendo miembro activo de la misma desde las sombras, inclusive ahora que llevaba otro nombre, y ella se encargaba de recordarle sus responsabilidades a cada oportunidad.

- Por Einstein, quisiera salir de aquí de una vez.

- Es curioso que digas eso, considerando que, en otra vida, vivías para este tipo de cosas.

Bruce era de aquellas personas que, las veías y parecían no romper ni un plato, ah, pero eso sí, cuando querían, podían acabar con la bajilla entera.

- Hablando de eso, aun no puedo creer que no me lo hayas dicho.

- ¿El que?

- El que haya una puta sala, en el puto museo de la base exclusivamente en honor a Stark.

- Será porque, ¿no me lo preguntaste?— rodó los ojos— Vamos, Richard, ¿Qué esperabas?, Tony Stark fue fundador y líder de los vengadores, era lo mínimo que podían hacer, además, Steve exigió que se creara un espacio exclusivo para inmortalizarlo.

El peliplateado se echó a temblar, de solo recordar su casi encuentro con aquel maldito alfa, le entraban ganas de vomitar.

- Ese maldito, no entiendo como puede ser tan cara dura.

- El amor suele sacar lo mejor de las personas, así como también, convertirlas en las peores versiones de sí mismas.

- ¿Es en serio? ¿te comiste un ensayo de Aristóteles o qué?, según recuerdo, siempre detestaste la filosofía. — dio un trago a vaso con agua gasificada, ya fastidiado con su hermano de ciencia.

- Y sigue sin gustarme ni un poco, pero, no puedes negar que no sea cierto, Tony Stark cambio radicalmente en cuanto conoció el amor, no le importaba nada más que estar con esa persona, en vivir para él.

- Hasta que ese pobre estúpido se dio cuenta que, no era lo suficientemente importante como para ser amado de vuelta, lo peor de todo es que se tuvo que dar cuenta de la peor manera— dio otro trago a su bebida.

- No sabes cuánto lamento no haber estado en aquella época, de ser así, juro que lo habría matado con mis propias manos. - cerro los ojos, recordando los archivos médicos de Tony.

- Para bien o para mal, lo hecho, hecho está, no debes culparte por eso, tu siempre estuviste para nosotros y eso, es lo importante.

Ambos hombres se sonrieron con afecto.

- Pero igual, eso no impedirá que le dé su merecido, sin importar lo que diga Tasha.

- Hombre, meterse con ella es de suicidas, pero bueno, no te preocupes, que yo estaré ahí para recogerte con una cuchara para helados.

Ambos hombres rieron a carcajadas.

- Doctor Baner, si me permite unas palabras.

Un caballero vestido de traje interrumpió la amena charla de los hermanos de ciencia.

- Por supuesto —miró a su acompañante —no te vayas a ir, dame cinco minutos y saldremos a por unas hamburguesas con patatas fritas y soda.

- Amén, hermano.

Bruce se encaminó junto al hombre dejando a Richard pensativo.

Ciertamente, tenía razón en eso del amor. Él mismo había cambiado en cuanto conoció a su Mary y, por consiguiente, ella también había cambiado, ambos habían sido un desastre cuando se conocieron, pasaban por el momento más oscuro en sus respectivas vidas, pero, con el tiempo y tras enamorarse, salieron adelante.

Tras andar un par de minutos observando las obras de arte, se topó con una pintura de Tony Stark de inmensas dimensiones. Había sido puesta allí en honor al genio y héroe—además de patrocinador del museo—por el aniversario de su fallecimiento. Recordaba aquella pintura, había posado varias horas para el artista, recordaba que adoraba aquella pintura, ya que lo mostraba como jamás se había visto en la vida, totalmente enamorado. Cuando el pintor le dio la última pincelada al lienzo, él y el artista hicieron el amor apasionadamente sobre los lienzos blancos, los cuales, ya no fueron inmaculados al ser manchados con su pasión y, como no, con pintura.

<< Te amo>>
<< Yo te amo más>>

- Quelle merde* —Dio otro sorbo a su agua, observando la pintura con desprecio, mientras sopesaba en una forma de arruinarla.

Sin pensarlo más, levanto su mano, dispuesto a lanzar el vaso.

- Entiendo si no le gusta la pintura, pero, agradecería que no intentara nada que vaya en contra de la integridad de la misma, no solo se lo pido como espectador, sino también, como su autor.

Sus piernas comenzaron a temblar imperceptiblemente.

Definitivamente, esto, era una porquería.

[…]

Un día más en el que tenía que seguir respirando sin Tony y, para colmo, como su viudo, debía ir a la gala en su honor en el Museo Metropolitano de Arte. En donde se mostraría su retrato pintado por él mismo, el cual, lo había prestado solo por esa noche. Steve no tenía ganas de ir, no quería escuchar nuevamente como se lamentaban y lo miraban con pesar tras haber perdido a su esposo, pero, no tenía más opción que hacerlo. Esa era su penitencia, era el precio a pagar por el error cometido.

Como siempre, fue solo, no tuvo que esperar mucho para que la compañía viniera a él en forma de damas y varones omegas sexualmente activos y dispuestos a lo que sea por una probada de su miel y, como no, conseguir convertirse en su pareja. O de caballeros y damas alfas, habidos de poder y estatus, proponiéndole cuanta asociación habidas y por haber.

Steve estuvo a punto de perder los papeles, cuando de pronto, vio a Bruce conversando con un hombre bastante guapo, de cabellos plateados, lo suficientemente largo y rizado para tenerlo alborotados, un bigote del mismo color del cabello y unos ojos grandes y negros como la noche completaban aquel rostro hermoso. Llevaba un traje hecho a medida negro, ajustado, muy ajustado, resaltando sus músculos y curvas en los lugares correctos.

Abrió los ojos sorprendido en cuanto lo vio sonreírle a Bruce. Era aquel hombre que había visto en el restaurante, aquel que se había desaparecido como por arte de magia sin dejar ningún rastro. Ni siquiera su aroma. De pronto, sintió una aplastante necesidad de acercarse a él, de hablarle, de, tocarle. Necesitaba ver esa sonrisa y comprobar que no estaba alucinando, que no había perdido la cabeza y que esa sonrisa, era de su Tony.

- Si me disculpa, necesito atender un asunto—corto la diatriba de quien sea que pensara que había captado su atención y se encamino en dirección a aquel hombre, encontrándose con Bruce en el camino.

- Bruce, ¿quién es él?

- Buenas noches, coronel Rogers, ¿como ha estado? – ironizó 

- Lo siento, yo...

- Y, con respecto a quien es él, es un amigo mío.

- ¿Cómo se llama?

- ¿Para qué quiere saberlo?

- Porque él tiene la sonrisa de... —se quedó callado, imaginando lo estúpido que se oiría al decir semejante cosa y más a Bruce, quien le había retado a sacarlo de quicio para así no tener que responder ante nadie cuando decida matarlo por lo que le hizo a Tony— solo... que... no lo había visto antes.

- Porque no es de aquí, y, si me disculpas, tengo cosas más importantes que hacer que hablar contigo, a menos que, estés dispuesto a estresarme. — entrecerró los ojos, saboreando la posibilidad de cumplir con su fantasía de acabar con Steve.

- Lo siento – se hizo a un lado para dejarlo pasar, no por miedo a Hulk, sino por respeto a Natasha.

El científico se retiró sin dedicarle si quiera una mirada. Entonces, con paso lento, pero decidido, fue en busca del hombre, lo encontró parado frente a la pintura de Tony con actitud osca, llegó detrás de él en el momento justo en el que levantaba su vaso con agua de forma amenazante, dándole la impresión de querer lanzarlo a la pintura.

- Quelle merde

- Entiendo si no le gusta la pintura, pero, agradecería que no intentara nada que vaya en contra de la integridad de la misma, no solo se lo pido como espectador, sino también como su autor.

El corazón de Steve estuvo a punto de salírsele del pecho cuando aquel hombre giró para enfrentarlo. No solo era la sonrisa, sino también la mirada furiosa y penetrante, tragó saliva duro.

- ¿Excusez moi? ¿Est-ce que tu me parles?*

Steve se echó a temblar, aquel hombre no lo sabía, pero, él se encendía cuando le hablaban en Francés, más aún cuando lo hacía Tony.

- Si, estoy hablando con usted, — se obligó a calmarse, respondiéndole al hombre en perfecto Francés— ese cuadro, además de haberlo pintado yo, significa mucho para mí ya que, a quien usted observa allí, es mi esposo.

Richard alzó una ceja desafiante, tratando de ocultar su nerviosismo y el hecho, de que aquel aroma embriagante del alfa, lo estaba volviendo loco, matándolo de a pocos.

- ¿Su esposo? — pregunto en Francés – pues, déjeme decirle que es un cuadro de muy mal gusto y con poco atractivo, además, Stark fue un farsante, un arrogante hijo de puta poco merecedor de ningún tipo de homenajes …

No pudo terminar con su ataque, ya que una enorme mano lo tomó del cuello con fuerza, estampándolo contra la pared, justo al lado del dichoso cuadro. Steve se había enfurecido a tal punto que, comenzó a liberar sus fuertes feromonas de alfa prime.

- No le permito que se exprese así de mi esposo—siseo entre dientes usando su voz alfa, pegando su rostro al contrario, prácticamente nariz con nariz—No sé quién sea, ni me importa, pero, si lo escucho hablar nuevamente así de él, será lo último que haga.

Intentó doblegar a aquel hombre mediante su aplastante voz, independientemente del género que fuera, se doblegaría, él lo sabía, pero no lo logró, aquel hombre lo miraba impasible y hasta con furia. Steve sintió un cosquilleo de excitación en su bajo vientre. Aquel hombre, no se doblegaría ante él, nunca, podía sentirlo en lo más hondo de sus entrañas y eso, lo estaba poniendo muy caliente.

- No digo más que la verdad, trabaje con él, lo conocí y sé del por qué lo apodaron el Mercader de la Muerte —respondió, resistiéndose con todas sus fuerzas a ser doblegado, si no lo había hecho en su anterior encarnación, menos lo haría en esta—usted mejor que nadie debió de conocerlo.

- Y porque lo hice, sé que muchas cosas que se dicen de él son falsas, él fue un hombre magnifico, leal, un héroe en su totalidad, fue, es y siempre será el amor de mi vida, lo más importante y lo que más eh amado en este mundo, él hubiera dado su vida por todos, así como yo habría dado la mía por él.

- ¿En serio? Entonces, ¿por qué usted está aquí y él a tres metros bajo tierra?, en un hoyo, pudriéndose, sirviendo de abono a las plantas—escupió aun en Frances— ¡porque todo lo que dice es una maldita mentira!—Lo intentó, en serio intentó no dejarse llevar por su furia, pero escuchar a Steve decir todo aquello, lo terminó por romper—Tony Stark murió solo, como un maldito perro abandonado ¿Dónde estaba usted cuando eso paso? ¡¿Eh?!

Aquellas palabras de aquel hombre desconocido, fueron como un golpe directo al plexo solar, a su mente llegaron imágenes del pasado, en donde Tony se encontraba debajo de él, todo magullado, esperando el golpe final, el cual, iba a ser acertado por su mismísimo esposo, el cual le había jurado ante dios nunca hacerle daño.

- Suéltalo. Ahora.

Un peso enorme se posó sobre su hombro, apretándolo en demasía, Steve pudo jurar escuchar los huesos crujir en protesta. Soltó lentamente su agarre más por el impacto de las palabras de aquel hombre que por el dolor mismo.

- Bruce, mi cielo, suéltalo, por favor— susurro Natasha contra el oído de su esposo— debemos irnos, ahora.

Bruce pegó a Steve a su pecho, en su mano derecha se podían apreciar sus venas hinchadas teñidas de verde.

- No voy a permitir que mates a otro de mis amigos, aquella vez saliste impune, en esta ocasión, no será así, así que, ándate con cuidado, coronel.

Steve escuchaba a medias, su mente estancada entre el pasado y el presente mientras que sus ojos, observaban con atención a aquel hombre que le había escupido un par de verdades a la cara. Bruce se acercó a su amigo y lo tomó del brazo, arrastrándolo a la salida, dejando a un Steve totalmente devastado, con la mirada perdida en una copa rota que hasta hacía un momento, estaba llena de vino, el cual corría por el suelo sin impedimento, asemejándose mucho a la sangre.

[…]

Richard no podía creer lo que había pasado, una vez sentado en la comodidad de su auto, se permitió temblar.

- Viernes, desactiva el distorsionador de voz, por favor.

- Como diga, Doctor Banner.

- ¿Estas bien?

- No... Bruce...No estoy bien...— susurro débil.

- Tony, yo...

- ¡Tony está muerto! - grito desesperado, con los ojos anegados en lágrimas.

- Te llevaremos a casa, Richard.

- No, por favor, no me lleven a casa, Mary no puede verme así.

- Esta bien, te llevaremos con nosotros, todo estará bien.— susurro Natasha, como siempre comprensiva.

Richard suspiro aliviado, habría imaginado cualquier tipo de desenlace, pero, lo que jamás se imaginó fue, el hecho de que su corazón sufriera con cada palabra mal sana lanzada en contra de Steve. Jamás imagino que le dolería su expresión devastada.

En definitiva, esto era una reverenda porquería.

                          ***

*Quelle merde : que porquería

*¿Excusez moi? ¿Est-ce que tu me parles?: ¿ disculpe? ¿me esta hablando a mi?

Monumento a tu AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora