Trece

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Sophia

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Sophia

Santa madre.

Mi impresión duró solo unos segundos antes de corresponder a los movimientos de sus labios; sentí sus manos relajarse y moverse hasta quedar en mi cintura mientras las mías se colocaban en su cuello. Por un momento me desconecté del mundo y solo pude pensar en que Alonso me estaba besando; todo en él se sentía tenso, sin embargo sus labios se movían lentamente, incluso me atrevería a decir que con algo de pereza, la presión de sus manos en mi cintura no tenía relación con lo calmado y dulce que era al besar. Sentía su barba incipiente en cada movimiento; delineó mi labio inferior y abrí mi boca haciendo que profundizara el beso descargando en él toda la tensión de hace unos momentos; ese baile hacía cosas locas por mi respiración y libido; no me permití pensar en si estaba bien o mal, o qué pasaría después de esto, lo que significaba..., solo quería disfrutar un poco más de ese beso que se encargaba de nublar mi mente y hacerme sentir cosquilleos en el estómago. Me sentía viva, como si todo este tiempo después de mi última relación hubiera estado en un sueño rutinario del que no podía escapar hasta que él llegara reanimándome; era esa clase de sentimiento fugaz al que se puede volver adicto.

Cuando nos empezó a faltar el aire, el beso fue bajando de intensidad hasta que solo fue una ligera presión de labios mientras nuestras frentes seguían unidas. Me negaba a abrir los ojos y dar por finalizado esa sensación, que me dijera que no volvería a pasar y mis pocas ilusiones fueran destrozadas; ese siempre había sido un problema, esperar demasiado de los demás en vez de ir a por ello.

—Había querido hacer eso desde la mascarada —murmuró Alonso aún cerca de mis labios. Abrí mis ojos de la impresión topándome con el verde intenso de los suyos, sonreí dejando salir el aire que no sabía que estaba conteniendo, me devolvió la sonrisa y se apartó de mí haciéndome sentir con algo de frío aún cuando me encontraba agitada por el baile. No dije nada, por una vez estaba siendo callada aún cuando dentro de mí quería saltar al sentir muchas cosas bullendo en mi interior—. ¿Te molestó?

—¿Actué molesta? —cuestioné evadiendo notoriamente su pregunta. Soltó un resoplido antes de tomar mis manos e instarme a sentarnos en la duela viéndonos de frente.

—Para nada —contestó cuando estaba a punto de olvidar lo que pregunté. Me hice una trenza floja sintiendo su mirada fija, estaba acostumbrada a recibir atención pero cuando era alguien que me gustaba solo soportaba unos minutos, así que me recosté con las manos en cada lado de mi torso admirando la pintura que estaba en el techo del salón, eran varias bailarinas en diferentes poses, artefactos y vestuario que cubrían cada centímetro del techo; me quedé absorta mirando todo con el fin de evitar esa mirada intensa.

No sirvió de mucho pues en unos minutos Alonso se recostó a mi lado tomando una de mis manos y entrelazando nuestros dedos, ambos estábamos en silencio admirando el techo o quizá solo sumidos en pensamientos, sin embargo era relajante poder no hacer nada y sentir que aún así aprovechabas el tiempo.

Ephemerality ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora