Capítulo 19

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Cuando despertó todo estaba oscuro.La luz de la mesita ya no estaba encendida y las rendijas de la persiana mostraban que todavía era noche cerrada. No debía de haber dormido durante mucho tiempo porque todavía sentía en la boca el sabor de la de Sesshomaru.Aún le ardía cada centímetro de la piel que él había besado y acariciado.

Le sintió tumbado a su lado y sonrió.

Hasta esa misma noche, no tenía ni idea de que pudiera desinhibirse tanto en el sexo. No es que antes de acostarse con Sesshomaru fuera una remilgada, pero lo que habían hecho superaba con creces los límites de todas sus fantasías sexuales. Se le encendieron las mejillas al recordarlo.

De manera perezosa, giró bajo las sábanas para buscar el calor de su cuerpo. La puerta del dormitorio seguía abierta y como la luz proveniente del salón aclaraba las sombras, le permitió ver que Sesshomaru tenía los ojos entornados. Lo observó a través de las penumbras,mientras se aventuraba a colocar una mano sobre el torso desnudo. Pronto llegó a la conclusión de que él estaba ausente, a kilómetros de allí. Ni siquiera las caricias que los dedos delinearon en el pecho le hicieron regresar a la realidad.

Por encima de su hombro, Kagome violos números fluorescentes del reloj de la mesilla de noche. Solo eran las tres y media de la madrugada.

—Estás despierta.

—¿Quieres que me marche a mi casa?

—¿Por qué me preguntas eso? —susurró él.

Se lo preguntaba porque él le había dejado muy claro que estaba cerrado emocionalmente, y a las personas que tenían ese problema no les gustaba compartir su cama con nadie a menos que fuera para practicar sexo. Soltarle eso les habría violentado a ambos, así que fue mucho más cuidadosa. Kagome besó su hombro y sonrió lánguidamente cuando Sesshomaru volvió la cabeza para mirarla. Pero él no le devolvió la sonrisa ni la besó, lo que la llevó a pensar que la razón de ese repentino distanciamiento era ella.Detuvo los movimientos circulares de los dedos, tragó saliva y también sepuso seria.

—Porque no quiero ser el motivo de que estés incómodo. Prefiero que...

—No quiero que te vayas a ningún sitio. Quiero que te quedes aquí y que pases la noche conmigo —la acalló con una mirada tan categórica como sus palabras.

—Vale —musitó ella, complacida.

Sesshomaru internó los dedos entre los largos cabellos para atraerla y besarla en los labios. Kagome se arrellanó contra su cuerpo, buscando la consistencia de sus músculos, y siguió mirándolo fijamente a la vez que recorría con el dedo índice la marcada línea de su mandíbula.

—¿En qué estabas pensando?

—En un desafortunado incidente que se ha producido esta tarde en el quirófano. A veces puedo ser un auténtico hijo de puta.

—¿Por qué? ¿Qué ha sucedido?

—Le he gritado a una residente. La he puesto en ridículo delante de todo el mundo y la he expulsado del quirófano porque cometió un error mientras me ayudaba en la operación. La pobre chica debe de estar destrozada.

—Creo que no eres la clase de persona que pierde los estribos con los internos. ¿Qué lo ha provocado?

—No lo sé —mintió—. Supongo que la sobrecarga de trabajo me ha pasado factura.

A la mente de Sesshomaru acudió el rostro de una mujer rubia de ojos color avellana tan parecidos a los de otra mujer que él conocía, y a la que hacía muchos años que no veía. No reparó en el evidente parecido físico hasta que Rin Takahashi le mostró la fotografía que hizo que se levantara de un salto de la silla. Lo que sucedió a continuación fue un tanto desagradable para ambos,ya que Sesshomaru no quiso escuchar ningún tipo de explicación, limitándose a pedirle a la acongojada joven que abandonara su despacho y que no se le ocurriera volver a ponerse en contacto con él.

Después de la lluviaWhere stories live. Discover now