~ Imperio ~

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Renato.

Estoy tan cansado.

Anoche fue una de las noches más largas y complicadas que he tenido en mucho tiempo desde que empecé a trabajar en el hospital ya hace varios años. Por un lado, el exceso de trabajo en el área de emergencias. Recibimos durante toda la noche a varios pacientes con traumas tan severos que tuvieron que ser operados, la mayoría de las veces, sin el consentimiento explícito de algún familiar. Al parecer las rutas están comenzando a congelarse por las noches y esto sumado a la incapacidad de ciertas personas de manejar en estado de embriaguez, hace que los accidentes de coche se multipliquen en estas fechas. Y por el otro lado, el estúpido enfrentamiento entre Julián y Gabriel, que tal como una película, sigue reproduciéndose dentro de mi cabeza una y mil veces. Cuánto daría por regresar a esa rutina sencilla que tenía antes de que Gabriel regresara a mi vida.

Sigo escuchando su voz en mi cabeza, que de manera desesperada me pide a gritos decirle la verdad. Sus manos sobre mi cuerpo, sus ojos a punto de romper en llanto, mirándome como si su mundo entero estuviera a punto del colapso. La forma en la que se despide de mí, diciéndome que nunca más me volverá a molestar y que sólo espera que Julián me pueda hacer feliz. En parte me siento muy mal por mentirle, no está y nunca estará en mi naturaleza el mentir del modo en el que lo hice, pero era lo único que estaba en mis manos para evitar un enfrentamiento entre los dos, para prevenir una verdadera desgracia.

—Tenemos que hablar, Tato — leo por cuarta vez el mensaje de Juli en mi celular. Hay algo en él que me sigue inquietando: la manera en la que se comportó frente a Gabriel, como si no tuviera miedo de enfrentársele. Dentro de las jerarquías que existen en la comunidad de los hombres lobos, Gabriel ocupa el lugar más alto. Es por mucho un hombre lobo muy poderoso, alguien a quien no querés tener como enemigo y mucho menos enfrentar. Se dice que no existe humano alguno que pueda enfrentarlo de la manera en la que lo hizo Juli y aún así él lo enfrentó sin retroceder un solo centímetro. Es casi como si Julián fuera... un lobo.

He estado sospechando de eso en los últimos días. Julián oculta muchas cosas, mi intuición me dice que es alguien en quien se puede confiar y de hecho lo he ido descubriendo con el paso de los días. Pero esos secretos que esconde comienzan a ser, al menos para mí, cada vez más pesados y preocupantes. Es como si tuviera la tajante convicción de ocultar su verdadero ser. Acá la pregunta más importante es: ¿por qué lo hace? Si mis sospechas son ciertas y Juli termina siendo al final un hombre lobo, eso sólo significaría que tengo que andar con más cuidado. Aún desconozco sus intenciones conmigo, podrán ser buenas o malas, pero tengo que descubrirlas cuanto antes.

El sol brilla intensamente.

Camino por el estacionamiento del hospital hasta que doy con mi viejo auto rojo y abollado en la puerta del conductor. Después de la noche en la que Gabriel regresó a mi vida, tuve que mandarlo a arreglar para evitarme en un futuro más problemas como el que tuve esa noche. Incluso cuando ya es un auto viejo y que me da muchos dolores de cabeza, me temo que es lo único para lo que me alcanza en estos momentos. Entro al vehículo y enciendo el motor. Conduzco por las calles de la ciudad, pensando en lo que debería hacer ahora, meditando la idea de ir a hablar con Julián y descubrir cuáles son sus verdaderas intenciones. De pronto mi bolsillo derecho empieza a vibrar.

Paro en un semáforo en rojo, antes de responder.

—Hola.

—¿Quién es el hombre más lindo e inteligente que conozco?

—No sé, — respondo con una sonrisa — ¿será Fausto por casualidad?

—¡Estúpido! ¿Ya lo sabés? — pregunta Agustina al otro lado de la línea.

Alfa Enamorado. [Quallicchio]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang