Capitulo 28

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Harry se sentó en el sofá de enfrente de la chimenea con los brazos apoyados en las piernas y las manos entrelazadas. Se quitó los guantes de cuero que usó para el entrenamiento de quidditch y los sostuvo. Tenía el pelo mojado y la ropa no estaba en mejores condiciones. 

Hermione apareció con una sonrisa en los labios, pero se le borró enseguida cuandio vio a Harry tan quieto contemplando el fuego. 

—Harry.—lo llamó y se acercó a él—Estás mojado, vas a coger un resfriado de los buenos si no te cambias de ropa. 

Silencio. 

—Harry.—lo llamó de nuevo—Apestas a lluvia. Anda, ve a darte una ducha antes de que sea haga más tarde y la señora Gorda no te deje entrar por el retrato.—silencio—¿Ha pasado algo en el entrenamiento hoy?

Harry asintió lentamente como un niño confesándose y se humedeció los labios. 

—¿Y Ron?

—Está en la enfermería.—susurró con un hilo de voz. 

—¿Qué? ¿Qué ha pasado?—preguntó Hermione alarmada. 

Harry miró a Hermione a los ojos y suspiró. 

—Fue mi culpa, todo fue mi culpa. 

—Cuéntamelo.

—Todo iba bien en el entrenamiento. Queríamos proar una técnica nueva para derrotar a Ravenclaw el mes que viene.—explicó frunciendo el ceño—Peakes no golpeaba lo suficientemente fuerte, y por lo tanto la bludger no llegaría a golpear a nadie en el próximo partido, así que... Le pedí que empleara más fuerza para batear. 

Hermione tragó saliva y asintió, animando a Harry a que se explicase. 

—Le dije a Peakes que golpeara tan fuerte como pudiera en el blanco cuando yo le dijera. Entonces, alguien pasó por delante de Peakes, a unos nueve metros. Peakes ya había golpeado y la bludger le dio en las costillas fuerte, muy fuerte. Cayó de la escoba y aterrizó encima de Damelza, que estaba bebiendo. Gracias a ella no se ha roto ningún otro hueso, aunque podría ser que Damelza se haya torcido el tobillo.—carraspeó y volvió a mirar a Hermione fijamente—No fue Ron quien fue golpeado por la bludger, Hermione. Fue Ginny. 

Hermione se levantó de golpe.

―¿¡Y qué haces aquí sentado!? ―exclamó cogiéndole del brazo ―¡Tenemos que ir a verla! ¡No puedes quedarte aquí sentado reflexionando en todo lo que ha pasado cuando ella tiene las costillas rotas!

Hermione lo miró con dureza y fue corriendo hacia la enfermería. Harry miró al suelo y no la siguió, se quedó mirando el suelo y lanzó sus guantes con la intención de que se estamparan contra la pared. Sin embargo, los guantes cayeron en la chimenea.

―Mierda. ―masculló― ¡Aguamenti!―gritó y llenó un jarrón para arrojar el agua en el fuego.

Los guantes se habían quedado chamuscados y habían quedado agujereados por todas partes. Olían a quemado. Harry les echó agua para apagarlos y resopló, presionando los dedos contra sus sienes.

-

Hermione abrió la puerta de la enfermería. Ron estaba sentado en una silla al lado de la cama en la que estaba acostada Ginny tapada con una colcha de lana marrón. Damelza estaba a la izquierda de Ron con la pierna derecha en alto sobre un cojín y tenía los ojos cerrados, como Ginny.

―Tienes cinco minutos, la hora de visitas ha terminado. ―dijo la señorita Pomfrey con una botella de cristal en las manos.

―Entendido. ―asintió Hermione colocando un mechón de su pelo detrás de la oreja mientras se dirigía a la cama de Ginny―¿Está durmiendo? ―le preguntó a Ron.

Bewitched LoveWhere stories live. Discover now