Zombieconomía - Lección 8ª (y última)

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—En definitiva —dijo Mónica—, la estrategia del angelito consiste en ayudarse unos a otros. En solidaridad y apoyo mutuo. Que si al funcionario le rebajan el sueldo si falta al curro porque está enfermo, pues sus compañeros cubren su trabajo para que no se note la falta. Si al vejete no le llega para comprar todas las medicinas que necesita, pues los vecinos le regalan las sobras de pastillas y jarabes que tengan en casa. Frente a la avaricia e iniquidad de nuestros gobernantes, bondad y generosidad. Así de simple y así de complicado.

—¡Hum! Como teoría no suena mal. Pero mucho me temo que es imposible que funcione.

—¿Por qué?

—Porque aquí la gente no se ayuda, sino que se tira a la yugular del vecino a la primera ocasión. ¿Funcionarios cubriéndose las bajas unos a otros? ¡Ja! En dos minutos aparecería una legión de espabilados que intentarían aprovecharse de la situación. El escaqueo es nuestro gran deporte nacional.

Mónica dejó escapar un suspiro.

—Ese es el gran problema de nuestro país —dijo—. Nos comportamos como unos hijos de puta y luego pretendemos que nuestros gobernantes sean distintos.

Antonio no pudo menos que asentir. Eso, y darle otro trago al combinado de ginebra.

—¿Y cuál es la estrategia del diablillo? —preguntó Antonio.

—Según algunos activistas y blogueros antisistema, es lo que se llama violencia dirigida. Aunque también hay quien lo llama desobediencia responsable, que suena algo menos... violento —sonrió Mónica.

—Bonitos nombres —replicó Antonio con un levantamiento de cejas.

—Se trata de joder la marrana, como siempre, pero de forma calculada y con blancos específicos.

—Me estoy liando.

Mónica sacudió la cabeza. Sus ojos avellana chispearon y sus manos de pianista bailaron como mariposas de marfil.

—En vez de salir a la calle y quemar contenedores, o destrozarle el escaparate al tendero de la esquina, que es otro pringado igual que tú, te vas a joder a aquellos que te están jodiendo a ti —explicó Mónica—. Algunas de las propuestas lanzadas a la red son de lo más interesantes.

—¿Por ejemplo?

—Vete al chalé del gerifalte de turno y le jodes las ventanas a pedradas. Méate en el portal del apartamento de lujo de la ministra ágrafa que sólo se rasca el coño. Ráyale el coche oficial al secretario corrupto. Vete al colegio donde van los nietos del presidente del banco que engañó a los jubilados y les cuentas a los niños que su abuelito es un ladrón. Métete en toda boda, bautizo, comunión y mitin de cualquier político y se lo revientas. Échale un bote de pintura al abrigo de visón de la esposa del ministro.

—La mayoría de esos tipos tienen guardaespaldas y servicios de seguridad —dijo Antonio con una amplia sonrisa.

—Cierto. Pero ya hay antecedentes. Algunos colectivos han iniciado campañas de asedio a políticos, sobre todo del PEPE. A la presidenta de la comunidad de Madrid le asaltaron la casa. También al presidente de Extremadura y al ministro de justicia. Las fachadas de muchas sedes de partidos políticos están llenas de huevos un día sí y otro también. La gente abuchea a los políticos de cualquier signo si se los cruza por la calle. A más de un concejal le han calentado los morros a golpes. Los escraches, los acosos a nuestros queridos dirigentes, se han convertido ya en parte habitual de la vida política de este país. Es la manera en la que el pueblo se revuelve contra aquellos que lo están asfixiando. Los escraches, por ejemplo, serían un ejemplo moderado de la estrategia del diablillo. Greenfight tiene un departamento dedicado en exclusiva al acoso y hostigamiento personal de altos cargos públicos, banqueros y especuladores.

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⏰ Last updated: Dec 14, 2018 ⏰

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