Capítulo 41

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Recuperar la memoria y salir corriendo no fue nada agradable para Alec. Seguía en el suelo cuando Hell sacó de su mochila un par de pistolas y se las dio a Taylor y Nathan porque ella enseguida se dio cuenta de que ni Evan ni Alec estaban para mucha acción.

El problema llegó cuando salieron del cuarto de Alec y vieron a un grupo de agentes de se seguridad correr hacia ellos. Los chicos salieron corriendo en dirección contraria y cuando pudieron ponerse medio a salvo, Taylor se dio la vuelta y disparó varias veces acertando a dos de los guardia.

–Buen disparo.– Le dijo Evan y ella sonrió.

Hell consiguió sacarlos de las instalaciones y llevarlos hasta el coche que estaba escondido a unas manzanas de Élite cuando un grupo enorme de guardias salió de la base en su busca.

–¿Este es tu gran plan?– Le susurró Alec, que estaba sentado en el asiento del copiloto, aunque todos estaban agachados.

–Era una parte.

–¿Y la siguiente?

–Improvisar.

Se quedaron escondidos en el coche durante un buen rato y cuando los guardias se alejaron lo suficiente de la base, Hell arrancó el coche y salieron de allí. Cuando se incorporaron al tráfico, Hell se quitó la capucha de la sudadera, se concentró para no vomitar y no dejó que nadie se levantará.

Aparcó el coche en el garaje y todos salieron lo más rápido que pudieron, pero en cuanto llegaron al vestíbulo, y mientras el resto llamaba al ascensor, Hell se acercó a hablar con Stan.

–Stan, necesito que sí alguien viene preguntando por mi o por alguien de Élite, les digas que aquí no hay nadie.

–Tranquila, guapa. Olvidaré que os conozco en cuanto salgáis de aquí.– Stan sonrió.

–Gracias.– Hell también sonrió y después volvió al ascensor con sus amigos.

–¿A donde?– Preguntó Nathan, que era quien más cerca estaba de los botones.

–Al ático.

–Oh, que nivel.

Cuando llegaron arriba, Hell les dejó pasar pero les devolvió a la realidad al ver que se habían quedado clavados en el salón. Les llevó a su cuarto por que se supone que ellos no deberían de estar allí, así que tendría que esconderles un tiempo.

–¿Por qué ahora vives aquí?– Le preguntó Alec mientras ella corría las cortinas.

–Ni siquiera lo sé. Pero tenéis que estaros callados, ¿vale?

–¿Por qué?

–Porque la hija del dueño de la casa no estaba de acuerdo en que fuera a buscaros.

–¿Y quien es esa chica?

–Jane Donovan.

–Ah.– Dijo Nathan por todos.– Osea que tu plan era traernos a una casa donde no nos quieren, y después ¿que? ¿Salir a la calle con un cartel de "ex miembros y fugitivos de Élite ofrecen abrazos gratis"?

–No he pensado en el resto del plan, ¿vale? Pero tenía que sacaros de allí.

–¿Y que va a pasar ahora?– Preguntó Taylor.

–¡Hell! ¡Ya estoy en casa!

Hell les dijo que esperarán allí y salió al pasillo de la planta de arriba. Jane se acercó hasta ella y cuando vio que Hell se quedaba callada, supo que algo andaba mal.

–¿Qué has hecho?– Se cruzó de brazos.

–No te enfades, ¿vale?

Hell abrió la puerta de su cuarto y entonces, Jane vio a los chicos dentro. Taylor la saludo con una dulce sonrisa para hacerla ver que no serían un problema, pero entonces Jane cerró la puerta de nuevo y miró a Hell.

–¿¡Cuando ha pasado esto!?

–Hemos llegado hace unos cinco minutos.

–¿Acaso no entendiste lo que hablamos ayer?

–Jane, he visto un centenar de cadáveres de gente conocida en el bosque. ¿De verdad querías que dejara a mis amigos allí?

–Hubiéramos encontrado un plan mejor.

–Lo siento, Jane. Pero no tenía tiempo.

–¿Y que le voy a decir a mi padre cuando se entere de que tengo a dos ex concursantes de Escape y a otros dos integrantes de Élite en la habitación de invitados?

–Nada porque no tiene porque enterarse.

–¿Cómo que no?

–Tengo pensado marcharnos pronto, pero necesito que Winston piense que los ha perdido.

–¿Y las pulseras?

–¿Qué pulseras?– A Hell se le paró el corazón por un momento.

–¡Las pulseras de identificación!– Gritó Jane señalando la muñeca de Hell.– La tuya está desactivada, pero las suyas no. ¡Pueden encontrarles en menos de diez minutos!

Hell no había caído en la cuenta de aquello, así que abrió la puerta de golpe y entonces ambas entraron y vieron que todos estaban mirando como Nathan jugueteaba con la pulsera de Evan.

–Puede que vivas en un ático de lujo, carita de ángel, pero las paredes parecen de papel. Me ha costado un poco pero he conseguido desactivarlas todas.

–¿Enserio?– Dijo Hell aliviada y Nathan levantó los brazos.

–Tienes suerte de tener una amigo tan listo como yo.– Sonrió orgulloso y Taylor le dio un codazo.– ¡Auch! Bueno, Tay también es bastante inteligente...

–¿Cuanto tiempo vamos a quedarnos?– Preguntó Alec y antes de que pudieran contestarle, tocaron el timbre de la casa. Hell y Jane palidecieron al instante y se miraron entre ellas mientras el resto no sabía que pasaba.

–¿Alguna espera visitas?– Preguntó Evan.

–No, y mi padre tiene llaves.

–¿Nos han encontrado?

–Tiene toda la pinta.

–¿Y que hacemos?– Dijo Taylor asustada.– No pienso volver a Élite.

–Nadie va a volver a Élite.– Aseguró Hell.– Pero tenemos que salir de aquí lo antes posible.

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