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Número 86 escuchó atenta la teoría que número 1 se había formado, como no, siendo apoyado por el resto de chicos. Número 5 se seguía mostrando algo reacia ante aquella idea...digamos que para ella resultaba ser un poco realista, y prefería no ayudar en llenar de esperanzas a sus buenos amigos, pues no quería volver a verlos destrozados como en un inicio.

— Pero esto es... ¡Una locura! ¿Acaso ustedes se están burlando de todo esto? — preguntó con el ceño fruncido la número 86 — No es para nada gracioso.

— ¿Ya revisaste si quiera el listado? — preguntó esta vez número 2 — ¿Salen tus hermanos?

Esta vez fue la chica pelirroja quién agachó la cara. Era cierto, había revisado de arriba abajo esa lista apenas y salió, notando como no. Ese detalle de que sus dos hermanos no registraban.

— Mira, Fanny — hablo esta vez número 3 tomando a la chica por los hombros — No perdemos nada con intentar ¿O sí? Solo un intento por favor...ten algo de fe.

— Está bien. Pueden hacerlo — asintió la pelirroja haciéndose a un lado, dejándole el espacio a número dos para que este mismo comenzará a hacer su trabajo.

Número dos comenzó a digitar distintas numeraciones en la computadora, eso juntos a letras y nombres. Nombres de los cuales no hay que ser unos genios para saber de quienes se trataban. La computadora comenzó a lanzar ciertas ubicaciones, donde se dejaba ver varios puntos juntos...igual se dejaba ver cierta alerta de error.

— ¿Pero que diablos...? — empezó a decir número dos mientras seguía digitando con rapidez — No entiendo nada...

— ¿Qué es lo que está pasando? — preguntó con interés número 86.

— Sale error....

— Eso normalmente sale en los ya fallecidos — explicó la pelirroja.

— ¿Pero lanza ubicaciones?

— No estoy segura...

— Lo único que creo yo — interrumpió número 1 — Es que aquí hay gato encerrado.

(....)

— ¿Qué es lo próximo que haremos? — preguntó el rubio con cara de aburrimiento, eso mientras que, con una rama, hacia extrañas figuras en la nieve.

— Ya es de noche ¿Qué crees que podemos hacer genio? Eso aparte de asustar aldeanos — respondió Tommy con obviedad mientras retiro la vista de su revista de mecánica — Nada de juegos, saben lo que sucedió la última vez.

— No fue mi culpa — se adelantó a excusarse Shauney mientras su mirada verdosa vivaz estaba clavada en la fogata que el mismo había armado.

El rubio solo bufó y estiró las piernas sobre el viejo fierro que le hacía de asiento.

— Yo lo único que sé, es que estar aquí sentados, solo viéndonos las caras, me aburre.

— Acostúmbrate, Joe, esta es nuestra vida, aunque te guste o no — hablo Danielle por primera vez con voz recta. Como se podía escuchar de frías sus palabras.

— Yo — esta vez fue Paddy quien se levantó y sacudió la nieve de sus pantalones, estaba sin camisa. Su temperatura corporal solía ser más alta de lo normal y era muy raro que sintiera frío — Me iré a dormir. Mushi hace rato lo ha hecho.

— Creo que haré lo mismo que él — secundo Tommy.

— ¿Qué? ¿Estás de broma? ¿No? — dijo el rubio poniéndose derecho y mirando sin pisca de diversión.

— No te quedas solo, genio. Estas con Danielle y Shauney. Buenas noches.

— Genial — susurró el rubio de mala gana, pues eso no significaba que quedaba con las mejores personas.

Danielle era de pocas palabras y solo se la sabía en silencio metida en su mundo. Y Shauney, bueno él es otra historia a parte. Bien cree que el chico ha perdido la cabeza. 

KND: Los chicos del barrio: Operación MutanteWhere stories live. Discover now