Las reglas del juego.

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— ¿Cómo que quién es Jen? ¿Esto es un mal chiste o qué? ¿Se pusieron de acuerdo? —le pregunté algo molesta. Ya estaba cansada de tanta mierda rara en el día.

— ¿De acuerdo? A ver, Lisa, cálmate, ¿quieres? Empiezas a asustarme, estás hablando como una demente —me dijo y su rostro me demostró que o no estaba bromeando o mi hermano tenía cualidades de actor que había mantenido ocultas toda nuestra vida.

— ¡Jennie! Mi novia, tu mejor amiga. ¿Cómo puedes actuar como si no la conocieras? —ya había llegado a mi límite.

—Ya está, ahora sí enloqueciste. Mira, creo que estás muy cansada y todavía te da duro el asunto con Nancy, así que mejor descansa, ¿bueno? —dijo, dando media vuelta dispuesto a irse.

— ¿Con Nancy? Tae, eso paso hace más de dos años —dije ya exasperada. Y él volteó a verme como si estuviera a punto de llamar al manicomio.

—No, no es cierto, ella te terminó hace 6 meses, ¡¿ves?! Estás demente, mejor métete a la cama y duerme. Creo que te dio fiebre de nuevo —y así salió del cuarto, cerrando la puerta detrás de sí.

Ese último comentario me dejó un poco desubicada, pero no era que las cosas estuvieran muy en su lugar.

La cabeza me daba vueltas. ¿Qué estaba pasando? Era posible que fuera cierto. ¿Seis meses?

Espera, entonces...eso significa que...

Salí de mi cuarto tan rápido como mis piernas me lo permitieron, miré los directorios telefónicos: "2010". ¿Qué diablos...? Encendí el televisor de la sala, en los canales de noticias decía lo mismo. "2010". Volví a mi cuarto y como pude tomé mi laptop, la encendí y miré la fecha, en la parte baja de la pantalla decía: "01/11/2010"

No conforme con ello, o tal vez en mi último intento por pelear contra la realidad que se me estaba poniendo encima, salí del apartamento al supermercado que quedaba a dos calles, ahí empecé a mirar los periódicos, y como ya se pueden imaginar, tenían la misma fecha, 1 de noviembre del 2010. Le pregunté a la cajera si eran periódicos viejos y ella me respondió que no, que eran de hoy, que mirara la fecha, esto último lo dijo en tono de: "¿eres imbécil?".

Después de dejar los periódicos en su lugar, me dirigí al parque. ¿Podría ser cierto? ¿Podría estar pasando? La verdad, cuando escuchaba mis propias ideas parecía estar narrando una película muy mala de ciencia ficción, pero no era una película, estaba pasando, y me estaba pasando a mí.

Me senté en el parque, ésta vez debajo de uno de los árboles que había ahí, intentaba pensar con cabeza fría y encontrar una respuesta a la gran pregunta. ¿Esto de verdad estaba pasando? Por un segundo pensé que era un sueño, era la única explicación racional que me cabía en la cabeza, pero entonces él se sentó a mi lado.

—Hola de nuevo —dijo, mirando hacia el frente, yo lo miré y lo supe, esto es su culpa.

— ¿Tú...tú hiciste esto? —fruncí el ceño y cerré mis puños tan fuerte que sentí que se me clavaban las uñas en la piel.

—Oye, a mí no me mires, fue tu deseo —me dijo sonriendo divertido y sentí ganas de matarlo en ese momento, pero lo necesitaba vivo.

— ¡Fue un deseo estúpido! —estaba confundida, irritada, molesta, desubicada, tenía sentimientos encontrados por absolutamente todo.

—Supongo que eso te hace una estúpida persona.

— ¡Cállate! Quiero que lo reviertas, quiero que lo reviertas ¡ya! —le ordené, apuntándolo con mi dedo índice y tomando el cuello de su camisa con mi otra mano.

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