Epílogo.

11.7K 917 751
                                    

El apellido Kim significaba poco o nada para mí. El señor Kim nunca fue un padre para mí y supongo que él nunca me amó como una hija tampoco. Ni a mí ni a mi hermana.

Pero por suerte teníamos a mamá. Carla.

El apellido Manoban era todo para mí, porque pertenecía a la mejor mujer que podría existir en el mundo. A quien me dio la vida y me ayudó a vivirla, a disfrutarla y a agradecerla. Me enseñó a hablar, a caminar, a comer.... me regaló mi más grande pasión, la fotografía. Y me dio la más importante de las lecciones... me enseñó a amar.

Jamás podré estar lo suficientemente agradecida con ella por todo lo que me dio. Me cuidó y me guio incluso cuando ya no estaba entre nosotros y nunca podré encontrar las palabras adecuadas para expresar lo afortunada que soy por ello.

A veces todavía lloro de felicidad cuando veo su retrato en la entrada. A Carla le debo todo.

¿Recuerdan lo que pasó cuando regresé de aquella otra realidad a la que Clark me había enviado tras pedir el deseo?

Bueno, pues resulta que, muchas cosas cambiaron en mi realidad.

Estaba tan jodidamente feliz de haber vuelto, de que Nini me había perdonado, de que aquel viejo que me había hecho la vida imposible resultó ser mi madre, que no reparé en el hecho de que cuando llamé a por teléfono a Megan para preguntarle si podía ir a visitarla en compañía de Jennie, Megan respondió identificándose como Megan Kim Manoban y no Megan Manoban.

Cuando mamá murió, ella y yo tomamos el apellido de mamá como rechazo hacia nuestro padre, así que el hecho de que Megan respondiera el teléfono de aquella forma era una clara señal de que algo había cambiado, pero como dije, estaba tan abrumada por la alegría que no me di cuenta.

Jennie y yo acordamos ir a visitar a Megan una semana después de aquél día, esa misma noche fui a casa de sus tíos a pedirles permiso para llevarme a Jennie a Italia y ellos no tuvieron ningún problema. Al señor Brown y a la señora Kim tuvimos que decirles que Jennie y yo sólo éramos amigas para que pudieran permitirle irse conmigo, Shin nunca aceptaría que su hija, la cual estaba comprometida con un chico adinerado, saliera de vacaciones a Europa con una chica en plan romántico. En otro momento yo no habría tenido ningún impedimento en decirles que yo era la novia de su hija y de hecho, era eso justamente lo que Jennie quería hacer, pero no la dejé porque no quería poner en riesgo nuestro viaje. Ya habría momento para que habláramos con ellos.

Pasamos toda la siguiente semana metidas en mi habitación durante el día, luego ella se iba a su casa para la cena y después de que yo cenaba sola en mi cuarto (porque no tenía ganas de que mi papá me arruinara la existencia) me escapaba a mitad de la noche para colarme por la ventana de Jennie.

Yo nunca había hecho eso en nuestra realidad. Cuando lo hice en la realidad del deseo fue porque me vi obligada a hacerlo para llamar la atención de Jen, pero en mi realidad nunca había tenido la necesidad, sin embargo se me había hecho ya una costumbre y una de los mejores recuerdos que tenía de aquella realidad alterna.

La primera vez que me subí a la ventana de Jennie en nuestra realidad ya no me lastimé tanto como la primera vez que lo hice con la otra Jen, supongo que había tomado experiencia, así que no requerí de sus servicios como enfermera, pero aun así disfruté enormemente su cara de felicidad cuando me vio tocando a su ventana y su sonrisa mientras la besaba con la mitad de mi cuerpo todavía afuera de la casa.

Me quedaba ahí a dormir y despertaba muy temprano para regresar a la casa sin que el ogro Kim se diera cuenta y luego repetimos el proceso todos los días siguientes hasta que llegó el viernes.

Recuperarte → jenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora