12. Que no volvería

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Con el tiempo sus entrenamientos fueron cambiando, comenzaron a practicar con cortas competencias entre otros grupos de su mismo tiempo, en peleas de cuerpo a cuerpo y de uso de armas o puntería. Entre ellos las peleas eran justas y algo flojas, cuando podían enfrentarse a los de los grupos anteriores a ellos, estas se convertían en peleas reñidas donde los más antiguos ganaban.

Todos disfrutaban de las peleas entre líderes por la seriedad e intensidad de sus ataques, los cuales les demostraban lo lejos que aún se encontraban de su fuerza. Solo a los grupos anteriores a ellos se les permitía enfrentarse a los segundos líderes, a pesar de que siempre terminaban vencidos.

Fue durante esos cambios de entrenamiento que terminaron de conocer la estructura completa de los grupos. Los primeros tres fueron reconocidos como Los Monstruos, aunque a los del grupo uno y dos les llamaban Los Monstruos Malos, mientras que los terceros eran Los Monstruos Buenos porque solían ser más amables y comprensibles, sin dejar de ser estrictos.

Los grupos siguientes eran del cuatro al seis, desde un inicio estos habían tenido dos líderes del primer equipo, ya que estos grupos estaban conformados por hasta quince chicos. Los grupos del siete al doce habían sido los últimos en llegar; con diez chicos cada uno, estos fueron los entrenados por los del segundo grupo.

Cuando los últimos grupos cumplieron ocho meses, una reorganización se dio por la llegada de nuevos equipos. Fueron dieciocho grupos de chicos nuevos, a quienes se les asignaron uno de los monstruos de los primeros tres grupos como líderes, y de segundos líderes tuvieron a dieciocho de los grupos cuarto, quinto y sexto.

Esos nuevos grupos estaban formados por veinte chicos, todos provenientes de zonas conflictivas, orfanatos o correccionales, lo que los convirtió en grupos complicados que habrían hecho a los otros grupos sentirse intimidados o inseguros si fueran un poco de las mismas personas que habían sido al llegar.

La nueva disposición en los equipos de chicos de antes, fue la reorganización de los grupos cuatro al seis, con la integración de los chicos más aptos de los seis grupos siguientes. Los liderazgos fueron asignados a unos cuantos de los tres grupos siguientes a los monstruos, otros pocos de los otros seis también obtuvieron esa oportunidad, aunque la mayoría terminó como segundos líderes.

En total quedaron únicamente diez grupos completamente mezclados entre todos los chicos del cuarto al doceavo grupo.

Los entrenamientos fueron disminuyendo al igual que las clases teóricas para centrarlos más en las simulaciones de misiones, en donde a veces se les dejaba trabajar en grupo completo, en equipos pequeños o individualmente. Esas simulaciones eran de trabajos de protección, de asesinato, de espionaje, de robo de información u objetos, de secuestro de personas o de interrogación; solían competir con otros grupos, como antes, o contra los mismos de su equipo.

Aunque no todos obtuvieron las habilidades para liderar, se les mantenía con estima por las habilidades que desarrollaban, como podía ser que se volvieran buenos peleadores o buenos planeando trampas o alguna otra habilidad individual que ayudaba a equilibrar los equipos. Solamente los monstruos fueron vistos y considerados como los soldados perfectos por la completa habilidad que tenían en todos los aspectos.

Se demostró que había dos tipos de juramentos. En uno, como el que todos los monstruos hicieron, se ofrecía la lealtad y ciega obediencia a los Jefes, los adultos detrás del estrado, más que a cualquier otro adulto o líder, y que también les brindaba ese equilibrio y excelencia en sus habilidades como en su carácter frío.

El segundo era realizado por los chicos problema, tanto los que no querían obedecer, como los que desarrollaban algún trastorno mental que afectara su desempeño. Estos se volvían obedientes a las órdenes entre ellos, sus compañeros sin juramento y los adultos. Se convertían en personas más vacías, más como marionetas que la frialdad de los otros.

No todos los chicos se ganaban uno u otro cambio por el juramento, había varios que la lealtad la demostraron con actos, sin necesitar de ello, aunque más del sesenta por ciento de los primeros doce grupos terminaron perdiendo por completo sus personalidades por culpa de los juramentos.

De esa forma los años pasaron para todos ellos sin que alguna vez volvieran a sus hogares o, siquiera, salieran de esas instalaciones. Simplemente siguieron órdenes, vieron sus números disminuir y aumentar. Todo sin cuestionarse más. 

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⏰ Last updated: Dec 20, 2018 ⏰

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