Divorcio

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Steve Rogers no volvería a Lorenz hasta la tarde ¿Qué haría hasta entonces? De todas formas, en realidad no sabía porqué se quejaba, mientras más tiempo lejos de él estuviera, mejor. Como no pudo conciliar el sueño por la noche, a la hora en la que salió el sol cayó ante los brazos de Morfeo y no se levantó hasta que Jarvis apareció al mediodía en su habitación para indicarle que ya estaba listo el almuerzo. Debía admitir que cualquier comida preparada por su mayordomo era una delicia, pero ese día no podía disfrutarla. Tal vez era por el hecho de que le entraban nervios -nunca lo admitiría- por volver a ver a Rogers, su relación no había terminado en los mejores términos, sinceramente hablando, se culpaba a sí mismo de que hubieran terminado, pero eso ya no era una carga para él. Tenía la mejor versión de su vida posible: una persona que lo amaba le había pedido matrimonio, era exitoso en su trabajo, tenía amigos incondicionales ¿Qué más podía pedir?

Le preguntó a Pepper si quería acompañarlo a dar una vuelta. No soportaba el estar en su casa perdiendo el tiempo. Si tuviera un taller aquí, estaría encerrado pensando en tecnologías que cambiarían el mundo, ideando planos, cualquier cosa menos comerse la cabeza pensando en lo que sucedería dentro de un par de horas, como hacía ahora. La pelirroja asintió despegándose del aparato electrónico por una vez desde que Tony se despertaba. Ella explicó que era porque la ausencia del jefe producía que se acumulara mucho trabajo, que, aunque era exactamente el mismo que cuando Tony estaba presente, a la distancia se le hacía más difícil manejar los documentos ya que no tenía los papeles ante sus ojos y los archivos que eran enviados digitalmente tardaban décadas en cargar.

Caminaba lentamente por la calle sin apuro, mientras que Pepper se quedó varios pasos atrás. Le había advertido que no llevara tacones, las calles no estaban pavimentadas y las veredas eran bastante angostas y estaban llenas de grietas, por lo que los tacones a veces, cuando no prestaba atención se le atoraban. Tony cargaba una bolsa de plástico que llevaba varias verduras ya que Jarvis le había pedido si podía realizarle un favor, y como comprar verduras no era un favor que pudiera asimilarse a que él y su esposa lo criaron, no podía rechazarlo. Su apariencia no había cambiado demasiado al día anterior, sólo que ahora en lugar de llevar un traje, utilizaba ropa cómoda, una remera negra con una estampa de su banda favorita y unos pantalones de mezclilla bastaron para no llamar la atención de los residentes y que hagan chismes sobre él. En un pueblo pequeño, las voces corrían más rápido que jets de última generación.

Su teléfono vibró en su bolsillo y suspiró al ver de quien se trataba. El nombre de su pareja y su foto podían observarse en la pantalla. Una sonrisa se abrió paso en su rostro mientras deslizaba el botón para contestar.

—Stephen...—pronunció su nombre porque ya extrañaba pronunciarlo. Quería escuchar su voz.

—Tony, ¿cómo estás? ¿Muy aburrida la conferencia?—la sonrisa boba que tenía en los labios desapareció y tragó grueso. Esperaba que su pareja al otro lado de la línea no notara que estaba nervioso. Además, se sentía culpable porque se había quitado el anillo para evitar conflictos como el que había tenido con Bucky.

—Como siempre, estamos dándole los últimos retoques a los planos para así después ponernos manos a la obra.

—¿No interrumpo?

—No, por supuesto que no. Puedes llamar cuando quieras, no es problema viniendo de ti—el suspiro que soltó Strange del otro lado de la línea hizo que su piel se erizara.

—Te extraño, ¿cuándo vuelves?—a Tony se le achicó el corazón por estar mintiéndole cuando las palabras del otro de verdad se escuchaban sinceras.

—Yo también. Si todo sale bien, mañana a primera hora—rezaba porque no fuera mucho más, quería regresar a Manhattan donde estaba su trabajo y su prometido, los que nunca hubiese conseguido si se quedaba en Lorenz junto con Steve.

No me olvides (Stony)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora