El rostro de la muerte

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Para la gran mayoría de nosotros, un punto y una coma no es nada más que un tipo de puntuación para conectar dos oraciones, que de alguna forma siguen separadas al igual que dos capítulos de una historia. Aunque para otros, significa esperanza en tiempos difíciles y determinación para seguir adelante, representa aquel instante en el que la vida y la muerte juguetearon con la conciencia de alguien seduciéndole para poner fin a una vida; su vida.

Con una jeringa inyectada en su brazo, su cuerpo desvanecido en la sucia alfombra manchada con ron y sangre, mirando el techo del apartamento esperando ver disipar otro día de su existencia sosteniendo en su mano derecha un crucifijo de plata, Alex espera la muerte.

07:00 a.m. suena la alarma del despertador, un nuevo día comenzaba, aun en el suelo se dispone a levantarse, toma una ducha, rápidamente se prepara un sándwich, busca su mochila, guarda su laptop, busca sus llaves y se dirige a la universidad. Llego justo a la hora, el profesor se sienta en su escritorio y comienza la catedra, al terminar su amigo Rick lo estaba esperando a la salida de la sala de clases

- ¡Alex! ¡Tantos siglos! ¿Dónde te habías metido?

- Fui unos días a visitar a mi familia.

- ¡Quien como tú que puede vacacionar en fecha de exámenes! Te tengo buenas y malas noticias ¿Cuál quieres primero?

- Supongo que las malas...

- Tenemos examen mañana con Ricardo.

- ¿Y la buena?

- ¡Es grupal y estas en mi grupo maldita rata!

- Entonces son dos noticias malas- dijo en tono sarcástico mientras reía.

- Cállate maldito bastardo y no te quedes dormido, el examen será a las 09:00 a.m.

- Ya mamá

- Deja de burlarte, tendrás que leerte el apunte que te enviare a tu correo.

- Está bien, ¿vamos a comer algo?

- Tu no dejas de comer, ¡está bien vamos!

Ambos fueron a un lugar de comida rápida que estaba cerca de la universidad, conversaron durante mucho rato, al terminar de comer se dispersaron ya que Alex tenia clases y Rick tenía el resto del día libre.

De regreso a la universidad una pequeña niña de apenas 10 años con vestido floreado, una trenza que casi le llegaba a la cintura, zapatillas con luces a los costados y en su mano derecha sosteniendo un perrito poodle de una correa le sonríe, ambos llegan a la esquina momento en el que la luz del semáforo cambia a rojo, Alex aprovechando aquel instante le devuelve la sonrisa y se agacha

- Hola ¿cómo se llama tu perrito? - pregunto Alex con un tono de voz cálido

- Benito- respondió la niña con voz de ternura.

- Benito, que bonito nombre; hasta rima con bonito

- Si, también tengo un hámster y un canario, tenía dos, pero mi mamá al abrir la jaula para darle comida se escapó uno.

- Que lastima pequeña, pero las aves deben ser libres, necesitan volar libres.

- Pero su jaula era hermosa, tenia de todo para vivir feliz.

- Pero era una jaula...- momento en que Alex se da cuenta que la pequeña tiene lágrimas en sus ojos producto de la conversación- no te preocupes quizás regrese.

- ¿Usted cree eso?

- Si, lo creo.

La luz cambia a verde, la pequeña corriendo y saltando se marcha con su perrito el cual infructuosamente tironeaba para liberarse, la pequeña tomo una cuadra de distancia de Alex, su presura se dejaba denostar, sin embargo, Alex logra percatarse que el perrito se liberó de su correa, la pequeña corre tras él, el perrito ingresa a la calle, para Alex aquel segundo se hizo eterno, no quiso cerrar los ojos, vislumbro cada instante, sintió y vio la frenada de una camioneta mientras esta lanzaba por los aires a la niña y aplastaba el poodle, dos segundos de silencio se demoró en recobrar la cordura para correr e ir a ver a la pequeña, sus ojos no lo engañaban, era lo que creía ver, la pequeña en la acera y el poodle en la calle inanimados en charcos de sangre. En la camioneta un hombre pasmado sin bajarse mientras los transeúntes le gritaban por la ventana, una mujer llorando intentando infructuosamente reanimar a la pequeña con el cuerpo infranqueable, a los 15 minutos el conductor sollozando abre su puerta y se baja en el momento que llega la policía, el cuerpo de la niña es cubierto con un plástico naranjo, la zona es despejada mientras que los policías fotografían cada centímetro del lugar y tomaban las declaraciones a los testigos.

- ¡He Usted! - exclamo uno de los policías mirando a Alex

- ¿Yo?

- Si, usted ¿Estaba presente cuando ocurrieron los hechos?

- Si, venía a una cuadra de distancia de la pequeña y vi todo.

- Bien, me puede facilitar sus documentos, le tomare la declaración y quizás lo citen a declarar a tribunales como testigo.

- No tengo ningún problema, apoyare al conductor con mi declaración- pese a tener razón su tono de voz denostó un cierto grado de frialdad.

Conto con lujos de detalles lo ocurrido al policía, al ver la hora se percató que su clase ya había terminado. Caminó dando vueltas sin rumbo alguno por 30 minutos en las calles de la ciudad costera, las luces de los faroles se comenzaban a encender, los cerros comenzaban a alumbrarse con luz artificial, quedaban los últimos destellos del sol desapareciendo, sus emociones confundidas con lo ocurrido solo divagaban en ideas absurdas, sin ganas de sentir algo por aquella pequeña.

Después de un rato recobro en parte la cordura y se fue para su apartamento, la puerta estaba abierta, había llegado Jacob y Daniela, una joven pareja de enamorados que residían en el mismo lugar en la otra habitación

- ¡Jacob! ¡Daniela! ¡Han vuelto! ¿Qué tal su fin de semana?

- Cansador, solo quería llegar luego aquí, no aguanto a mis hermanas chicas, son como pequeños sancudos que no te dejan dormir- exclamo Daniela mientras sacaba las cosas de su bolso.

- Yo estuve en la computadora, no hice nada productivo, me daba igual volver.

- ¡Oye! Y ¿Qué pasa conmigo? Acaso no me echabas de menos- dijo Daniela mirando a Jacob con los brazos cruzados.

Momento en que Jacob la abraza para evitar decir algo que incomodara más la situación como solía ocurrir. Aunque Alex era el único que se incomodaba con la situación

- Eh... no pienso estar tocando el violín, iré a dormir tuve un día cansador- dijo Alex mientras reía y entraba a su habitación.

- ¡Nos vemos! - exclamo Daniela alegremente. 

La cofradía de la muerteWhere stories live. Discover now