La cofradía de la muerte

Ciudad entre cadáveres amorosos.

Durante las noches Alex no podía dormir por las constantes pesadillas que tenía, todas eran distintas y en todas soñaba que era una persona distinta en una época distinta y en cada época era asesinado, antes de dormir la paranoia le arrebataba su miserable y efímera tranquilidad, su cuerpo completamente adolorido no lo dejaba ni siquiera caminar, no podía conciliar el sueño más de 3 horas cada día, podía pasar 8 horas acostado y solo dormir 3, pero su alivio era gigante al salir el sol pues los dolores desaparecían, la calma volvía, a las 00:00 en punto cada noche se tomaba un frasco de aquella misteriosa caja, el líquido sin sabor algún al beberlo se evaporaba antes de llegar al estómago acompañado de una exhalación de vapor azul.

Los días pasaban Alex no tenía noticias de Macarena, pese a tenerla agrega en Facebook no se atrevía a hablarle, tenía temor al rechazo, sin embargo, una noche antes que los dolores comenzaran decidió hablarle la conversación no fluía como el esperaba pese a ello se atrevió a invitarla a salir, su sorpresa fue grande pues acepto de inmediato, al otro día saldrían. Se acostó sobre su cama para intentar dormir, pero los dolores se hacían rutina, la alarma sonó a las 8:30 a.m. era hora de ir a la Universidad. El día pasaba lento, las alucinaciones se hacían constantes, creía ver cadáveres caminando entre los vivos, ver muertos sentados al lado de cada estudiante, cuando la tercera clase del día avanzaba creía ver a una mujer muerta, con los pies en decadencia y cayéndose a pedazos, los ojos carcomidos por gusanos, los huesos de las costillas asomadas entre sus ropas rotas y desechas por el tiempo, sentada en el suelo mirando atentamente lo que el profesor escribía en la pizarra, las imágenes eran aterradoras, cerraba los ojos pensando que era un sueño, creía recobrar la cordura por instantes pues ya no veía muertos suponiendo que esas alucinaciones se detendrían en algún momento cuando su cuerpo estuviera "normal".

Llego la tarde, volvió al departamento para cambiarse de ropa y arreglarse un poco ya que saldría con Macarena, antes de salir sostuvo su colgante y como si se tratase de un crucifijo le pidió fuerza y suerte. Había quedado de acuerdo para irla a buscar a su casa a las 08:00 p.m. pero había llegado 20 minutos antes, sabía que para los planes que tenía eso no era conveniente, conocía la mente humana a la perfección y ello no lo ayudaría, sabía que la responsabilidad y la puntualidad a ese extremo eran de lo menos atractivo para una persona como ella, debía convertirse en su antónimo, pero con mínimas similitudes perfectas, por ello decidió dar vueltas en la ciudad. Cuando llego la hora adecuado fue a su casa, toco el timbre y ella salió a recibirlo, estaba hermosa, sus labios naturales, pero sus ojos maquillados le daban un tinte celestial para su gusto, resguardo sus palabras en aquel momento para no dar una mala imagen, sino que, de inocencia oculta tras liberalidad y libertinaje, su idea era crear un personaje atractivo para ella y que cada palabra o frase esgrimida resonara en su día a día para penetrar en su mente.

La noche avanzaba con una grata conversación, unos mojitos y unas cervezas, coqueaban con la mirada no así con las palabras que evitan temas de amoríos, a lo más durante la noche hablaron de sus ex parejas de forma minúscula con la evidente intención de aclarar la soltería de ambos, pero que con mensajes implícitos escondidos tras sus historias hacían denostar un interés mutuo, cuando era media noche Alex fue al baño y bebió uno de los frascos que le había dado Reimon, luego de ello volvió con Macarena y la conversación se alargó hasta las 03:00 a.m.

Tras terminar de beber Alex pago la cuenta, ambos tomados del brazo se dirigían a la casa de la joven pues debía asegurarse que tenía que llegar sana y salva, en el trayecto Alex divisa en una esquina a un muerto desorientado mientras que la muerte estaba detenida a unos metros de aquel cadáver andante mirando fijamente a Alex, los perros corrieron hacia aquel cadáver andante que se encontraba en una esquina y la muerte con su seductora sonrisa solo reía, cada vez las alucinaciones se volvían más reales, justo cuando los perros comenzaron a ladrar Macarena sostuvo fuerte el brazo de Alex y le pidió irse por otra calle pues le temía a los perros, era evidente que ella solo podía ver a los perros ladrar enfurecidos en la esquina, él accedió, mantuvo la calma y se fueron por otra avenida, la conversación continuo, ella apoyaba su cabeza en el hombro de él mientras que él apoyaba su cabeza en la de ella, caminaron durante varias cuadras, solo faltaban 3 cuadras para llegar, pero él no quería que aquel instante terminase por lo cual observo la plaza en donde estaba "Rómulo y Remo" diciéndole:

- Abrieron aquella plaza, se ve hermosa, pensé que sería inaugurada a fin de año.

- La abrieron hace ya casi 2 semanas- dijo ella.

- ¿Estás muy apurada? Me gustaría observarla, difícilmente volveré aquí. - dijo Alex a pesar de que en varias ocasiones había pasado por aquel lugar.

- Si claro, no tengo problemas igual me gustaría visitarla.

Observaron detenidamente la inscripción en italiano que había en la estatua de Rómulo y Remo, más al medio había estatuas de guerreros con inspiración de los templarios, un rey, una reina y estatuas de leones, como 2 niños recorrieron aquel lugar, en un momento ambos se abrazan frente a la primera estatua visitada, sus manos se entrelazan y continúan dando vueltas, pero cuando llegan al costado de una estatua de un monarca Alex se detiene, la abraza, sus manos rodean suavemente la cara de la joven mientras ella lo abrazaba, se miran a los ojos y lentamente juntan sus labios, fue un beso que causo un caos emocional en él, se hacía tarde él la llevo hasta su casa, cuando llegaron en la entrada de la casa sabía que no se volverían a ver durante un tiempo por lo cual la sostuvo de la cintura y la beso, ambos se prometieron no contarle a nadie lo ocurrido aquella noche, Alex espero un taxi, se fue al departamento, se lavó los dientes y se durmió.