Capítulo XX

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Abrí la puerta y corrí a esconderme debajo del pequeño altar. Abracé mis rodillas y empecé a llorar.

Aparte de lo que había provocado, el sueño realmente me había tocado el corazón. Sabía que me perseguían, pero ni una sola vez había pasado algo semejante. No lograba comprender como se había colado en mis sueños, retorcerlos y obligarme a disparar un poder sobre el cual tenía el mínimo control.

Dejé salir en mi llanto mi frustración, mi miedo y mi dolor. No podía dejar de llorar, sollozaba fuertemente y la verdad es que no me importaba quien me pudiese escuchar.

Sentí una mano en mi hombro y una brisa ligera e interrumpí mi llanto súbitamente. Estaba a punto de gritar que se largara y que me dejara en paz, pero no era nadie de mi cohorte, ni del campamento. De rodillas a mi lado estaba un hombre bronceado, con una barba espesa y oscura, y una sencilla túnica de color azul celeste. Su mirada era severa, pero me sonreía con ternura. Mis ojos estaban llenos de lágrimas, así que me costo un poco distinguir que los suyos eran exactamente iguales a los míos.

Al instante retrocedí, asustada; sabía quien era y me sentía como una tonta porque me había visto llorar.

-Muy pocas veces he visto a un romano llorar.- Comentó casualmente, pero no lo dijo en tono de burla. Su voz era bastante masculina.

-Neptuno.- se me quebró la voz al pronunciar su nombre.

-Menos mal que sabes quien soy, me habría decepcionado bastante si hubiese sido lo contrario.- suspiró.- Extendió su mano para acomodarme el cabello detrás de la oreja. Ese simple gesto hizo que me saltaran nuevas lágrimas.

-¿Sabías que la clave para entender todo lo que existe dentro de ti es controlar exactamente esto?- Me apartó una lágrima que resbalaba por mi mejilla.- Es el porqué ella logra llegar más allá de lo que te gustaría, el porqué te cuesta controlar tus poderes; tus sentimientos son la clave hija.-

-¿Mis sentimientos?- pregunté con un hilo de voz.

-El poder de controlar el agua viene de tener en calma tu interior, si no tienes cuidado el agua tomará el control y no al revés. Provocar accidentes es bastante sencillo si dejas que los sentimientos te controlen.- su voz estaba cargada de preocupación.- Ella lo sabe, y tomará provecho de eso, no debes dejarle el camino fácil.-

-¿Qué quiere ella de mí? Ya tomó la vida de mamá, no necesita la mía.- suspiré mientras apartaba las lágrimas de mi rostro.

-Quiere lo que es de ella, por supuesto.- dijo casualmente, como si debiera saber el significado de eso.- Tu y ella tienen varias cosas en común, claro que no tiene la menor idea, pero tu triunfo depende de ello.-

-Yo no soy una asesina.- lo miré fijamente. Él me sonrió.

-Por supuesto que no. No me refiero a eso, pero tampoco te lo puedo decir. Me temo que tendrás que descubrirlo tú sola.- Frotó su barba con preocupación.- Tu destino va más allá de derrotar a Quíone, tienes que encontrar el camino de regreso a casa.-

-¿De regreso a casa? ¿Qué se supone que significa?- mi confusión solo había empeorado.

-Me temo que tampoco puedo decírtelo, debes encontrar las respuestas por tu cuenta.- suspiró.

-¿Entonces a qué has venido padre?-

-Con tus poderes puedes crear cosas maravillosas, Antha.- Evadió mi pregunta.- Puedes también destruir muchas otras, pero todo en tu vida depende únicamente de ti.- Tomó mi mano y mi corazón que había estado latiendo rápidamente y con fuerza, se calmó. Dirigió nuestras manos hacia el frío altar y las dejó ahí.

Contra mi voluntad el hielo se extendió desde mis manos hasta el altar y después por todo el interior del templo, pero no de forma aleatoria. Para mi sorpresa iba formando pequeñas olas desde el piso, simulando el mar, y en las paredes se veía el dibujo de una pequeña playa que alojaba una cabaña.

Era lo más precioso que había podido hacer con mis poderes pero no tenía ni idea de como lo había hecho. Me volteé para preguntarle pero solo me encontré con una suave brisa marina acariciándome el rostro.

No me había dado cuenta de que la puerta estuvo cerrada durante nuestra conversación hasta que Erick entro al templo.

Me miró un segundo pero inmediatamente sus ojos se fueron a todo el templo, que había pasado de parecer un pequeño cuarto de escobas a ser la representación de una playa.

-Wow.- jadeó.- ¿Cómo es que pasó esto?-me preguntó al mismo tiempo que se agachaba para ayudarme.

-No tengo la menor idea.- comenté. Y no era mentira.

-¿Estás bien?- me preguntó al mismo tiempo que posaba su mirada en la mía.- Estás helada, aunque no creo que te moleste.- Me tendió una sudadera morada. No pude rechazarla porque su expresión era de absoluta preocupación.

-Jamás van a querer verme.- me lamenté.

-En realidad, todos están preocupados por ti.- Me dijo mientras me ayudaba a levantarme.- Saben que no lo hiciste a propósito.

-¿De verdad?- fruncí el ceño.

-De verdad.- me sonrió.- De hecho, Rachel ayudó a calmarlos, ella les explicó que había pasado.-

-¿Y como ella lo sabe?-

-Por que yo también estaba en el sueño.- Distinguí su cabello rojo en la puerta.- Síganme.-

Caminamos tras ella hasta llegar a las termas. No encontramos a nadie en el camino, todos habían vuelto a sus cabañas a intentar dormir.

-Te agradecería si te aseguraras de que no hay nadie más y que todas las puertas están bien cerradas.- Rachel se dirigió a Erick y él se fue en seguida.- Estoy segura de que te preguntas el porque estaba yo ahí. Claro que solamente era un espectador pero aunque no lo creas, yo estoy tan sorprendida como tú.- Se sentó al borde de la piscina con las piernas cruzadas así que hice lo mismo.

-Debes tomar en cuenta lo que te dijo tu padre.- me susurró.

-No me sorprende que lo sepas.- contesté.- pero algunas cosas no tenían sentido.-

-A mi me sorprende que no se lo mencionaras a Erick, pero tendrás tus razones.- sonrió.- En cuanto a Neptuno, realmente no puede intervenir mucho en tu vida Antha, él dijo todo lo que se le fue permitido. Te dio pistas que tendrás que interpretar tú sola.-

-Lo único que pude entender es como controlar mis poderes.- suspiré.

-Es un buen comienzo. Tendrás que practicar todos los días, a todas horas. El poder de los hijos de Neptuno proviene de sus emociones. El autocontrol es la mayor de sus armas.- comentó antes de que Erick la interrumpiera.

-Está todo despejado y bien cerrado.- comentó.

Rachel me guiñó un ojo antes de levantarse.

-Perfecto. Erick, necesita unas clases extras para que mejore con la espada. Intuyo que no será problema el que puedas ayudarle, ¿Cierto?- Le dijo.

-En absoluto.- contestó con entusiasmo.

-Reyna y Frank aceptaron mandar a llamar a Percy, tu medio hermano para que pueda ayudarte con tus poderes. Lamentablemente tendremos que esperar un par de meses para que pueda venir, pero mientras tanto Frank y Hazel te ayudaran Antha.- Se amarró el cabello rizado en una simple coleta.- Que pasen buena noche chicos, hasta mañana.-

-Buenas noches.- Contestamos al unísono.

-Supongo que es hora de regresar.- Comenté, cansada.

-Supones bien, vamos que tengo una cita pendiente con mi cama.-

Nos reímos y salimos sin prisa de las termas.

Hija de NeptunoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora