Hasta siempre

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Un lento suspiro sale de mi boca, me miro al espejo para acomodarme la corbata, me siento estúpido y creo que me falta el aire, pero por fin estoy listo. "Vamos, sonríe, es un día feliz" me repito una y otra vez mientras intento esconder el sudor de mis manos que delatan mi nerviosismo.

Abro la puerta y con lentitud doy los primeros pasos, como niño pequeño. Sigo derecho mirando el piso con insistencia, intentando olvidar todo lo que me ha llevado hasta aquí, es triste ver como todo lo que alguien tiene planeado se puede desmoronar en un solo minuto. Levanté mi rostro, miro mi reloj y confirmo lo evidente, llegaré tarde, aun cuando salí media hora antes.

Abro la puerta de la pequeña oficina, saludo y la miro, hermosa como siempre, con ese vestido que hace que sus ojos resalten como el primer día. Sonrío tontamente, sin poder evitarlo, como aquella primera vez en la playa en esa fiesta de generación. Tomo asiento para evitar que lo note, bajo la mirada esperando que todo pase en un abrir y cerrar de ojos, pero no es así. Términos y más términos se discuten en la mesa. Ni su voz, ni la mía. Ni mi mirada, ni la suya.

Y los recuerdos comienzan a llenar la habitación, y entre todos ellos resalta la culpa. La casa debía estar vacía aquella tarde, pero no fue así. Yo debía estar en el trabajo, pero tampoco fue así. No debía ir a casa, no debí comprar flores, no debí confiar...yo no debí. Yo debí tocar la puerta, eso era lo único que tenía que hacer.

Entre gritos no hubo explicaciones, no las quise. No las quiero ahora. Dos maletas y un portarretrato que ahora debo tirar me recuerdan lo débil que fui, porque la amé, porque aún lo hago. Y en mis adentros suplico para que detenga mi mano, que no me permita firmar. La miro, y ella me evade. Volteo la mirada y todo está decidido.

Todo termina con un apretón de manos, tan alejado de los primeros besos a un lado de la playa cuando le confesé que me gustaba. Dejo que se vaya, no tiene caso ir tras ella. El último suspiro y sigo mi camino por el pasillo que parece ser más extenso ahora que al principio. Unas cuantas gotas caen al piso, no llueve ni mucho menos, solo soy yo y esos recuerdos que, por mucho que quiera, no van a irse pronto. 

ContigoWhere stories live. Discover now