demon.

145 8 1
                                    

¿Creías que era tan idiota para dejarme caer por tus tontos encantos? En realidad, si lo fui, pero ya no más.

(• • •)

Aquel día, a sus dieciséis años, el pequeño Hoseok había decidido conocer el mundo de la forma que era. No más cuentos de hadas, no a los príncipes, no a los encantos ni a las estrellas cumple deseos, él estaba en camino para volverse un hombre.

No fue hasta entonces que entró en aquella oficina, donde el mismo Dios del Olimpo lo estaba esperando, aquel que tenía a todos bajo sus pies y suspirando por ser follado y tocado por sus manos. Ahí, en esa silla forrada de cuero, detrás que aquel enorme escritorio de madera color intenso, ahí se encontraba el mismísimo Min Yoongi.

Sí, ese hombre con la mirada perdida en los ojos del más pequeño, tratando de penetrarlo con esta. Juraba que si las miradas matarán, el estaría en el más profundo de sus sueños.

El hombre de cabello oscuro, con la mirada del mismo color, se encontraba viéndole con detalle, caminando a su alrededor con las manos en la espalda. Tenía ese aspecto de liderazgo y de posesividad que cualquier persona podría caer de rodillas frente a él.

Cuando escuchó su voz por primera vez, el hombre estaba sentado, viendo con ojos penetrantes su cuerpo, tanto que parecía iba a atravesarle.

-Quieres entrar a este mundo, ¿eh? No es cualquiera que logra hacerlo.- rió de manera amarga, tanto que a ese pequeño chico le había erizado la piel.

Abrió los ojos y relamió sus labios, queriendo hundirse en el pequeño sofá a cuero en el que estaba sentado. Con la misma voz demandante que le había hablado la primera vez, le demandó colocarse de rodillas, mientras el caminaba a su lado.

-U-usted.. y-yo.- había gemido de desesperación, sintiendo como su miembro, ahora erecto, reclamaba por un poco de atención.

Acató la orden que el demandante hombre le había dado. Se colocó de rodillas, pasando saliva y viendo como este se colocaba nuevamente en la silla, volviendo a reír de aquella forma amarga y desquiciada.

Carraspeo y se colocó de rodillas frente a la gran silla donde se encontraba el mayor, desde su vista este parecía el mismísimo rey de reyes, siendo servido en bandeja de oro.

-Quiero ver como esta pequeña zorrita utiliza su boca.- sonrió el mayor con lujuria, tratando de provocar alguna sensación en el más en el más pequeño.-

Bajó la cremallera, corrió la ropa interior y liberó su erecto miembro. Tres simples pasos para sentir como la boca del pequeño Hoseok lo rodeaba, sintiendo el calor que está emanaba.

Un gruñido se le escapó por lo bajo, maldiciendo y tomando con fuerza de los cabellos del contrario, acelerando un poco más sus movimientos. - así se hace, zorra.- susurró comenzando a mover sus caderas, tratando de llegar hasta el fondo de su garganta.

"No hagas eso, idiota." Dijo con enojo, viendo como el pequeño colocaba una de sus manos bajo el pantalón, queriendo masturbarse.

Rió otra vez, soltando su cabeza y retirandola cuando sintió el cosquilleo recorrerle, hasta llegar a su parte baja. No iba a correrse en su boca, no le daría ese gusto el cual muchos querrían.

En su más propia opinión, las personas vírgenes como Jung Hoseok eran las mejores. Estas debían y necesitaban mostrar lo mejor de ellas, para no decepcionar a nadie.

Él, Hoseok, se cruzó de brazos, volviendo a su asiento y mirando con un pequeño puchero al contrario, el cual le estaba mirando con los ojos llenos de lujuria.

Retrocedió y se sentó sobre su regazo cuando escuchó un "¿a donde crees que vas?" por parte del contrario, sonriendo de lado y sintiendo como el mayor tomaba con fuerza su cintura no se atrevió a hablar.

En parte lo demás paso en un mísero movimiento de cadera. Este estaba llenando su interior con aquella esencia, mientras él gemia agotado. Sonrió por inercia al recordar que el mismo Min Yoongi había sido el hombre de su primera vez.

Al pasar del tiempo, continuaron así, pero, ¿en realidad siempre sería sólo un juguete para aquel hombre?

Todo terminó el día en que la puerta se abrió, dejando ver a un chico al cual desconocía. Este venía hecho rabia, maldiciendo hasta por la mínima cosa que le sucediera. Él, Min Yoongi salió de su interior, volviendo a reír de manera amarga y sentandolo en su regazo, viendo con una sonrisa al pequeño hombre que acababa de entrar.

Ese día, ver como su primera vez y primer amor besaba a otro hombre frente a sus ojos, lo había destruido. Decidió dar por fin aquella "relación" y decidió ser él el dominante, ser él quien podía ser el gran hijo de puta que lastimaba a las personas.

Aunque no quería, continuaba compartiendo relaciones y prácticas sexuales con aquel hombre, se había metido en su negocio de una vez por todas. Había compartido sus sentimientos aunque no eran correspondidos, y había dado todo de él.

Desde ese día, prometió no volver a caer en sus encantos. Ese mismo día se dio cuenta que hasta el mismísimo Dios, podía convertirse en demonio.

demon. ♡ Yoonseok.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora