Hoy Como Ayer (ChanSoo)

XVIII

Tan pronto como alcanzó el vestíbulo escuchó un sollozo que provenía del piso de arriba. Subió de dos en dos los escalones de mármol y se dedicó febrilmente a abrir las puertas a cada lado del pasillo. Encontró a KyungSoo en la habitación psicodélica del fondo, atado en equis a la cama y vestido solo en ropa interior. Sintió júbilo al verlo, pero el júbilo desapareció al descubrir que el cuerpo del chico estaba ensangrentado del cuello hasta los pies.

Al verlo entrar, KyungSoo tembló aterrorizado. Tenía el cabello pegado con sudor sobre la frente. ChanYeol apartó los falos de hule y se acercó. Le causó alivio darse cuenta de que la sangre no era de él, sino de una gallina que yacía muerta y desplumada a los pies de la cama. Al lado se hallaban una camisa y un short desgarrados. ChanYeol extendió una mano para retirarle el pelo de la frente. KyungSoo gimió asustado.

-No voy a hacerte daño -intentó tranquilizarlo.

-¿Eres su... hermano? -preguntó él titubeante.

-De alguna forma, sí. Pero no soy como él.

Esta vez KyungSoo no gimió cuando le rozó la cara. ChanYeol, conmovido, contempló en el chico su piel suave y juvenil. Redescubrió el lunar en su cuello. Su cuerpo era tan hermoso como en aquellas noches de amor. KyungSoo, si tú recordaras, murmuró para sus adentros.

ChanYeol advirtió algo que no existía antes: una equis de fuego arriba del ombligo. Obra del hippy, sin duda. ChanYeol tenía que hacerle pagar eso y todo lo que por su culpa había padecido. No debía permitirle repetir la pesadilla.

ChanYeol y KyungSoo se miraron. En presencia de ese muchacho, KyungSoo ya no guardaba temor. Algo le decía que las cosas hubieran sido distintas de haberlo conocido antes que a "ChanYeol". A su vez, el verdadero ChanYeol volvía a descubrir en los ojos verdes de él esa mirada tierna e inocente. KyungSoo era el mismo. Él quiso abrazarlo y cubrirlo de besos, decirle cuánto lo había extrañado y el dolor que le había provocado su ausencia. Pero aquel no era el momento. El hippy regresaría de un instante a otro.

-Tenemos que irnos de aquí -dijo ChanYeol, intentando desatarle una mano.

KyungSoo asintió. ChanYeol encontró al nudo bastante complicado. Las configuraciones entrelazadas en todas direcciones no ofrecían solución inmediata.

-Necesito un cuchillo -dijo con desesperación.

-¿Te sirve esto? -barbotó una voz a sus espaldas.

KyungSoo gritó. ChanYeol sintió un ramalazo de adrenalina y al mirar atrás se encontró cara a cara con el hippy, cuyas manos sostenían una impresionante motosierra con cuchillas de acero.

-Hola, drogadicto -saludó con su voz gruesa, acercándose a ChanYeol-. ¿Quieres un cigarro?

El hippy tiró de la cuerda de encendido y la motosierra se accionó vomitando un rugido que ensordeció los gritos de KyungSoo. ChanYeol se apartó de la cama y retrocedió hacia la pared. El hippy arremetió contra él, con las cuchillas girando a gran velocidad. ChanYeol intentó descontrolar al hippy impulsando hacia él los falos de hule, pero la motosierra los reventaba uno por uno como pompas de jabón.

Se inició una grotesca persecución por la recámara. ChanYeol huía de espaldas por la pared, esquivando una y otra vez los ataques. KyungSoo no paraba de gritar. Las cuchillas arrancaban yeso con cada golpe y dejaban profundas marcas en la pared. ChanYeol fue hacia la cama y se metió debajo. El hippy asestó un golpe que desollo el colchón muy cerca de la pierna izquierda de KyungSoo. ChanYeol salió del otro lado de la cama y se precipitó hacia la puerta. En dos zancadas, el hippy le bloqueó el camino. La motosierra despedía nubes de humo azul. El hippy la elevó sobre su cabeza y las cuchillas sacaron chispas al lamer el techo. Entonces la descargó como un hacha sobre ChanYeol. Este retrocedió y así evitó que lo partieran en dos, aunque cayó hacia atrás y se golpeó con la réplica de la Victoria de Samotracia. Cayó con todo y pedestal y quedó inmóvil entre fragmentos de mármol. El hippy alzó victorioso la motosierra.