El boleto de las segundas oportunidades.

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—Mauro! —Gritó aplaudiendo frente a un imponente portón.

—Ya! Ya te oí, deja de gritar, tu voz chillona se vuelve insoportable tan temprano —Contestó una voz joven. Lentamente se abrió la entrada al depósito de chatarra. Al otro lado se hallaba un joven moreno, vestía una remera hawaiana y a su derecha se podía ver un carro lleno de cajas bien empaquetadas.

—Al fin llegas, estuve toda la mañana esperandote para que me hagas un favor, papá me pidió que consiguiera a alguien de confianza —Dijo apenas terminó de abrirse el portón, sin darle la posiblidad a Michael de excusarse.

—¿Un favor? —Preguntó en tono sospechoso mientras observaba el carro. Sabía en que tipos de negocios fraudulentos se involucraba Mauro, y no deseaba ser parte de ese mundo, al menos, no cuando podía ganar casi lo mismo juntando piezas de maquinaria a diario —Incluso si la paga es buena, no me voy a involucrar en nada extraño, paso de meter las narices donde no debería.

—Me conoces desde hace años Michael, sabes que siempre pago de manera justa, además, no pagaré con dinero, créeme que vale la pena —Sonrió con confianza, sabía que la oferta sería imposible de rechazar —Solo tienes que llevarte este carro por un par de horas, cualquier lugar está bien, pero tienes que moverte y nunca separarte de el, lo vuelves a traer por la noche y ya, trabajo hecho—. Finalmente sacó de su bolsillo dos tarjetas, pasarían desapercibidas en cualquier lugar, solo con un número y un código de barras debajo, aún así, Michael no dudó que eran valiosas, la mirada del moreno lo delataba.

—¿Para qué sirven?

—Sabia que llamarían tu atención -Dijo asintiendo satisfecho —. Lo que te voy a decir solo lo hago porque nos conocemos desde jóvenes, no tienes permitido contarlo a nadie, de otra forma no solo tu vida será la que estará en juego, incluso podrías implicarme.

Michael asintió en silencio, cada vez más curioso acerca de que eran esas tarjetas.

—Sabes el desastre que ocurrirá en veinte años ¿Verdad?

—¿Como no saberlo? Cuando la gente se enteró incluso hubo suicidios en masa, cualquier niño sabría.

—Ahora debes saber que el gobierno lo sabía desde hace años, muchos años, y se prepararon para eso.

—¡¿Qué?!

——————————

Y allí estaba Michael, arrastrando consigo una carretilla pesadamente cargada. Al oír las palabras del moreno no tuvo otra opción más que aceptar el trabajo, y como no hacerlo, se trataba de la vida de su familia.

Todo se remontaba hace unos treinta años, un científico Italiano hizo pública una noticia que le quitó la esperanza a todas las personas del mundo. El núcleo de la tierra, por una razón desconocida, se volvió inestable, estudios siguientes dieron solo dos posibilidades como consecuencia de esto: El núcleo apagándose o explotando.

Nadie tuvo una solución, y aunque algunos inclinaban su investigación a estabilizar el Núcleo mientras que otros a una gran migración nadie logró llegar a nada, no había camino de esperanza para la tierra.

De allí en adelante, los gobiernos perdieron autoridad, las personas comenzaron a despreocuparse por la chatarra generada, y la mayor parte de la población vivía al día, sin planear a futuro, a fin de cuentas, no tenían uno.

Estaba anonadado, los altos mandos del gobierno lo sabían todo, incluso habían creado una manera de la cual salvarse de ese destino desesperanzador, el proyecto Starshot. La gente sabía de esto, creado hace mucho tiempo, todos tenían entendido que era simplemente el envío de dispositivos para explorar el cosmos. Y como se podría suponer, era un proyecto que quemaba dinero, así, incluso sin deseos de hacerlo, fueron obligados a abrir el proyecto a gente adinerada, desde narcotraficantes hasta dueños de cadenas de restaurantes, mientras el dinero alcanzara la marca, serían contactados.

Esos benditos boletos eran la prueba de que había un lugar reservado dentro de las naves que serían enviadas. Aunque  Michael deseaba hacer el trabajo sin esperar más, aún desconfiaba de las intenciones del joven moreno, no fue hasta que este le aseguro que al vender los boletos le recomendaron traer consigo personas de confianza que logró tranquilizarse un poco.

También preguntó el por qué lo enviaba a el y no a alguno de los matones que solían estar estacionados allí. La respuesta fue lógica, eran solo un grupo de víboras, y en cuando se enteraron que el jefe había gastado todo el dinero en una compra desconocida decidieron esfumarse.

Michael no dudó más en aceptar el trabajo, lo peor que podría pasar sería su muerte ¿pero cuanto tiempo le quedaba? E incluso si vivía ¿que más podía hacer con solo una mano? Decidió apostar todo a esta oportunidad, quién sabe, tal vez la fortuna le podría sonreír, según Mauro, antes del viaje, cualquier discapacidad física sería tratada con la mejor tecnología, le daría una vida normal a su amada hermana.

Cyberpunk SamuráiWhere stories live. Discover now