7. La Marca del Cazador (1ª parte.)

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Noté que Chase se quedaba dormido al poco de confesarme aquel episodio tan desagradable de su pasado; su respiración se hizo más pesada y el brazo con el que me había rodeado perdió la fuerza con la que me sostenía. Logré deslizarme hasta fuera de la cama sin despertar a Chase. Él necesitaba espacio en aquellos momentos y, conmigo allí, corría el riesgo de que su herida tardara en curarse.

Miré hacia su mesita, donde reposaba su móvil y comprobé la hora: eran las tres de la mañana. Salí de su habitación con sigilo y entré a la mía; mañana no podría ir a clase y aún no le había dicho nada a Alice…

Alcancé mi propio móvil del escritorio y busqué en la agenda el número de Alice. Esperaba no molestarla con mi inocente mensaje…

Me desplomé sobre la cama y cerré los ojos.

Un estruendo al lado de mi oído hizo que soltara un respingo a la vez que daba un salto en la cama. Tanteé con los ojos casi cerrados la mesita, intentando coger mi móvil; cerré los dedos en torno a él y me lo llevé a la oreja.

-Tienes una salud de mierda, Mina –dijo la voz de Alice al otro lado de la línea-. ¿Qué demonios te pasa?

Puse los ojos en blanco.

-Fiebre –respondí, esperando que eso sirviera.

Alice refunfuñó algo inaudible y se oyó un golpe.

-¡Cielos, se nota que no estás acostumbrada al clima de Nueva York! –bromeó Alice.

Fingí una tos para darle más realismo a mi mentira. Miré distraídamente el reloj y mis ojos se abrieron desmesuradamente; si aquel aparato iba bien, eran las tres de la mañana.

-Alice… ¿me has llamado a las tres de la mañana? –le pregunté, esperando que me lo confirmara.

-Oh, bueno… es posible. Me has pillado justo cuando iba a salir.

Mis ojos se abrieron aún más cuando pronunció la última palabra. Sin duda alguna, aún no había terminado de captar todo ese ambiente que parecía respirarse en la gran ciudad  que incluía salir a altas horas de la mañana en días semanales, teniendo clase al día siguiente.

No sabía qué decir.

-Ah… Lo siento –me apresuré a decirle.

Alice se echó a reír.

-La próxima vez me gustaría que me acompañaras, Mina –dijo, cogiéndome por sorpresa-. Será divertido, te lo prometo.

Me planteé seriamente si el concepto de «divertido» que tenía Alice coincidía con el mío propio.

-Oh, vamos, te lo prometo –insistió Alice, adivinando mis pensamientos. Otra vez-. No habrás probado nada como esto, te lo aseguro. ¡Te divertirás como nunca!

Carraspeé.

-Entonces, ¿me harás ese pequeño favor? –pregunté con cierta timidez.

Esperé pacientemente su respuesta. Al otro lado del teléfono, comenzaron a oírse gritos claramente femeninos que obligó a Alice a gritar algo en japonés que, obviamente, no entendí.

Después, oí un resoplido.

-Perdona, Mina –se disculpó ella-. Por supuesto que lo haré; ése y los que haga falta, cielo. ¡Mándame tu dirección y mañana mismito me tendrás con todos los apuntes!

Se me escapó un imperceptible suspiro de alivio que Alice no logró escuchar. Aunque ella no lo supiera, me estaba quitando un gran peso de encima; ahora que tenía solucionado de la universidad, podría dedicarme íntegramente a ayudar a Chase con su recuperación.

Huntress. (Saga Wolf #3.)Where stories live. Discover now