3. Diagnose / Occipital lobe

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Jeno quisiera poder decir que ha despertado, que todo fue un sueño y el mal momento ha pasado. Que se ha desmayado por culpa del cansancio, aunque no hubiera molestias que evidenciaran tal cosa; sin embargo, sus pequeños ojos abriéndose a la opaca luz le gritaban algo distinto.

Era su consciencia lo que tenía de vuelta. Muerto por un tiempo indefinido, reviviendo parcialmente.

Quisiera también poder decir que la conciencia ha vuelto del todo, que ha vuelto a la normalidad, a como era antes; pero sus sentidos no son igual de efectivos como solían serlo.

Las piernas le tiemblan como si hubiese corrido un maratón infinito, la cabeza le sigue molestando, como ruido blanco intensificado yendo de este a oeste. Pero lo que realmente le dice que ya nada será igual, es su visión, la cual no es más que un manto grisáceo y borroso que él mismo lucha por disipar para recobrar la nitidez, así que en un tonto impulso, se frota las cuencas en busca de limpiar lo que fuera que estuviese obstruyendo su vista; no obstante, nada cambió.

-Jeno -el chico jadeó, buscó la voz de su hermano a su izquierda y a duras penas le distinguió. Hizo un esfuerzo por diferenciar sus facciones, pero la cabeza le estaba jodiendo el intento-. Jeno, ¿cómo te sientes?

-Adolorido, cansado. ¿Qué hora es?

El coreano pudo distinguir a una segunda persona acercándose detrás de Renjun, y antes de preguntar si quiera de quién se trataba, la voz y la figura del cabello largo le dieron una pista que identificó como la doctora Bae, profesora y decana de la facultad de medicina.

-Jeno, he traído algo para que comas, ¿puedes sentarte por ti solo?

Jeno asintió débilmente, la dulce voz de la doctora Bae Joohyun fue una caricia para sus oídos y se dejó mimar por la mujer quien, aunque profesora de su hermano, se sentía como una verdadera madre tanto para sus estudiantes como para aquellos que se acercaban a ella en busca de guía. En numerosas ocasiones había sido testigo de sus instintos maternales con sus alumnos, y él mismo no había sido la excepción cuando iba de visita.

-Mamá y papá vienen de camino, están preocupados.

-No es necesario, estoy bien -mintió, su mirada fija en la bandeja y las manos en los muslos, luchando porque su lenguaje corporal no lo delatara. Quizá Renjun no lo notaría, ni siquiera la doctora Bae, pero él quería convencerse a sí mismo que este era solo un lapso.

La doctora Bae acarició los cabellos en su frente y acomodó los mechones hacia un lado. El chico distinguió mejor el suave aroma de su perfume y el tenue olor de la comida. Sopa de pollo, vainilla y papa hervida. Aunque estuviera ligeramente hambriento, era imposible para él tomar siquiera un bocado cuando no veía una mierda por mucho que se esforzara.

-Jeno, come algo -insistió su hermano.

«Al demonio todo», él necesitaba explicaciones.

-No puedo. No puedo ver bien del todo. Necesito que me digan qué sucedió. ¿Por qué no veo bien? Todo es borroso y los colores se ven opacos -el coreano no pudo distinguirlo, pero su hermano y la doctora se miraron el uno al otro, una con consternación mientras el otro con angustia-. Es mi occipital entonces.

-Jeno, por favor.

-Jeno, cielo -la doctora Bae tomó asiento a su lado. Estando más cerca, Jeno pudo distinguirla mejor, pese a que los colores no fueran del todo claros-. ¿Puedes recordar qué sucedió?

-No podía moverme, mis dedos no me respondían, los dolores de cabeza eran recurrentes y me costaba mucho enfocar. Debí decirle a alguien antes de que sucediera, lo sé -murmuró lo último, avergonzado y con el semblante derrotado-. Ha sido una embolia, ¿cierto?

HYPER (brain damage) | nominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora