Capítulo Tres

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Estaba escéptica ante aquellas palabras, llegar al extremo de querer mantenerme vigilada ¡Que enferma estaba! Quizá se creía que tenía el control total, pero pondría un alto a todo aquello

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Estaba escéptica ante aquellas palabras, llegar al extremo de querer mantenerme vigilada ¡Que enferma estaba! Quizá se creía que tenía el control total, pero pondría un alto a todo aquello.

— ¡Fuera de aquí! —dije con molestia— Si creen que harán con mi vida lo que les plazca están muy equivocados.

— Es que no tienes opción, niña—dijo levantándose y sonriéndome—. En cinco minutos quiero que bajes—terminó saliendo de la habitación.

La habitación quedó en silencio unos minutos.

— Esto es tan injusto—me dirigía a Carolina quejándome, pero ella no podía hacer nada.

— Lo sé, tristemente la que manda es ella. No tienes opciones Sofí—dijo encogiéndose de hombros.

Bufé. Tomé el uniforme y me lo puse, un pantalón horrible de cuadros con un chaleco y una blusa blanca abajo. Anhelaba tener mi vida de vuelta. Ya había aprendido la lección ¿Por qué mis padres no entendían eso?

Salimos al patio y Eros me encontró en el camino, comenzamos a caminar a una de las aulas cuando escuché una especie de silbido, me detuve mirando alrededor, pero no había nadie.

Al llegar al aula todas miraron a Eros, con su presencia se sentían incomodas y no de buena manera.

En medio de una clase una de las chicas se acercó con cautela a mí.

— Una vez pude deshacerme de él, cuando acaben las clases búscame en el baño. Te diré como.

Eros se percató de nuestra pequeña conversación y nos miró con des confianza. El resto del tiempo pasó con normalidad, excepto los momentos en que Eros me miraba fijamente, tratando de intimidarme.

Cuando las clases finalizaron tal como me había dicho la chica me dirijo al sanitario, pero Eros me tomó del brazo jalándome.

— ¿A dónde crees que vas? —preguntó en tono golpeado.

— Creo que es obvio—respondí soltándome de su agarre.

— Puedes ir en tu habitación, tengo orden de que solo puedes ir a clases, al comedor y a tu cuarto.

— Eros, no me aguanto—respondí ignorándolo y caminando hacia allá.

Cuando entre vi que tenía la intención de hacerlo también.

— Alto—dije poniendo la mano en su pecho deteniéndolo— ¿Piensas entrar a limpiarme o qué onda?

Sostuve la mirada con firmeza, vi como hizo una mueca y se giró esperando afuera.

Empecé a buscar en los cubículos del sanitario, pero todos estaban vacíos excepto uno. Toqué, pero nadie respondía. Intenté hacer tiempo lavándome las manos esperando que la chica apareciera antes de que empezara a sospechar.

N̶O̶ Fue otra noche locaWhere stories live. Discover now