Capitulo 6. Heridas.

184 24 14
                                    

La noche era asfixiante sin corrientes de aire al parecer. Salí de la casa de mis tíos ya tarde y corrí por las calles tratando de llegar antes que papá para así evitar verlo. Mis piernas se cansaban, pero el miedo era mayor. Necesitaba llegar con tiempo suficiente como para esconderme en mi cuarto antes de que me notara.

Al llegar vi el auto de mi padre estacionado, para mi mala suerte. Ya había llegado y dudé en si llegar o no, prefería escuchar a mis tíos discutiendo. Rogaba a Dios que estuviera dormido o que al menos no me viera, hoy no quería pasar por lo mismo.

Abrí la puerta con mis llaves y tembloroso, entré sujetando con fuerza mi mochila contra mi estómago. Caminé por la sala a paso lento y cuidadoso, observando a mi alrededor con la poca luz que había, vi la televisión en un canal de futbol, nada que llamara mi atención.

Justo en el sofá que me daba la espalda, vi el cuerpo de mi padre desparramado en aquel sitio, junto a un par de cervezas vacías regadas en el suelo. Eso me dio un escalofrió de puro terror. Había tomado demasiado otra vez. Cada vez que eso pasaba él golpeaba más fuerte, no media su fuerza y hablaba incoherencias, gritándolas a la puerta de mi habitación hasta que se cansa y prefiere dormir. Ya me esperaba una noche difícil.

– ¿Por qué llegaste hasta ahora? – preguntó roncamente. Se inclinó hacia la izquierda para mirarme y aquello me congeló.

Di un respingo de sorpresa, pero obligué a mi cuerpo a tranquilizarse, pues estaba temblando. Estaba demasiado tenso y no podía abrir la boca para responderle.

– Estaba con Adrien. – aseguré caminando otro poco por detrás suyo para cruzar hasta el otro lado y correr escaleras arriba. Mi plan era correr e ignorarlo, tal vez mañana no se acordaría.

– Lo sé. – dice fríamente, eructando. Se inclina un poco para verme y me examina por completo. – Ven, veamos un partido.

Aquello me sorprendió, lo miré con la boca abierta, enserio asombrado. Me sonrió ebrio y señalo el sofá junto a él. En su mano traía un envase de cerveza casi lleno. Dudé unos segundos en acercarme o no, ya que muchas veces me había engañado para acercare a él y aquello solía ser una trampa para insultarme o agredirme de cualquier manera.

– Papá... – comencé retrocediendo otro poco. No quería estar cerca suyo, le temía a aniveles inimaginables. – Enserio me gustaría, pero tengo que hacer tarea. Estoy algo cansado y quisiera terminarla.

Su rostro no cambió, sonrió aún más y tomó otro bote de cerveza del suelo. Su comportamiento era confuso e inesperado por mi parte. Con cada movimiento suyo me encogía sobre mis hombros, esperando algún ataque en cualquier momento.

– Alex. – me llamó ebrio. – Ven a ver el partido conmigo, no me hagas enojar.

Estuve a nada de decirle que sí, pero tenía tanto miedo que no me moví, no podía hacer nada. Miré de reojo las escaleras y consideré correr y encerrarme, pero eso no lo detendría si quería hacerme daño. Quería confiar en él, en que de verdad solo deseaba ver la televisión conmigo, pero no podía acercarme a él más que esto, quería poner cuanta mayor distancia se pudiera entre ambos. Comencé a sentir que sudaba y como mi estomago se revolvía por los nervios que la situación me ocasionaba.

Se puso de pie y me congelé en mi lugar. Se estiró, dio unos pasos hacia mí y colocó su pesada mano en mi hombro, apretó con fuerza lastimándome, mientras yo quería gritar sin poder hacerlo. Su presión aumentaba conforme pasaba el tiempo.

– A veces lo intento, intento hacer las paces contigo, pero no me ayudas Alex. Tu cara... tu-tu eres enserio me haces enojar. Solo verte me da...– comienza molesto, sin continuar pues parece perderse entre sus palabras. – ¡Quiero ver el futbol contigo!

SuicideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora