Capítulo 14: Misterio Resuelto, Fin de Curso

248 19 8
                                    

Misterio Resuelto, Fin de Curso


—¡No hay tiempo— dijo rápidamente Gillian—, Harry me pidió que avisáramos a Dumbledore lo antes posible, ya hablaremos más tarde!

Hermione estaba confusa y temía por Harry. Intentaba decir algo pero le costaba hablar.

—... R-ron, está inconsciente... Tenemos que despertarlo— dijo al fin.

Gillian la miró contrariada y se agachó junto a ella para intentar despertarlo. Tras fuertes sacudidas, gritos casi insoportables y tortazos en la cara...

—¡Ah! ¿¡Pero qué...!? ¡Parad, parad!— gritó Ron molesto, tapándose la cara con los brazos.

—¡Al fin! ¡No hay tiempo que perder, vamos!

—¿Y Harry?— preguntó Ron aún aturdido y desorientado.

—¿Pero se puede saber qué pasa?

—Es que no lo entendéis, ¡la vida de Harry está en juego, cuanto menos tardemos mejor!— les gritó enfadada mientras corría entre las piezas de ajedrez.

Ron y Hermione se miraron preocupados, pero ¿qué otra cosa podían hacer? La alcanzaron, y corrieron hasta llegar a las escobas de la sala de las llaves. Cada uno agarró una distinta.

Gill respiró hondo cuando cogió la suya, cierto era que temía volar, no es que se le diera muy bien, pero la vida de su amigo estaba en verdadero peligro y se montó casi sin pensar. <<Tengo que afrontarlo, por él, por lo que pueda ocurrir en un futuro...>>. Entonces, armada de valor, despegó y siguió la escoba de Ron. Volaron por todo el pasillo, subiendo, bajando... llegaron al Lazo del Diablo y atravesaron el agujero por el que cayeron al suelo. Entonces pudieron ver aquel sello de luz que los conduciría hasta Fluffy.

Aquel cuadradito cada vez era mayor. Como un rayo, la escoba de Ron atravesó el hueco de la trampilla y se oyeron ladridos, Gill lo imitó con decisión y Hermione hizo igual. Cuando atravesaron la puerta, Gillian, rápida, se desmontó de la escoba y cerró la puerta para que el perro no se escapara. Volvió a montar y volaron hacia la lechucería.

Mientras volaban por la Gran Escalera, el hecho de que Harry estuviera con Voldemort en una misma habitación la atormentaba, se sentía terriblemente culpable y tenía un agobio ya bien conocido en su estómago.

Llegaron al vestíbulo, frente al gran comedor, bajaron rápidamente de aquellas viejas escobas y empujaron las puertas para poder acceder a los terrenos del castillo, los que los conducirían a la lechucería. La luz de la luna inundó el vestíbulo y la brisa nocturna revolvió sus cabellos. Recogieron sus escobas y entonces...

—¡Un momento!... ese no es...— empezó a decir Hermione.

—¡Dumbledore!

El director del colegio parecía regresar apurado. Su cabello y su barba plateados, ondeando a causa de la agradable brisa, brillaban con fuerza bajo el cielo estrellado. Gillian corrió hasta él con la intención de acelerar las cosas.

—¡Profesor! ¡Harry ha tenido que continuar solo!— de algún modo, siempre pensó que el director era consciente de todo lo que ocurría en el castillo.

—Ya lo imaginaba— dijo caminando aprisa hacia el interior del vestíbulo, seguido por la niña—, vosotros... quedaos en el Gran Comedor— abrió las puertas—, yo iré a buscarlo.

—Espere, profesor— Gillian lo detuvo—. Llévese ésto, llegará antes— dijo tendiéndole una de las escobas, él asintió, montó en ella y se perdió de vista en la gran escalera de mármol.

Una Segunda Oportunidad | 1er AñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora