Capítulo 2.2

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Las 5 semanas se pasaron más rápido de lo imaginado, especialmente para el castaño que rezaba porque se hicieran eternas.

Al principio, Renato había estado reticente a aceptar el plan de sus amigos. Ese plan que consistía en coger con Gabriel una noche para poder olvidarlo y seguir adelante. Generalmente, el castaño se dedicaba a entornar los ojos cuando sus amigos se dedicaban a mencionarle el plan. Renato les decía que estaban locos, pero ellos no lo escuchaban y seguían tirándole un consejo tras otro para que Renato lograra cogerse a Gabriel.

Luego de una semana, la idea empezó a asentarse en él. Renato se dio cuenta de que ya había hecho todo lo que podía para poder olvidar al rizado pero hasta el momento nada le había funcionado. Así que no tenía nada que perder. Ya no vivía en Mendoza, y si por algún motivo todo el plan se iba a la mierda, entonces se podría dedicar a ignorar a Gabriel por el resto de su vida, total ya era un profesional calificado en ese aspecto. Durante la segunda semana, Renato se convenció de que lo intentaría. El castaño no tenía idea de cómo iba a lograr que pasara o si sería capaz de coquetear con Gabriel sin que le diera un infarto, pero al menos lo iba a intentar. Se juntó con Fausto para que le tomaran las medidas para el traje que iba a ocupar en el casamiento, por supuesto Mine y Agus se unieron a ellos. El castaño iba a ser uno de los testigos en la boda también por lo que consideró que era necesario contar con un traje nuevo para la ocasión. Bueno, sus tres amigos pensaban que lo que realmente necesitaba era un traje que hiciera a Gabriel querer tirarlo sobre cualquier superficie para cogérselo al frente de todos los invitados. Renato dudaba que un traje lograra tal efecto, pero Minerva estaba más que segura de que el conjunto que eligieron funcionaría muy bien para el plan.

Para el término de la tercera semana, Renato se estaba empezando a volver loco. Se convenció a sí mismo que nada iba a resultar. En una de esas, Gabriel estaba comprometido con otra persona. Tal vez todos estos años había estado de novio con alguna mina mientras que Renato intentaba olvidar al morocho más atractivo que conocía, aunque la sorpresa sería que le fue como el orto, porque fracasó rotundamente. Estaba seguro que Gabriel no estaría interesado en verlo de nuevo y los intentos de seducción que utilizara Renato no serían nada más que una gran vergüenza. Una tarde casi llamó a Camila para decirle que mejor no iba, pero Fausto le confiscó el celular e incluso le desconectó el teléfono fijo del departamento y los escondió por el resto de la semana.

La cuarta semana fue una mezcla de todas las cosas juntas, lidió como pudo con las náuseas y la ansiedad que lo invadía. Llegó a la conclusión que iba a poner su mayor esfuerzo en seguir con el plan de acostarse con Gabriel, aunque seguro sólo iba a sentir ganas de vomitarle el corazón la mayor parte del tiempo. No había manera precisa de saber si el plan iba a funcionar o fallar, así que al castaño no le quedaba más que dar un paso adelante y ver lo que pasaría al final.

Y ahora, en la quinta semana, ya estaba volando de vuelta a Mendoza.

En una hora y 45 minutos estaría con Fausto en el aeropuerto de su antigua ciudad, saliendo del avión y dirigiéndose a buscar sus bolsos. Agus y Minerva – junto con su perrita, que iba a quedarse con sus amigos mientras él estaba de viaje – los llevaron al aeropuerto esa mañana y desayunaron juntos en un McDonald's en el patio de comidas. Los chicos siguieron dándole ánimos a Tato y le hicieron prometer a Fausto que llamaría constantemente para contarles cómo iban las cosas.

"No puedo creer que durmieras todo el viaje", resopló Renato, tomando su maleta de la cinta automática y usando la ayuda de su amigo para dejarla en el piso. "Yo estuve todo el viaje sentado haciendo nada. La película que pusieron re chota y ya había terminado de leer el libro que estaba leyendo. Sos el peor compañero de viaje del mundo".

"Che, odio los aviones. No hay nada divertido que hacer cuando estas volando. Además, la sensación de que en cualquier momento la cosa explota de la nada como en Destino Final siempre me da escalofríos". Fausto se estremeció y puso cara de preocupación, haciendo que Tato se fuera riendo todo el camino por la terminal hasta donde habían planeado encontrarse con Camila.

Su cuñada venía atrasada por culpa del tráfico, así que decidieron comprarse un café y buscar donde tomar asiento y esperar. Renato sacó su celular y mensajeó a Valen y su mamá para avisarles que ya habían llegado a Mendoza.

Según lo que Renato tiene entendido – es decir, lo que Cami le había dicho la noche anterior – Gabriel no debería llegar hasta 2 días más tarde para el ensayo de boda. Así que por ahora, el castaño podía respirar tranquilamente y no entrar en una crisis de pánico. Por el momento se iba a dedicar a ayudar en lo necesario para la boda e iría a comprar un regalo a alguna de las tiendas que Valentino y Cami habían registrado para los presentes.

"¿Me estas jodiendo? ¿Pensas seguir durmiendo?", pregunto Renato mientras miraba como Fausto se acomodaba de lado utilizando 3 sillas y acomodando su cabeza sobre el regazo del castaño usándolo como almohada. "¿no te bastó con lo que dormiste en el avión?"

"Callate. Mejor sigue pensando cómo lo harás para chuparle la pija a Gallicchio en los siguientes días"

"Y bueno, apenas lo vea simplemente voy a dejarme caer de rodillas y manos a la obra. Muy efectivo y al grano ¿no crees?" bromeó Renato y dejó que Fausto envolviera su chaqueta y la pusiera sobre su muslo para estar más cómodo.

"Me parece perfecto. Deberías hacerlo delante de toda tu familia. Dejá que ese exhibicionista que hay en vos salga a la luz" murmuró Fausto, sin darse cuenta de que obviamente Renato no lo estaba diciendo posta, a lo que el castaño solo pudo negar con su cabeza. Es bueno saber que Fausto lo apoyaría sin importar lo irracional que fueran sus ideas.

Camila llegó unos 20 minutos después y los abrazó a ambos hasta que Fausto le rogó que los dejara respirar. Su cuñada lucía emocionada e inquieta. El castaño estaba seguro que se había pasado con el café en la mañana. Tomaron su equipaje y se fueron caminando hasta el estacionamiento, con Cami entre medio de ellos, diciendo que ahora que habían llegado los últimos días previos al casamiento serían mucho mejores.

"Observen y lloren en silencio, nenitos. Valen me dio un regalo anticipado de bodas." Anunció Camila cuando llegaron hasta una camioneta nueva, recién salida de fábrica. Fausto silbó de manera apreciativa.

"Mierda. De haberlo sabido antes me hubiera casado yo con Valentino primero".

"Lo mismo dijo Gabi", dijo riendo, luego destrabó el seguro para que pudieran meter el equipaje en la maleta.

Renato se ahogó con el café, casi lo bota por la nariz. Se golpeó el pecho y dejó el vaso sobre el suelo, tratando de recuperar el aliento entre medio de cada tos desesperada. Sentía como su pecho y garganta ardían con el café caliente que se fue por el camino equivocado sin permiso. "¡¿Gabi?!" repitió Renato, mirando de Camila a Fausto. "¡Pero si vos dijiste que llegaría en dos días más!".

"¡Así es!, calmate, Tato. Gabriel estuvo acá hace unos dos meses cuando Valen me regaló la camioneta". Su cuñada se acercó y le palmeó la espalda suavemente. "¿Así pensas seducirlo? ¿Ahogándote hasta la muerte cuando lo tengas en frente?".

Digamos que no estaba exactamente orgulloso de haberle escupido todo el plan a Camila hace un par de semanas, pero necesitaba su apoyo moral para que todo fuera más sencillo y llevadero. Además, se habría dado cuenta inmediatamente que había gato encerrado si de la nada Renato se mostraba abierto a conversar y pasar tiempo con Gabriel, después de haber estado evitándolo como a una plaga. La mejor opción era que Cami estuviera enterada de todo. Si se ponía a guardarle secretos las cosas no funcionarían.

"Bueno, Tato solía ser igual de desastroso cuando era adolescente y al parecer a la Gallicchio le gustaba eso". Fausto se encogió de hombros y tomó sus maletas y las de Renato para meterlas en la camioneta. "Se podría decir que se le paraba cada vez que veía la torpeza de Tatito. Probablemente al boludo le gustan todos esos fetiches raros, pero bueno, tendremos que esperar el reporte de Tato para que nos confirme si estamos en lo correcto".

"En realidad, lo que decis tiene sentido ¿eh?", agregó Camila. Renato simplemente se rindió y levantó sus brazos al cielo, antes de ir a sentarse en el asiento delantero de la camioneta. Se le había olvidado que Cami tendía a estar siempre de acuerdo con Fausto. Algo que nadie debería hacer. Nunca. Después de cerrar la maleta y subirse en el asiento del chofer, Camila seguía hablando de lo mismo. "Es cierto, cuando eras más joven, eras mucho más lelo y aun así lograste tener a Gabi encima de vos".

Renato llevaba menos de una hora en Mendoza y Gabriel ya era el centro de la conversación. Algunas cosas nunca cambian.

"¿Acaso necesito recordarles que fue él mismo que terminó todo lo que estábamos haciendo?" replicó Renato con un pequeño resoplido mientras intentaba ponerse el cinturón de seguridad. "Yo creo que esa es una parte muy importante de la historia ¿no? Él frenó todo. No me suena a que me tuviera muchas ganas para ser sincero".

"Bueno, pero fue él también el que lo comenzó", dijo Fausto desde el asiento trasero y Camila asintió con fuerza. Genial. Ahora hacían equipo para hacerle creer a Renato que a Gabriel le gustaba. Una pesadilla. "Que yo sepa las personas no besan a otros si no le tienen ganas. A menos que estén en pedo, y Gabriel no estaba borracho esa noche."

"Yo siempre tuve el presentimiento de que le gustabas a Gabi". Camila encendió el motor y le lanzó una sonrisa amplia. Sus palabras apretaron algo en el centro del pecho del castaño, como cuando era más joven y sentía que se prendía una pequeña chispita de esperanza cuando Gabi hacía algo especialmente dulce con él. No había tenido esa sensación en años, y ahora lo tomó por sorpresa, haciendo que se ruborizara y tuviera que mirar hacia afuera por la ventana, mientras jugaba nervioso con las mangas de su campera.

Este no era el objetivo del viaje. No tenía nada que ver con los sentimientos que tenía cuando era más joven. Ni siquiera se trataba de él y Gabriel. Aún estaba presente la estúpida idea de tener un "garche de despedida" con Gabriel en el fondo de su cabeza – cosa que no sabía cómo iba a lograr – pero se suponía que sólo se trataría de sexo y nada de sentimientos.

Renato estaba dispuesto a sacarse los ojos y tragarse su propia lengua si volvía a enamorarse de Gabriel.

"¡Bueno basta de ustedes dos! Es la semana de mi casamiento, así que yo voy a ser el centro de atención, chiquitos". Camila siguió hablando cuando se dio cuenta que Renato no rebatió su comentario, y el castaño no podía estar más agradecido al respecto. Ya está harto de hablar de Gabriel por el momento, muchas gracias. "No te imaginas lo harta que estoy con Valen. Todos los días me intenta sobornar para verme con el vestido de bodas. Si sigue en esas, voy a matar a tu hermano y me voy a convertir en una viuda antes de ser una mujer casada."

Cami y Fausto transforman el ambiente tenso en algo relajado y divertido en pocos minutos. Camila les contó acerca de los accidentes que han tenido durante las preparaciones del evento, les contó la divertida historia de un chico que se cayó sobre un pastel de tres pisos el día que ella fue a escoger el sabor de su pastel. Fausto se dedicó a hacer bromas de todo lo que Cami les iba contando hasta que Renato sentía como le dolía el estómago de tanto reírse y Gabriel estaba lejos de sus pensamientos. Su cuñada les hizo prometer que le comprarían regalos de la tienda que ella había registrado.

Renato conocía de memoria el camino desde el aeropuerto a su casa, y a pesar de que lo había recorrido innumerables veces y que Gabriel no iba a llegar a la ciudad hasta por lo menos dos días más,  aun se sintió nervioso todo el trayecto, intentando con todas sus fuerzas mantenerse enfocado en las bromas de Camila y las fuertes carcajadas de Fausto.

Él y Fausto habían decidido ahorrar dinero, por lo que se quedarían en la casa de los Quattordio en vez de ir a un hotel, incluso con el riesgo que significaba tener más oportunidades de cruzarse con Gabriel. Si el castaño iba a verlo era mejor que se hiciera desde ya a la idea. Sin mencionar que no contaban con un vehículo para movilizarse, por lo que tendrían que arrimarse al auto de otras personas para los ensayos y la misma boda si no querían tener que pedir un taxi y correr el riesgo de llegar tarde a todos lados.

"Además tengo que comprar algunas cosas para la luna de miel, ya saben. Eso sí, va a ser todo un desafío teniendo en cuenta que a tu hermano le gusta verme en todo tipo de disfraces y lencería" señaló Camila. El castaño gruñó y le dio un pequeño empujón. No necesitaba saber que cosas le gustaban a su hermano en la cama. Ugghh. "Y necesito que sea algo totalmente nuevo. Necesito generar impacto en la noche de bodas ¿no? Por suerte Stefi y Angela me van a acompañar a comprar mañana".

Renato recordaba a las chicas. A veces acompañaban a Valen y Cami a la casa de los Quattordio cuando su hermano aún estaba en la secundaria, pero no las ha visto en años. Eran bastante simpáticas en ese tiempo, pero Renato solía ser ese adolescente tímido que se escabullía cuando estaba alrededor de personas que no conocía, así que en realidad nunca interactuó mucho con ellas.

"Vamos a aprovechar de almorzar juntas, ¿se animan?" Cami pellizcó suavemente la panza de Renato y este asintió con una pequeña sonrisa.

"Esta semana, los deseos de la novia son órdenes"

"¡Eso quería escuchar! Eu Fausto, vos también tenés que ir". Informo Camila, mientras detenía la camioneta justo al frente de la casa de su infancia. Había otros tres autos estacionados en la calle, y el castaño pudo ver a algunos primos y tíos en el patio delantero.

Después de tomar sus maletas y dirigirse al interior, se les informó que hoy sería el día de la "prueba de vestidos para el casamiento" por lo que estaban todas las chicas de la familia con Camila en el living probándose los vestidos que ocuparían el día del matrimonio. Todos los hombres tuvieron que marcharse de la casa, sólo Renato y Fausto tenían el permiso especial de quedarse ya que venían recién llegando de Buenos Aires y tenían que desempacar todas sus cosas en la antigua habitación de Renato.

El castaño se vio forzado a ir repartiendo besos a todas sus parientes y aprovechando de conocer a la familia de Cami. Contestó las mismas preguntas que siempre le hacían, una y otra vez,  acerca de su trabajo, como están las cosas en Buenos Aires y que "No, no vengo acompañado de mi novio a la boda. Preferí traer a mi mejor amigo porque también es amigo de Camila" y "Si tía Marta, todavía me gustan los chicos, gracias por preguntar".

Se pudo escabullir luego de ver a su mamá y darle un abrazo apretado diciéndole lo bien que le quedaba el vestido que había elegido, le dio un beso en la mejilla y casi corrió escalera arriba para llegar a su cuarto y desempacar con Fausto. Llamaron a Agustín y Mine y les contaron que tuvieron un vuelo sin incidentes, todos los pormenores y lo poco que sabían de la llegada de Gabriel. Mine le dio instrucciones precisas a Fausto, de no permitir que Renato ocupara la ropa fea de siempre – lo cual era más que ofensivo. Renato no creía tener tan mal gusto para vestir – y que por supuesto, debía enviarle fotografías de lo que iba a vestir durante la semana para decidir si la ropa gritaba "luzco perfecto para coger con el doctorcito sexy" y poder darle el visto bueno.

Mientras Fausto y Renato hacían planes para salir y evitar quedarse atrapados viendo como las chicas modelaban sus vestidos en el living, el castaño observó el fondo de su bolso, rozando con sus dedos el viejo compás que decidió traer a último minuto. No sabía porque había decidido traerlo, fue un impulso que tuvo antes de dejar su departamento.

El presente que le había hecho Gabriel siempre estuvo cerca suyo. Desde que se había mudado, siempre lo tuvo en su habitación, a pesar de que lo ocupaba muy ocasionalmente o simplemente lo tomaba para juguetear con sus manos. Siempre estuvo ahí, en sus cajones o en su escritorio, siempre a mano. Se sentía raro dejarlo abandonado.

Escucharon un golpe en la puerta. Renato dejó el compás en la mesita de luz y se giró para ver a su mamá que venía a preguntarles si se iban a quedar a dar su opinión de los vestidos.

"Tenemos planes, Ma" el castaño contestó. Se aseguró de salir con Fausto 10 minutos después. En realidad, no tenían planes, pero cualquier cosa era mejor que quedarse en casa.

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Se viene se viene 💜

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