Prólogo

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Nada. La persona atrapada en el hielo no podía escuchar nada. No veía nada, solo estaba ahí, suspendido en medio de la nada, con nuestros ojos sobre él. Únicamente había una inmensa oscuridad con un infinito vacío alrededor.

¿Hace cuanto que había aparecido aquel humano atrapado el hielo? ¿Una semana? ¿Un mes? ¿Un año? Era difícil saberlo, pues ninguno de nosotros tenía noción del tiempo, lo único que sabíamos era que llevábamos más tiempo atrapados que el humano, sin poderes, sin forma, debilitados, nada más con rencor hacia los que se atrevieron a encerrarnos en este vacío lugar. Solamente dos de los nuestros pudieron huir antes de que ellos llegaran. Ahora solamente estábamos con un humano, el cual, aunque estuviera atrapado en el hielo, parecía que estuviese arrojando algo. Ese algo emitía el único sonido que se escuchaba en el absoluto silencio.

Tick tack, tick tack.

Cada momento que pasaba el sonido parecía ralentizarse, hasta que llego un punto en el que se detuvo completamente. Parecía que no había pasado nada, pero después unos instantes el hielo empezó a agrietarse para finalmente romperse en muchos pedazos y dejar libre al humano, que, aun inconsciente, flotaba en el sitio donde antes estaba el hielo.

Después de un momento el humano recupero la conciencia, pero no parecía asustado. Al contrario, estaba calmado. Era claro que no podía vernos, pero era extraño que estuviera tan calmado.

— Deberíamos de ayudarle —dijo uno de nosotros.

— ¡Es muy arriesgado! —exclamo otro.

— Al menos deberíamos saber si podemos comunicarnos con él—añadí

Nos acercamos un poco más para poder verlo más de cerca, y comprobamos que no podíamos comunicarnos con él, ya que por más ruidos que hiciéramos no nos escuchaba. Sin embargo, nosotros a el sí, porque había empezado a hablar en voz baja, casi susurrando.

—... Pude liberarme, pero sigo atrapado en este lugar, debería de pensar en una manera de salir, pero ¿Cómo? No creo que ellos me la dejen tan fácil. Todo sería más fácil si tuviera un poco de comida, muero de hambre...—dijo el humano.

De repente, una luz salió desde abajo, entre la oscuridad y llego hasta el humano, formando de la nada una mesa repleta de comida. Tanto el humano como nosotros estábamos atónitos ante lo que acaba de pasar. ¿Cómo era posible que un humano pudiera dominar un entorno en el que nunca ha estado?

Una sonrisa apareció en el rostro del humano y comprendimos de inmediato que había entendido muy bien la situación.

Nuevas luces aparecieron y se formó un gran palacio, en el cual, en la sala del trono, se encontraba el humano con cuatro figuras en frente de él. Muchos de nosotros se alteraron al ver que esas cuatro figuras eran los mismos que nos habían encerrado a nosotros dentro de este plano dimensional.

— Tal vez no sean los auténticos, pero podré vengarme con ustedes cuatro mientras encuentro la forma de llegar a los originales.—dijo el humano mientras se acercaba a las cuatro figuras con una sonrisa maliciosa. 

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Nos vemos en la siguiente actualización.

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