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Jimin llegó más temprano de lo normal aquella noche y lo agradecí. No estaba muy segura de tener fuerzas para permanecer despierta hasta tarde.

Tenía tantas cosas que decirle. Había repetido en mi mente una y otra vez todas las posibilidades de preguntas que hacerle una vez que me encontrara con él. Sin embargo, en el momento que entró por la puerta no supe que decir, me había quedado literalmente muda.

Para liberar la tensión me levanté de mi asiento para servirme un vaso de agua, necesitaba volver a ordenar mis pensamientos.

—¿Estas bien? —la voz de Jimin detrás de mí me sobresalto provocando que se me callera el vaso al suelo. —Pero qué…. —dijo alzando un poco la voz al ver que los cristales casi lo cortan.

—Santo cielo Jimin mira lo que haz echo. —chillé y me agaché para recoger los pedazos de vidrios rotos.

—¿¡Tu dejas caer el vaso y es mi culpa!?

—Sí, si es tu culpa Jimin. Si no me hubieses asustado no se me hubiese caído el vaso y si…

No pude acabar de hablar.

Sus labios se presionaron contra los míos evitando que siguiera hablando y volviéramos a provocar una discusión. Sus manos subieron lentamente a mi rosto, llegando a acunarlo en un suave pero firme agarre para que no tuviese la oportunidad de zafarme del beso.

Pero les aseguro que si la hubiese tenido no me habría molestado en utilizarla. Necesitaba tanto sentir de nuevo sus labios llenos y esponjosos, necesitaba volver a experimentar esa vibración en mi cuerpo cada vez que su húmeda y cálida lengua pedía permiso para adentrarse en mi boca y saborear mi esencia.

Solo Dios sabe cuánto esos pequeños detalles me hacían falta en ese momento. Detalles que antes no significaban nada más que una forma de entretenimiento para nuestros labios cuando estábamos en la cama y que ahora en ese minuto era más que un simple beso.

Pasé mis manos por su cabello azulado para acariciarlo con suavidad. Era tan sedoso.

Las manos de Jimin bajaron desde mi rostro hasta mis caderas y sentí como sus dedos levantaban ligeramente la tela de mi camisa para tocar mi piel trazando en la acción lentas caricias que provocaron que mi cuerpo entero se llenase de electricidad.

—Lamento darte esta noticia, pero el puesto de futura reina de Libra no es algo que puedas dejar tan fácilmente. —susurró sonriente entre mis labios y mi corazón no pudo evitar detenerse por unos segundos. —Salgamos un rato, necesitamos hablar. —propuso y asentí.

En la mitad de la desolada noche del palacio, Jimin y yo salimos hasta el jardín para poder conversar en un ambiente diferente.

—Y bien. —decidí romper el silencio que habíamos mantenido desde hace unos segundos.

—Disculpa, es que son tantas cosas que no sé por dónde empezar. —se justificó apenado.

—Qué te parece el principio. —propuse lo obvio, por lo que respiró hondo y se pasó las manos nervioso por el rostro. A lo mejor le costaba hablar del tema.

—Ok, lo intentaré. — dijo, suspiró y siguió adelante. —Primero déjame dejarte claro que si te hice daño no fue intencional, créeme que en estos momentos a ti es la última persona a la que se me ocurriría lastimar.

—Gra... —hice el intento de hablar, pero me detuvo al instante.

—Shh, no me interrumpas. —con sus manos llevó su pelo hacia atrás. —Segundo, aquel día que te propuse salir con los chicos y yo, no era mentira, en serio tenía muchas ganas de ir a divertirme contigo y más después de verte tan linda y elegante vestida. Lo tenía todo planeado, terminaría de trabajar con el rey, iría a revisar unos papeles que según Nana había encontrado de mi madre y luego vendría a recogerte, lo juro. —me miró por unos segundos con los ojos cristalizados, luego devolvió su mirada a cualquier punto fijo a lo lejos. —Sin embargo, todo se complicó más de lo esperado. Los papeles de mi madre no eran simples manuscritos, sino que escondían importantes secretos del reino, del rey y sobre mí. Era demasiada información para procesar de una sola jornada, eso unido a que me quedé encerrado en el sótano tratando de encontrar las respuestas que me hacían falta para poder unir los cabos sueltos que había  dejado mi madre.

—Qué decían esos papeles Jimin. —pregunté después de un rato callada, no aguanté la curiosidad.

—Eso te lo contare otro día, ahora escúchame que no he terminado de hablar. —dijo y cerré mi boca. —Eso lo terminó complicando todo y todavía hubiese seguido allí encerrado de no ser por Seoki que apareció de la nada y me abrió la puerta. —ya estamos de nuevo con Seoki, «hasta tenía nombre de perro»,pero entendía que era parte importante en la conversación. —Esto te lo digo porque creo que has interpretado algo mal, Seoki es una muy buena amiga de la infancia, estuvo ahí cuando mi madre murió y también cuando me hizo falta tener donde apoyarme para salir adelante y no te voy a negar que en su momento tuve sentimientos por ella, pero nunca pasó nada de lo que te tengas que preocupar. Además, ella ahora está muy bien casada con el representante de Leo y tiene dos hijos preciosos.

—No lo sabía. —dije con lágrimas en los ojos, no me podía creer cuan tonta había sido. —Pero déjame hacerte solo una última pregunta.

—Dime.

—Por qué pasaste de mi aquella noche cuando te vi con Seoki al lado de aquella cabaña. —le pregunté ese incidente había sido el tema principal de mis dolores de cabeza.

—Oh claro, me salté esa parte, pero es simple como ya te dije me había quedado encerrado el sótano y precisamente en el de esa cabaña y para cuando me viste había acabado de salir de ahí. Además de que aproveché el momento para despedirme de Seoki ya que se marchaba esa madrugada para Leo. Ya te quedo claro o necesitas saber algo….

Acallé sus palabras con un beso. Las manos de Jimin se posaron en mis caderas mientras las mías reposaban en sus hombros, sintiendo como sonreía en mis labios.

—Eso es un sí.

—Cállate idiota. —reí y volví a unir nuestros labios. Esta vez fui yo la que llevaba la iniciativa sorprendiéndome a mí misma en el acto. Me deleité en probar y saborear la carnosa textura de sus suaves labios e incliné un poco mi cabeza para poder profundizar más en su boca y así intensificar el beso.

—Vamos a dentro hace frío. —dijo Jimin una vez que separamos nuestros labios.

—Por qué si ni siquiera se mueve una hoja.

—Qué acaso piensas besarme así para luego nada.

—Oh, no exageres.

—Vamos pequeña. Empieza a caminar hacia el dormitorio, nos espera una noche muy larga.

Mi corazón se paralizó al igual que otras partes de mi cuerpo que no hacen falta especificar.

Jimin sonrió victorioso al ver que acataba sus órdenes sin rechistar,  «sabía que le encantaba que fuera tan obediente en ciertos aspectos», además en su rostro estaban más que claras sus intenciones.
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Gracias por leer 💙💙💙

Purpose. »pjm +18Where stories live. Discover now